/ miércoles 13 de enero de 2021

Temis nos abandonó

Abel Campirano Marin

En la mitología Griega, Temis, hija de Urano el Dios del Cielo y de Gea la Diosa de la Tierra, era quien guiaba al buen camino, era generosa y era la diosa del orden por antonomasia.

Las modernas esculturas, recogen la idea mitológica y la representan con los ojos vendados, con una espada en una mano, en la otra sostiene una balanza y siempre vestida de blanco.

La espada castiga al culpable, la balanza muestra el equilibrio, los ojos vendados la imparcialidad y la blancura de su vestimenta la pureza de sus acciones.

En la Corte del Condado de Shelby en Memphis, Tenesee, la Ciudad de Elvis, el Rey del Rock, existe una escultura que representa la justicia con los ojos vendados y utilizando su balanza para pesar en cada platillo las demandas opuestas mostrando así el necesario ejercicio de ponderar las posiciones antagónicas que han puesto un caso en manos de la justicia.

Este es el romanticismo de la justicia. Ese anhelo inmanente en todos los seres humanos de buscar que a cada quien se le dé lo que le corresponde.

Ulpiano, un jurista fenicio, consejero de Alejandro Severo, definió la justicia en Roma como la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo. Constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuere.

Hoy día la justicia solo la encontramos en las esculturas, en los grabados, en las ilustraciones y en las fotografías. En alguna oportunidad mi entrañable amigo el notable periodista Jaime García Elías, me recordó una anécdota del viejo Maestro Don Lorenzo Martínez Negrete -de feliz memoria- cuando en el salón de clases preguntó a uno de sus alumnos de la carrera de abogacía, que era la justicia; el alumno volteó la mirada al cielo pretendiendo recordar algún concepto jurídico o filosófico, cuando fué abruptamente interrumpido por el "viejo zorro del derecho, el viejo Don Lencho" quien le dijo: "Exacto compañero, búsquela allá arriba, porque aquí abajo nunca la va a encontrar".

Efectivamente, la justicia cada día se vuelve mas ausente, mas veleidosa, diríase que más inexistente en nuestros sistemas judiciales. Temis nos ha abandonado.

Los Jueces que se supone son el epítome de la justicia, carecen en sus designaciones de la imparcialidad necesaria que les permitiría impartirla con los ojos vendados; tal parece que en los platos de las balanzas se acomodan no las demandas contrapuestas, sino el peso específico de las relaciones o del dinero, del poder monetario o del poder político y no del derecho instrumentalizado a través de las demandas y las respuestas.

Casos de injusticia son abundantes y reiterados, frecuentes y cada vez aumentan para agravar el daño causado al tejido social con políticas públicas poco proclives a la imparcialidad de los juzgadores.

Por citar un caso muy reciente en donde la protesta surge ante la impotencia de la defensa es el de dos muchachas empleadas del negocio donde se produjo el artero crimen del Ex-Gobernador Sandoval Díaz fueron vinculadas a proceso por supuestamente estar inodadas en la comisión del delito de encubrimiento, mientras los verdaderos culpables, el autor o los autores intelectuales y materiales del homicidio continúan en libertad. Triste realidad. Pan de cada día en los avatares de la Justicia.

Esto me trae a la mente el triste recuerdo de Madame Rolland, quien en 1793, cuando la guillotina pondría fin a su vida exclamó: " ¡Libertad! ¡cuantos crímenes se cometen en tu nombre!" Ella así pagó con su vida sus críticas a los excesos de la Monarquía y su exceso de confianza en Robespierre durante la revolución Francesa.

Cuantos han pagado con su vida la búsqueda de la justicia y la libertad?

*Abel Campirano Marin

Abel Campirano Marin

En la mitología Griega, Temis, hija de Urano el Dios del Cielo y de Gea la Diosa de la Tierra, era quien guiaba al buen camino, era generosa y era la diosa del orden por antonomasia.

Las modernas esculturas, recogen la idea mitológica y la representan con los ojos vendados, con una espada en una mano, en la otra sostiene una balanza y siempre vestida de blanco.

La espada castiga al culpable, la balanza muestra el equilibrio, los ojos vendados la imparcialidad y la blancura de su vestimenta la pureza de sus acciones.

En la Corte del Condado de Shelby en Memphis, Tenesee, la Ciudad de Elvis, el Rey del Rock, existe una escultura que representa la justicia con los ojos vendados y utilizando su balanza para pesar en cada platillo las demandas opuestas mostrando así el necesario ejercicio de ponderar las posiciones antagónicas que han puesto un caso en manos de la justicia.

Este es el romanticismo de la justicia. Ese anhelo inmanente en todos los seres humanos de buscar que a cada quien se le dé lo que le corresponde.

Ulpiano, un jurista fenicio, consejero de Alejandro Severo, definió la justicia en Roma como la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo. Constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuere.

Hoy día la justicia solo la encontramos en las esculturas, en los grabados, en las ilustraciones y en las fotografías. En alguna oportunidad mi entrañable amigo el notable periodista Jaime García Elías, me recordó una anécdota del viejo Maestro Don Lorenzo Martínez Negrete -de feliz memoria- cuando en el salón de clases preguntó a uno de sus alumnos de la carrera de abogacía, que era la justicia; el alumno volteó la mirada al cielo pretendiendo recordar algún concepto jurídico o filosófico, cuando fué abruptamente interrumpido por el "viejo zorro del derecho, el viejo Don Lencho" quien le dijo: "Exacto compañero, búsquela allá arriba, porque aquí abajo nunca la va a encontrar".

Efectivamente, la justicia cada día se vuelve mas ausente, mas veleidosa, diríase que más inexistente en nuestros sistemas judiciales. Temis nos ha abandonado.

Los Jueces que se supone son el epítome de la justicia, carecen en sus designaciones de la imparcialidad necesaria que les permitiría impartirla con los ojos vendados; tal parece que en los platos de las balanzas se acomodan no las demandas contrapuestas, sino el peso específico de las relaciones o del dinero, del poder monetario o del poder político y no del derecho instrumentalizado a través de las demandas y las respuestas.

Casos de injusticia son abundantes y reiterados, frecuentes y cada vez aumentan para agravar el daño causado al tejido social con políticas públicas poco proclives a la imparcialidad de los juzgadores.

Por citar un caso muy reciente en donde la protesta surge ante la impotencia de la defensa es el de dos muchachas empleadas del negocio donde se produjo el artero crimen del Ex-Gobernador Sandoval Díaz fueron vinculadas a proceso por supuestamente estar inodadas en la comisión del delito de encubrimiento, mientras los verdaderos culpables, el autor o los autores intelectuales y materiales del homicidio continúan en libertad. Triste realidad. Pan de cada día en los avatares de la Justicia.

Esto me trae a la mente el triste recuerdo de Madame Rolland, quien en 1793, cuando la guillotina pondría fin a su vida exclamó: " ¡Libertad! ¡cuantos crímenes se cometen en tu nombre!" Ella así pagó con su vida sus críticas a los excesos de la Monarquía y su exceso de confianza en Robespierre durante la revolución Francesa.

Cuantos han pagado con su vida la búsqueda de la justicia y la libertad?

*Abel Campirano Marin