/ lunes 13 de agosto de 2018

Tlajomulco: la degradación previsible

Carlos Orozco Santillán


La violencia que ha caracterizado a Jalisco en los últimos tiempos está evidentemente ligada a la impunidad, que rebasa el 99% y frente a otros estados aún con índices de gravedad y violencia, como Tlaxcala o Guanajuato, aparecen éstos por debajo de Jalisco en este vergonzoso top ten. Y, para agregarle más a ese flagelo, agosto resultó el mes con mayor índice de muertes violentas registrado sólo en 10 días.

Por su parte, Tlajomulco sigue en la cúspide criminal con 22 sólo durante este mes, pero además en una sola región en la que un sinónimo del terror urbano lo representa la colonia Villa Fontana Aqua, así con esos apelativos de asentamientos que no conocen las banquetas, ni la seguridad, o los árboles y lagos que les dan nombre con éxito mercadotécnico, incluido el nombre italiano, y la familia feliz de preferencia.

Estos asentamientos poblacionales ya han sido estudiados en sus factores degradantes por expertos urbanistas y sociocríticos, los cuales han publicado acerca de la génesis de este problema y que incluso a partir de un proyecto de diagnóstico para la restauración del tejido urbano en Tlajomulco, Bernd Pfannenstein, de origen alemán y con el apoyo del actual presidente municipal, Alberto Uribe, identifica los elementos materiales y sociales para contener otro de los flagelos urbanísticos característicos de ése y otros municipios del país, como el abandono de la vivienda popular que, en el caso de Tlajomulco, llega a casi 60 mil viviendas, de las 300 mil en Jalisco y más de millón y medio en todo el país.

Como fuimos enterados, en una sola de estas viviendas abandonadas en dicho municipio se encontraron 10 cuerpos, entre estos, el de una mujer. Algunos, de acuerdo a la policía, relacionados con actividades ilegales, pero lo más significativo es que algunos de ellos son reconocidos como vecinos de esa zona urbana. Lo cual nos obliga a reconocer, desde una opinión sicosocial, que el hacinamiento, la inexistencia de servicios tan elementales como la conectividad que los mantiene aislados, la falta de servicios urbanos tan básicos como las banquetas, la iluminación, la policía suficiente y hasta los centros de abasto y laborales, han generado dos procesos que se mantienen impunes. Primero, la indiferencia del Estado nacional y local para meter en cintura a los hambreadores inmobiliarios que mienten sobre los estilos de vida y servicios promocionados en viviendas que se han emplazado en suelo agrícola y con una nueva vocación urbana costosa e insostenible. Y segundo, el goce de las millonarias ganancias obtenidas por funcionarios municipales que sí fueron identificados, suspendidos sus derechos políticos por otras tropelías pero que actualmente siguen siendo beneficiarios de esa impunidad heredada y que ninguna autoridad quiere reconocer en su origen a partir de las falacias de tanto voraz inmobiliario y de la demagogia institucionalizada del Infonavit, que han hecho y siguen haciendo presa a millones de trabajadores que no podrán o no querrán pagar viviendas coloreadas, pero en medio de la inmundicia, lejanía e inseguridad de la que nunca se habló en las artificiales promesas de la publicidad gráfica y televisada.



PRESIDENTE DEL COLEGIO DE ARQUITECTOS Y URBANISTAS DE JALISCO

carlosm_orozco@hotmail.com


Carlos Orozco Santillán


La violencia que ha caracterizado a Jalisco en los últimos tiempos está evidentemente ligada a la impunidad, que rebasa el 99% y frente a otros estados aún con índices de gravedad y violencia, como Tlaxcala o Guanajuato, aparecen éstos por debajo de Jalisco en este vergonzoso top ten. Y, para agregarle más a ese flagelo, agosto resultó el mes con mayor índice de muertes violentas registrado sólo en 10 días.

Por su parte, Tlajomulco sigue en la cúspide criminal con 22 sólo durante este mes, pero además en una sola región en la que un sinónimo del terror urbano lo representa la colonia Villa Fontana Aqua, así con esos apelativos de asentamientos que no conocen las banquetas, ni la seguridad, o los árboles y lagos que les dan nombre con éxito mercadotécnico, incluido el nombre italiano, y la familia feliz de preferencia.

Estos asentamientos poblacionales ya han sido estudiados en sus factores degradantes por expertos urbanistas y sociocríticos, los cuales han publicado acerca de la génesis de este problema y que incluso a partir de un proyecto de diagnóstico para la restauración del tejido urbano en Tlajomulco, Bernd Pfannenstein, de origen alemán y con el apoyo del actual presidente municipal, Alberto Uribe, identifica los elementos materiales y sociales para contener otro de los flagelos urbanísticos característicos de ése y otros municipios del país, como el abandono de la vivienda popular que, en el caso de Tlajomulco, llega a casi 60 mil viviendas, de las 300 mil en Jalisco y más de millón y medio en todo el país.

Como fuimos enterados, en una sola de estas viviendas abandonadas en dicho municipio se encontraron 10 cuerpos, entre estos, el de una mujer. Algunos, de acuerdo a la policía, relacionados con actividades ilegales, pero lo más significativo es que algunos de ellos son reconocidos como vecinos de esa zona urbana. Lo cual nos obliga a reconocer, desde una opinión sicosocial, que el hacinamiento, la inexistencia de servicios tan elementales como la conectividad que los mantiene aislados, la falta de servicios urbanos tan básicos como las banquetas, la iluminación, la policía suficiente y hasta los centros de abasto y laborales, han generado dos procesos que se mantienen impunes. Primero, la indiferencia del Estado nacional y local para meter en cintura a los hambreadores inmobiliarios que mienten sobre los estilos de vida y servicios promocionados en viviendas que se han emplazado en suelo agrícola y con una nueva vocación urbana costosa e insostenible. Y segundo, el goce de las millonarias ganancias obtenidas por funcionarios municipales que sí fueron identificados, suspendidos sus derechos políticos por otras tropelías pero que actualmente siguen siendo beneficiarios de esa impunidad heredada y que ninguna autoridad quiere reconocer en su origen a partir de las falacias de tanto voraz inmobiliario y de la demagogia institucionalizada del Infonavit, que han hecho y siguen haciendo presa a millones de trabajadores que no podrán o no querrán pagar viviendas coloreadas, pero en medio de la inmundicia, lejanía e inseguridad de la que nunca se habló en las artificiales promesas de la publicidad gráfica y televisada.



PRESIDENTE DEL COLEGIO DE ARQUITECTOS Y URBANISTAS DE JALISCO

carlosm_orozco@hotmail.com