Las reformas a la estructura del Poder Judicial de la Federación fueron aprobadas en el Congreso de la Unión, gracias a la traición, al engaño y a la ignorancia.
Traición
El voto del señor Yunes fue decisivo para que el grupo parlamentario Morenista alcanzara la ansiada mayoría. Este individuo traicionó a su Partido, el Acción Nacional, al cual pertenecía y cuya representación se había comprometido a rechazar el proyecto que había enviado el Presidente López Obrador al Congreso el pasado 5 de febrero.
Traición del Presidente, que el mismo día de su toma de posesión, prometió ser respetuoso con las Instituciones, especialmente con el Poder Judicial.
Traición de los Legisladores al pueblo que los eligió para que hicieran leyes en beneficio del pueblo y no en provecho del dueño del balón, el dueño del partido, el dueño de la taquilla, el dueño de los jugadores y el dueño del Estadio.
Engaño
Toda la faramalla del “Parlamento abierto”, que convocó a profesionales del derecho, funcionarios judiciales y catedráticos universitarios, fue desestimada por la mayoría Morenista y la Reforma se aprobó, tal cual la envió López Obrador. Las opiniones y propuestas de grupos que sugerían una reforma integral que abarcara no solo al Poder Judicial de la Federación, sino a Fiscalías, Policías, leyes Secundarias y Jueces de Primera Instancia, fueron arrojadas al cesto de la basura por el ejército de lame suelas que siguen como las ratas de Hamelin, a su Flautista de Palacio.
Ignorancia
Una gran mayoría del pueblo incluyendo a muchos sedicentes juristas, ignoran el contenido y los alcances de la dichosa reforma. Los legisladores en su inmensa mayoría la aprobaron sin saber exactamente que estaban aprobando.
Cual pericos amaestrados, sobre todo los panegiristas del régimen repiten lo mismo: que con la reforma se acabarán los privilegios, la corrupción, los elevados sueldos de los Ministros y se lograrán los ideales del artículo 17 Constitucional, y que finalmente será el pueblo y nada más el pueblo quien elija a sus Jueces.
La reforma propuesta por López Obrador es el condensado de su revancha contra el Poder Judicial Federal, por aquella vieja rencilla del predio “El Encino” en el año 2006, que involucraba su desafuero y finalmente dieciocho años después se llegó el momento del desquite, y vaya desquite, erosiona a todo el Poder Judicial Federal.
El pueblo, “el pueblo bueno y sabio” se convirtió en pueblo buenazo, aguantador y lo peor, ciego y sordo, ya que aunque tiene las evidencias en las narices, no quiere ni ver ni escuchar, enajenado, sigue con los ojos cerrados los dictados del empoderado.
Vaya transformación. La primera: La Independencia; la segunda: La Reforma; la tercera: La Revolución y la cuarta: La Dictadura Chafa.
Lástima
El Presidente pudo pasar a la historia como un estupendo gobernante, un ejemplo para todos, un líder en toda la extensión de la palabra, pero decidió hacerle más caso a su sed de venganza, a su narcisismo, a su ambición, y la misma historia será implacable en su juicio.
Por sus desatinos, formará la tríada de López más nefastos de la Historia de México, acompañado de López de Santa Anna y López Portillo. Qué lástima de verdad. Pudo ser alguien y acabará siendo un nadie.