/ lunes 16 de noviembre de 2020

Tiempo y espacio

Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, fue el trigésimo segundo presidente de México considerado por los historiadores el primer presidente mexicano ya que nació en el periodo del México independiente (24 de abril de 1823, en Xalapa-Enríquez), cuando el país ya estaba conformado como nación. Ya que sus antecesores habían nacido en la Nueva España.

De profesión abogado, fue uno de los miembros más brillantes de la generación de la Reforma, elegido para el Congreso de la Unión, que presidió en tres ocasiones. El 31 de mayo de 1863, cuando el gobierno republicano abandonó la capital, se unió a Benito Pablo Juárez García y fue nombrado ministro de Relaciones, Gobernación y Justicia.

Luchó junto al presidente Benito Juárez contra la invasión francesa de México. Cuando triunfó la República, llegó a ser, de manera simultánea, ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación y diputado. En 1871 se opuso a la reelección de Juárez y abandonó el Partido Liberal para constituir su propia agrupación política, el Partido Lerdista. Reelecto Juárez, fue nombrado presidente de la Suprema Corte de Justicia y tras la muerte de Juárez, pasó por imperativo legal a presidir el país entre 1872 y 1876.

Lerdo continuó el proceso de cambio iniciado con las leyes de Reforma de Juárez, cuya aplicación se había visto interrumpida por la intervención francesa. Como nuevo presidente, elevó estas leyes a la categoría de constitucionales. Su gestión económica no fue demasiado afortunada y se atrajo la oposición de los católicos en el episodio conocido como la revuelta cristera.

Desde los tiempos coloniales, la iglesia católica había tenido una gran influencia política, social y economía en México. Las Leyes de Reforma buscaban acabar con ese poder y, además, Lerdo impulsó otras medidas como prohibir las manifestaciones religiosas fuera de los templos o la expulsión de los jesuitas.

Estas políticas contrarias a la Iglesia provocaron que apareciera un movimiento armado apoyado por el clero: los llamados cristeros. Estos, que protagonizaron algunas revueltas en Michoacán y Jalisco, exigían la dimisión de Lerdo, rechazaban la Constitución de 1857, pretendían que un nuevo presidente declarara al catolicismo como religión oficial y pedían un concordato con el Vaticano.

El papel de Lerdo de Tejada en la expulsión de los franceses de México fue fundamental. Una de sus tareas fue contactar con el gobierno estadounidense y solicitar ayuda en el conflicto. La Unión Americana, además, acababa de salir de su guerra civil y el bando derrotado, los confederados, había apoyado a Francia. La ayuda estadounidense permitió a las tropas de México empezar a infligir algunas derrotas a los franceses. Además, los problemas de Francia en Europa obligaron a Napoleón III a retirar parte de su ejército de México.

Anteriormente, en 1867, Maximiliano I, el emperador colocado por los franceses para gobernar México, fue ejecutado. Según algunas fuentes, Juárez pretendía perdonar la vida a Maximiliano, pero Lerdo de Tejada lo convenció de que era mejor ejecutarlo. Sin embargo, esta información nunca ha podido ser confirmada. Esta parte de la historia sirvió para que Sebastián ganara el aprecio de la sociedad y poder arribar a la presidencia de nuestro país.

En 1876, cuando había sido reelegido, el general Porfirio Díaz (José de la Cruz Porfirio Díaz Mori), que ya era también candidato a ocupar la presidencia de México, se pronunció contra la reelección de Lerdo para un nuevo periodo, promulgó el plan de Tuxtepec y derrotó a sus fuerzas en la batalla de Tecoac (16 de noviembre). Lerdo de Tejada perdió la batalla y se vio obligado a renunciar y entregó el poder a Protasio Tagle y abandonó el país rumbo a Estados Unidos donde vivió el resto de su vida desterrado en la ciudad de Nueva York, nunca se casó y sus restos fueron trasladados a México luego de fallecer el 22 de abril de 1889 y fue enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx

Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, fue el trigésimo segundo presidente de México considerado por los historiadores el primer presidente mexicano ya que nació en el periodo del México independiente (24 de abril de 1823, en Xalapa-Enríquez), cuando el país ya estaba conformado como nación. Ya que sus antecesores habían nacido en la Nueva España.

De profesión abogado, fue uno de los miembros más brillantes de la generación de la Reforma, elegido para el Congreso de la Unión, que presidió en tres ocasiones. El 31 de mayo de 1863, cuando el gobierno republicano abandonó la capital, se unió a Benito Pablo Juárez García y fue nombrado ministro de Relaciones, Gobernación y Justicia.

Luchó junto al presidente Benito Juárez contra la invasión francesa de México. Cuando triunfó la República, llegó a ser, de manera simultánea, ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación y diputado. En 1871 se opuso a la reelección de Juárez y abandonó el Partido Liberal para constituir su propia agrupación política, el Partido Lerdista. Reelecto Juárez, fue nombrado presidente de la Suprema Corte de Justicia y tras la muerte de Juárez, pasó por imperativo legal a presidir el país entre 1872 y 1876.

Lerdo continuó el proceso de cambio iniciado con las leyes de Reforma de Juárez, cuya aplicación se había visto interrumpida por la intervención francesa. Como nuevo presidente, elevó estas leyes a la categoría de constitucionales. Su gestión económica no fue demasiado afortunada y se atrajo la oposición de los católicos en el episodio conocido como la revuelta cristera.

Desde los tiempos coloniales, la iglesia católica había tenido una gran influencia política, social y economía en México. Las Leyes de Reforma buscaban acabar con ese poder y, además, Lerdo impulsó otras medidas como prohibir las manifestaciones religiosas fuera de los templos o la expulsión de los jesuitas.

Estas políticas contrarias a la Iglesia provocaron que apareciera un movimiento armado apoyado por el clero: los llamados cristeros. Estos, que protagonizaron algunas revueltas en Michoacán y Jalisco, exigían la dimisión de Lerdo, rechazaban la Constitución de 1857, pretendían que un nuevo presidente declarara al catolicismo como religión oficial y pedían un concordato con el Vaticano.

El papel de Lerdo de Tejada en la expulsión de los franceses de México fue fundamental. Una de sus tareas fue contactar con el gobierno estadounidense y solicitar ayuda en el conflicto. La Unión Americana, además, acababa de salir de su guerra civil y el bando derrotado, los confederados, había apoyado a Francia. La ayuda estadounidense permitió a las tropas de México empezar a infligir algunas derrotas a los franceses. Además, los problemas de Francia en Europa obligaron a Napoleón III a retirar parte de su ejército de México.

Anteriormente, en 1867, Maximiliano I, el emperador colocado por los franceses para gobernar México, fue ejecutado. Según algunas fuentes, Juárez pretendía perdonar la vida a Maximiliano, pero Lerdo de Tejada lo convenció de que era mejor ejecutarlo. Sin embargo, esta información nunca ha podido ser confirmada. Esta parte de la historia sirvió para que Sebastián ganara el aprecio de la sociedad y poder arribar a la presidencia de nuestro país.

En 1876, cuando había sido reelegido, el general Porfirio Díaz (José de la Cruz Porfirio Díaz Mori), que ya era también candidato a ocupar la presidencia de México, se pronunció contra la reelección de Lerdo para un nuevo periodo, promulgó el plan de Tuxtepec y derrotó a sus fuerzas en la batalla de Tecoac (16 de noviembre). Lerdo de Tejada perdió la batalla y se vio obligado a renunciar y entregó el poder a Protasio Tagle y abandonó el país rumbo a Estados Unidos donde vivió el resto de su vida desterrado en la ciudad de Nueva York, nunca se casó y sus restos fueron trasladados a México luego de fallecer el 22 de abril de 1889 y fue enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

joseroque@uteg.edu.mx