Después de transcurridos ocho meses de gobierno “amlista” sobran pruebas para darnos cuenta que el poder se encuentra concentrado bajo el control absoluto de una sola mano: AMLO. Este estilo político de concentración de poder tuvo su origen en los sexenios de la época del dominio de un partido hegemónico: PRI.
Aquellas viejas prácticas que mucha lucha se hizo para ser desterradas, tal parece que reaparecen pero…..no corregidas y si aumentadas.
Resulta preocupante que en lugar de caminar al futuro nos refugiemos en el pasado, un pasado seco pero nunca transparente que vuelve a recurrir a un claro y pretencioso solipsismo, ese que no admite más realidad que la del yo que percibo.
Impresionan la cantidad de cambios y arbitrarias decisiones que se han dado en tan solo el 11% del periodo sexenal: ocho versus 72 meses. Los números hablan por sí solos: 18 programas sociales fulminantemente cancelados y en contrapartida 14 nuevos. Justo es aclarar que no alarma la cantidad sino el que son decisiones con alto riesgo de que fracasen por carecer de análisis previos y sobre todo de haber sido consensuados.
Ejemplos: la cancelación del Seguro Popular dentro del sector salud, un buen número de cancelaciones de programas y organizaciones de la sociedad civil, estancias infantiles entre ellas, la cancelación absurda del nuevo aeropuerto cuya suspensión acarreo un enorme daño económico, Progresa, Coneval y otros más, en resumen, se han cancelado 18 programas sociales y paralelamente se han creado 14 nuevos.
Lo verdaderamente peligroso es que los programas cancelados se han hecho sin que la sustitución de ellos tenga un análisis previo, consensuado y sin fines electoreros como se aprecia en varios de los nuevos, en otras palabras la cancelación y las nuevas creaciones carecen de ejercicios preventivos en cuanto a su impacto presupuestal y por supuesto social.
Indudablemente que el Presidente AMLO es un hombre con alto sentido patriótico, sin embargo algunos de sus colaboradores más cercanos, ya sea por falta de conocimientos o de experiencia estén planteándole proyectos y planes cuyas metas son francamente ilusorias, la ahora célebre frase: “Yo tengo otros datos” quizás de ahí proviene. La precipitación en ciertas decisiones da la apariencia de improvisaciones obligadas por las circunstancias.
Finalmente y no menos importante es la absoluta y total incertidumbre que se ha enquistado en sectores productivos de la sociedad, el empresariado, generador de empleos, ha venido caminando entre rupturas y conciliaciones, encerrándose ambas partes en círculos más estrechos y esto ante un oscuro entorno mundial de real y verdadera probabilidad de recesión desalienta a los sectores productivos del país.
Darle nitidez a su política es quizás la mejor tarea a realizar en este momento, comenzando por alejarse de ese mal interpretado solipsismo gubernamental.