/ lunes 13 de abril de 2020

Resumen histórico

Todo tiene un inicio y un final, claro, existen excepciones como es en la presente colaboración. Me refiero a la fiesta o acto solemne que se conmemora el Día de las Américas. En el año 1826 el libertador venezolano, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco (Simón Bolívar) convocó al Congreso en Panamá con el propósito de buscar la unión o confederación de los estados de América sobre la base de los anteriores virreinatos hispanoamericanos, en un proyecto de unificación continental como en otrora lo había ideado el precursor de la independencia hispanoamericana, Francisco de Miranda.

Con aquel ideal, el 14 de abril de 1890, se realizó la Primera Conferencia Internacional Americana en Washington, D.C., en la que se estableció la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas y su secretaría permanente, la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, hoy la Organización de Estados Americanos (OEA).

El Primer Día de las Américas fue celebrado a lo largo de este Continente en el año de 1931. Fue así como varios países, el Salvador, Guatemala y Haití, declararon el 14 de abril como fiesta nacional. En estas naciones como en otros países de la Unión Panamericana, hubo recepciones diplomáticas, públicas y civiles, programas en las escuelas y una gran cantidad de proclamaciones promoviendo los principios del Panamericanismo.

Una de las declaraciones aseguró que, en el espíritu del Panamericanismo, las naciones de América podrían reafirmar los ideales de paz y solidaridad continental que todos desean, fortalecer los lazos naturales e históricos y recordar los intereses comunes y aspiraciones que hacen de los países del hemisferio un centro de influencia positiva en el movimiento universal a favor de la paz, la justicia y la ley entre las naciones.

Firme propósito que ha quedado en letra muerta para algunos pueblos de América ya que, durante el siglo XX, se produjeron al menos cuatro revoluciones: la Revolución Mexicana, iniciada en 1910, la Boliviana, en abril de 1952, la Cubana, triunfante a comienzos de 1959 y finalmente la Nicaragüense, sucedida a fines de la década de 1970. Este conjunto de grandes revoluciones triunfantes, tiene como suelo común la realización de transformaciones que a largo plazo resultarían irreversibles y dañinas.

De tal manera que algunos escritores e historiadores coinciden en que el sueño de Simón Bolívar fracasó debido a que su proyecto contenía ideas monárquicas y centralistas. Esto sumado a que, en esos años, países que se constituyeron como federalistas, México y Argentina, se opusieron a la idea bolivariana de una confederación de gobiernos basados en un poder central al estilo monárquico.

A todo esto, deben agregarse los conflictos internos de cada nación americana que ha cobrado miles de vidas humanas por los desaciertos del gobierno en turno que no quiere acatar la decisión del pueblo. Personas que, en forma democrática, quieren cambiar el rumbo del país para no vivir en una dictadura que mucho afecta, por generaciones en todos sentidos, a aquel pueblo inconforme por la situación vivida.

Finalmente, y como antecedente, los pueblos ancestrales llamaban Amakura al Continente Americano. Un líder llamado Aymara propuso la palabra de los Kuna de Panamá: Abya Yala que significa tierra fecunda, para hacer referencia a este continente indígena en contraposición a América. Hay quienes prefieren retomar la palabra Amakura, principalmente por un sentido iniciático y espiritual, pues Amaru, es la serpiente emplumada hablada en todas las culturas, y que representa al alma conjunta de todo este continente. En este sentido proponen que se le vuelva a llamar al Continente Americano, Amakura, la tierra de la sabiduría.

Respetable amigo lector, seguro estoy que, con este resumen histórico, usted recordará hechos históricos documentados que han empañado a los idealistas de la paz. Como siempre, agradecido con usted por permitir que mi colaboración siga sirviendo.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

E-mail: joseroque@uteg.edu.mx

Todo tiene un inicio y un final, claro, existen excepciones como es en la presente colaboración. Me refiero a la fiesta o acto solemne que se conmemora el Día de las Américas. En el año 1826 el libertador venezolano, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco (Simón Bolívar) convocó al Congreso en Panamá con el propósito de buscar la unión o confederación de los estados de América sobre la base de los anteriores virreinatos hispanoamericanos, en un proyecto de unificación continental como en otrora lo había ideado el precursor de la independencia hispanoamericana, Francisco de Miranda.

Con aquel ideal, el 14 de abril de 1890, se realizó la Primera Conferencia Internacional Americana en Washington, D.C., en la que se estableció la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas y su secretaría permanente, la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, hoy la Organización de Estados Americanos (OEA).

El Primer Día de las Américas fue celebrado a lo largo de este Continente en el año de 1931. Fue así como varios países, el Salvador, Guatemala y Haití, declararon el 14 de abril como fiesta nacional. En estas naciones como en otros países de la Unión Panamericana, hubo recepciones diplomáticas, públicas y civiles, programas en las escuelas y una gran cantidad de proclamaciones promoviendo los principios del Panamericanismo.

Una de las declaraciones aseguró que, en el espíritu del Panamericanismo, las naciones de América podrían reafirmar los ideales de paz y solidaridad continental que todos desean, fortalecer los lazos naturales e históricos y recordar los intereses comunes y aspiraciones que hacen de los países del hemisferio un centro de influencia positiva en el movimiento universal a favor de la paz, la justicia y la ley entre las naciones.

Firme propósito que ha quedado en letra muerta para algunos pueblos de América ya que, durante el siglo XX, se produjeron al menos cuatro revoluciones: la Revolución Mexicana, iniciada en 1910, la Boliviana, en abril de 1952, la Cubana, triunfante a comienzos de 1959 y finalmente la Nicaragüense, sucedida a fines de la década de 1970. Este conjunto de grandes revoluciones triunfantes, tiene como suelo común la realización de transformaciones que a largo plazo resultarían irreversibles y dañinas.

De tal manera que algunos escritores e historiadores coinciden en que el sueño de Simón Bolívar fracasó debido a que su proyecto contenía ideas monárquicas y centralistas. Esto sumado a que, en esos años, países que se constituyeron como federalistas, México y Argentina, se opusieron a la idea bolivariana de una confederación de gobiernos basados en un poder central al estilo monárquico.

A todo esto, deben agregarse los conflictos internos de cada nación americana que ha cobrado miles de vidas humanas por los desaciertos del gobierno en turno que no quiere acatar la decisión del pueblo. Personas que, en forma democrática, quieren cambiar el rumbo del país para no vivir en una dictadura que mucho afecta, por generaciones en todos sentidos, a aquel pueblo inconforme por la situación vivida.

Finalmente, y como antecedente, los pueblos ancestrales llamaban Amakura al Continente Americano. Un líder llamado Aymara propuso la palabra de los Kuna de Panamá: Abya Yala que significa tierra fecunda, para hacer referencia a este continente indígena en contraposición a América. Hay quienes prefieren retomar la palabra Amakura, principalmente por un sentido iniciático y espiritual, pues Amaru, es la serpiente emplumada hablada en todas las culturas, y que representa al alma conjunta de todo este continente. En este sentido proponen que se le vuelva a llamar al Continente Americano, Amakura, la tierra de la sabiduría.

Respetable amigo lector, seguro estoy que, con este resumen histórico, usted recordará hechos históricos documentados que han empañado a los idealistas de la paz. Como siempre, agradecido con usted por permitir que mi colaboración siga sirviendo.

* Rector General del Centro Universitario UTEG

E-mail: joseroque@uteg.edu.mx