/ sábado 6 de octubre de 2018

Temaca, la paz y las promesas rotas

El derecho a la paz, a

vivir en paz, implica cesar

en la creencia de que unos son

los virtuosos y acertados, y

otros los errados…: Federico Mayor



En nuestra sociedad siempre habrá conflictos y la presa de El Zapotillo es prueba de ello. Sin embargo, esto no significa que los conflictos se tengan que resolver de la misma forma en la que los hemos resuelto durante mucho tiempo en nuestro país – mediante la fuerza y la no escucha. En el caso de Temacapulín, todavía hay una oportunidad de que la solución sea diferente.


Usted de seguro ha escuchado de Temacapulín, un pequeño pueblo en los Altos de Jalisco de unos 800 habitantes. La construcción de una presa negociada hace mucho tiempo para dotar de agua al vecino estado de Guanajuato requiere, según el plan original, inundar ese pueblo y otras localidades cercanas como Acasico y Palmarejo. Los hechos están bastante bien documentados en los principales diarios de Guadalajara.

Desde que comenzó el conflicto tanto Aristóteles Sandoval como Enrique Alfaro han salido a “dar la nota” hablando a favor o en contra de la presa, o a dar una postura respecto a la altura de la presa que puede salvar o condenar a Temaca. En contadas ocasiones los hemos visto en diálogo o mesas de trabajo con los habitantes. El presidente electo López Obrador fue incluso más allá y declaró, en Guanajuato, que la presa era un hecho ya que ninguna inversión hecha en infraestructura debía de quedarse a medias.

Este pasado 4 de octubre, los habitantes de estas comunidades dieron una rueda de prensa en donde negaban rotundamente que la presa sea construida como se planeó originalmente y que se debe de buscar una solución “integral” de la mano de las comunidades.

Aquí hay una oportunidad: de un presidente electo todos esperamos definiciones claras. Sobre todo, por lo dicho en campaña respecto a la paz y la reconciliación. Escuchar a las comunidades, en vez de hablarles sin voltearlos a ver desde un estado vecino, es un paso para construir paz. Que quede claro – esta oportunidad como todas, también es pasajera. Con las acciones del nuevo gobierno, veremos si la voluntad de escucha es para quienes son afectados por sus decisiones o solamente para cumplir con el requisito de escuchar para después, hacer lo que se venga en gana. Por el bien de la paz, esperemos que no.

* Secretario General PAN Jalisco ̱


El derecho a la paz, a

vivir en paz, implica cesar

en la creencia de que unos son

los virtuosos y acertados, y

otros los errados…: Federico Mayor



En nuestra sociedad siempre habrá conflictos y la presa de El Zapotillo es prueba de ello. Sin embargo, esto no significa que los conflictos se tengan que resolver de la misma forma en la que los hemos resuelto durante mucho tiempo en nuestro país – mediante la fuerza y la no escucha. En el caso de Temacapulín, todavía hay una oportunidad de que la solución sea diferente.


Usted de seguro ha escuchado de Temacapulín, un pequeño pueblo en los Altos de Jalisco de unos 800 habitantes. La construcción de una presa negociada hace mucho tiempo para dotar de agua al vecino estado de Guanajuato requiere, según el plan original, inundar ese pueblo y otras localidades cercanas como Acasico y Palmarejo. Los hechos están bastante bien documentados en los principales diarios de Guadalajara.

Desde que comenzó el conflicto tanto Aristóteles Sandoval como Enrique Alfaro han salido a “dar la nota” hablando a favor o en contra de la presa, o a dar una postura respecto a la altura de la presa que puede salvar o condenar a Temaca. En contadas ocasiones los hemos visto en diálogo o mesas de trabajo con los habitantes. El presidente electo López Obrador fue incluso más allá y declaró, en Guanajuato, que la presa era un hecho ya que ninguna inversión hecha en infraestructura debía de quedarse a medias.

Este pasado 4 de octubre, los habitantes de estas comunidades dieron una rueda de prensa en donde negaban rotundamente que la presa sea construida como se planeó originalmente y que se debe de buscar una solución “integral” de la mano de las comunidades.

Aquí hay una oportunidad: de un presidente electo todos esperamos definiciones claras. Sobre todo, por lo dicho en campaña respecto a la paz y la reconciliación. Escuchar a las comunidades, en vez de hablarles sin voltearlos a ver desde un estado vecino, es un paso para construir paz. Que quede claro – esta oportunidad como todas, también es pasajera. Con las acciones del nuevo gobierno, veremos si la voluntad de escucha es para quienes son afectados por sus decisiones o solamente para cumplir con el requisito de escuchar para después, hacer lo que se venga en gana. Por el bien de la paz, esperemos que no.

* Secretario General PAN Jalisco ̱