/ jueves 22 de julio de 2021

Retorno a clases presenciales

La pandemia nos cambió la forma de vida. Nos enclaustramos, perdimos mucho contacto con el mundo físico, ya no nos saludamos extendiendo la mano franca y abierta; solo mostramos el puño, vivimos con la mitad de la cara oculta, dejamos de frecuentar personas y lugares y trabajamos desde casa, entre otras muchas cosas más.

Una de las cosas que se tuvieron que hacer a fuerzas fue continuar con el año escolar mediante el apoyo de uno de los más geniales inventos del siglo XX, el Internet, que nos permite hacer conexión desde los lugares más remotos.

Gracias a la WEB, los educandos pudieron rescatar sus ciclos lectivos en mayor o menor grado, aunque con las deficiencias y retrasos obvios y con la ausencia dolorosa de la convivencia social, imprescindible sobre todo en los primeros años de la instrucción, cuando se va forjando el carácter de nuestros niños.

Fue enorme el esfuerzo de los profesores que abrieron las puertas de sus hogares e improvisaron los salones de clases lo mismo en el comedor, que en la recámara o en la sala; las maestras cumplieron desde su trinchera con su triple función: ser esposas, madres y profesoras de tiempo completo.

Para ellas y los Maestros en general mi absoluto reconocimiento y gratitud por todo el bien hecho a nuestros hijos; valoro su sacrificio y dedicación.

Ahora todo apunta a que el mes próximo se reanude la asistencia presencial a las aulas. Es indudable que es lo mejor en tiempos normales; la distancia nos aleja y la cercanía entre los alumnos y de ellos con sus profesores es indispensable para el desarrollo armónico de la personalidad de los estudiantes.

Pero... el eterno pero. Esa conjunción adversativa que se encuentra siempre presente en nuestro vocabulario cotidiano y que la usamos más que como sustantivo, no podía faltar en este asunto del retorno a clases presenciales.

Conviene o no el retorno a clases presenciales en estos momentos? Los índices de contagios de la Pandemia de Covid19 y sus variantes son alarmantes; la falta de previsión global para evitar que se siga expandiendo geométricamente y una apuesta errónea a las vacunas, pretendiendo considerar que éstas son cura o alivio y que basta su aplicación para que desaparezca este virus que nos asedia embozadamente a todos, torna en preocupante el regreso a clases.

La presión es mucha, lo sé. La reactivación económica es una exigencia, sin embargo, el retorno presencial a clases parece una decisión equivocada porque la mayor parte de la población estudiantil no se encuentra vacunada y por tanto es susceptible de ser contagiada y ser contagiosa y llevar virus a sus casas y será el cuento de nunca acabar.

Se propone un sistema híbrido y voluntario para que sean los Padres los que decidan si llevan o no a sus hijos a la Escuela. Me parece demasiada carga a quienes no deben llevarla. Esa es responsabilidad del Gobierno como organismo rector de la educación.

Regresar a clases presenciales -sí y solo si- existen medidas que resulten obligatorias como el uso permanente de cubre bocas KN95 que son los mas efectivos, el lavado constante de manos y sobre todo la sana distancia.

El Gobierno se ha dejado llevar por la frivolidad y el negocio; ha sido permisivo en fiestas, reuniones, banquetes, bailes, espectáculos, apertura de bares, antros y balnearios, olvidándose de que mientras mas se aglomera la gente más se contagia y los afectados son nuestros niños que continuarán en el encierro gracias a la liviandad de autoridades y padres de familia. Es tiempo de rectificar.

Agosto será el momento de la gran definición. Retorno a clases presenciales, (y otra vez la conjunción adversativa) pero a condición de extremas medidas de seguridad o el peso de las muertes de nuestros hijos estará siempre en la conciencia de quienes nos gobiernan y no cumplen con la obligación que les impone el artículo 4 de la Constitución Federal.

* Doctor en Derecho

La pandemia nos cambió la forma de vida. Nos enclaustramos, perdimos mucho contacto con el mundo físico, ya no nos saludamos extendiendo la mano franca y abierta; solo mostramos el puño, vivimos con la mitad de la cara oculta, dejamos de frecuentar personas y lugares y trabajamos desde casa, entre otras muchas cosas más.

Una de las cosas que se tuvieron que hacer a fuerzas fue continuar con el año escolar mediante el apoyo de uno de los más geniales inventos del siglo XX, el Internet, que nos permite hacer conexión desde los lugares más remotos.

Gracias a la WEB, los educandos pudieron rescatar sus ciclos lectivos en mayor o menor grado, aunque con las deficiencias y retrasos obvios y con la ausencia dolorosa de la convivencia social, imprescindible sobre todo en los primeros años de la instrucción, cuando se va forjando el carácter de nuestros niños.

Fue enorme el esfuerzo de los profesores que abrieron las puertas de sus hogares e improvisaron los salones de clases lo mismo en el comedor, que en la recámara o en la sala; las maestras cumplieron desde su trinchera con su triple función: ser esposas, madres y profesoras de tiempo completo.

Para ellas y los Maestros en general mi absoluto reconocimiento y gratitud por todo el bien hecho a nuestros hijos; valoro su sacrificio y dedicación.

Ahora todo apunta a que el mes próximo se reanude la asistencia presencial a las aulas. Es indudable que es lo mejor en tiempos normales; la distancia nos aleja y la cercanía entre los alumnos y de ellos con sus profesores es indispensable para el desarrollo armónico de la personalidad de los estudiantes.

Pero... el eterno pero. Esa conjunción adversativa que se encuentra siempre presente en nuestro vocabulario cotidiano y que la usamos más que como sustantivo, no podía faltar en este asunto del retorno a clases presenciales.

Conviene o no el retorno a clases presenciales en estos momentos? Los índices de contagios de la Pandemia de Covid19 y sus variantes son alarmantes; la falta de previsión global para evitar que se siga expandiendo geométricamente y una apuesta errónea a las vacunas, pretendiendo considerar que éstas son cura o alivio y que basta su aplicación para que desaparezca este virus que nos asedia embozadamente a todos, torna en preocupante el regreso a clases.

La presión es mucha, lo sé. La reactivación económica es una exigencia, sin embargo, el retorno presencial a clases parece una decisión equivocada porque la mayor parte de la población estudiantil no se encuentra vacunada y por tanto es susceptible de ser contagiada y ser contagiosa y llevar virus a sus casas y será el cuento de nunca acabar.

Se propone un sistema híbrido y voluntario para que sean los Padres los que decidan si llevan o no a sus hijos a la Escuela. Me parece demasiada carga a quienes no deben llevarla. Esa es responsabilidad del Gobierno como organismo rector de la educación.

Regresar a clases presenciales -sí y solo si- existen medidas que resulten obligatorias como el uso permanente de cubre bocas KN95 que son los mas efectivos, el lavado constante de manos y sobre todo la sana distancia.

El Gobierno se ha dejado llevar por la frivolidad y el negocio; ha sido permisivo en fiestas, reuniones, banquetes, bailes, espectáculos, apertura de bares, antros y balnearios, olvidándose de que mientras mas se aglomera la gente más se contagia y los afectados son nuestros niños que continuarán en el encierro gracias a la liviandad de autoridades y padres de familia. Es tiempo de rectificar.

Agosto será el momento de la gran definición. Retorno a clases presenciales, (y otra vez la conjunción adversativa) pero a condición de extremas medidas de seguridad o el peso de las muertes de nuestros hijos estará siempre en la conciencia de quienes nos gobiernan y no cumplen con la obligación que les impone el artículo 4 de la Constitución Federal.

* Doctor en Derecho