/ martes 17 de agosto de 2021

¿Regreso a clases presenciales?

La pandemia nos ha afectado a todos, de una o más formas. Algunas, tienen efectos inmediatos; otras, consecuencias que trastocan vidas, modifican existencias o alteran futuros, de formas que aún no somos capaces de darnos cuenta. Hay múltiples matices y puntos de aborde para discutir sobre los daños y las secuelas de la pandemia, pero ahora estamos en el borde de una decisión gubernamental por demás importante, que modificará la situación y los resultados de nuestras vidas: el regreso a clases presenciales, que propone el gobierno de México.

Abordo mi punto de vista desde una posición difícil de contradecir: Lo más importante es conservar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, así como preservar nuestra salud. Exponer la vida y comprometer la salud, es algo que millones de humanos realizan a diario, consumiendo drogas, manejando a velocidades altas sin motivo, con prácticas sexuales de alto riesgo, exponiéndose a peligros, desafiando a la naturaleza y de mil formas.

Siendo congruentes, quienes exponen a sus hijos a convivencia social como si no existiera la pandemia, mandarlos a la escuela a salones de clases con 35 compañeros promedio, pues no agrava mucho más el riesgo de su familia. Pero vale la pena excluir a las familias que aunque quisieran, exponen a sus hijos a trabajar, a convivir con gente por necesidad, no por gusto, para ganarse el sustento.

Ahí, la responsabilidad de la subsistencia doblega a la precaución. Pero no se puede generalizar. Y el gobierno de un pueblo debe tomar medidas benéficas, convenientes y buenas para el bien colectivo, pensando en la sociedad como conjunto, no como islas de intereses grupales.

El regreso a clases es necesario desde muchas ópticas: económica, de desarrollo de habilidades sociales, de experimentación en laboratorios, de aprendizaje. Regresar al momento anterior a la pandemia es deseable por casi todos. La escuela, realiza funciones sociales innegables e indiscutibles. Y en otros países del mundo, han regresado… pero también en otros países del mundo, se han vuelto a confinar por segunda o tercera cuarentena.

Se prevé por las autoridades sanitarias que el peor momento de la tercera ola en México suceda entre la tercera o cuarta semana de septiembre. Hoy, se ha informado que niñez y juventud están siendo víctimas de contagio en México. Se aduce que la variante delta es agresiva contra ellos. Regresar a las aulas y tomar clases presenciales, en un país donde los políticos imponen su necedad a los científicos, donde los intereses económicos son más valorados que el bienestar comunitario, donde la presión de los dueños de escuelas particulares y universidades, presionan a un gobierno débil y sin planeación, obligan a preocuparnos, pues en la escuela, la salud de nuestros hijos dependerá de lo que en casa les inculquemos, no pudiendo esperar mucho o nada de las autoridades escolares ni gubernamentales, que solo aportaran números telefónicos de alerta en caso de síntomas.

El decálogo gubernamental expuesto por la SEP es corto, insuficiente, irresponsable. El gobierno ni siquiera proveerá gel o desinfectante, ni arcos desinfectantes, ni vacunas a los menores de edad según sentenció el presidente López Obrador.

Se dicen preparados pero en los hechos, han sido incapaces de combatir a los piojos ¿Cómo podrían superar al covid-19? Los argumentos oficiales suenan alejados de la ciencia, de lo racional, llenos de capricho, de humor, de engaño, obscuros, falaces. La duda prevalece e ira aumentando conforme nos acerquemos más al día 1 de septiembre, fecha en que reventará el problema y sin duda, nos hará crisis.

* Consultor

La pandemia nos ha afectado a todos, de una o más formas. Algunas, tienen efectos inmediatos; otras, consecuencias que trastocan vidas, modifican existencias o alteran futuros, de formas que aún no somos capaces de darnos cuenta. Hay múltiples matices y puntos de aborde para discutir sobre los daños y las secuelas de la pandemia, pero ahora estamos en el borde de una decisión gubernamental por demás importante, que modificará la situación y los resultados de nuestras vidas: el regreso a clases presenciales, que propone el gobierno de México.

Abordo mi punto de vista desde una posición difícil de contradecir: Lo más importante es conservar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, así como preservar nuestra salud. Exponer la vida y comprometer la salud, es algo que millones de humanos realizan a diario, consumiendo drogas, manejando a velocidades altas sin motivo, con prácticas sexuales de alto riesgo, exponiéndose a peligros, desafiando a la naturaleza y de mil formas.

Siendo congruentes, quienes exponen a sus hijos a convivencia social como si no existiera la pandemia, mandarlos a la escuela a salones de clases con 35 compañeros promedio, pues no agrava mucho más el riesgo de su familia. Pero vale la pena excluir a las familias que aunque quisieran, exponen a sus hijos a trabajar, a convivir con gente por necesidad, no por gusto, para ganarse el sustento.

Ahí, la responsabilidad de la subsistencia doblega a la precaución. Pero no se puede generalizar. Y el gobierno de un pueblo debe tomar medidas benéficas, convenientes y buenas para el bien colectivo, pensando en la sociedad como conjunto, no como islas de intereses grupales.

El regreso a clases es necesario desde muchas ópticas: económica, de desarrollo de habilidades sociales, de experimentación en laboratorios, de aprendizaje. Regresar al momento anterior a la pandemia es deseable por casi todos. La escuela, realiza funciones sociales innegables e indiscutibles. Y en otros países del mundo, han regresado… pero también en otros países del mundo, se han vuelto a confinar por segunda o tercera cuarentena.

Se prevé por las autoridades sanitarias que el peor momento de la tercera ola en México suceda entre la tercera o cuarta semana de septiembre. Hoy, se ha informado que niñez y juventud están siendo víctimas de contagio en México. Se aduce que la variante delta es agresiva contra ellos. Regresar a las aulas y tomar clases presenciales, en un país donde los políticos imponen su necedad a los científicos, donde los intereses económicos son más valorados que el bienestar comunitario, donde la presión de los dueños de escuelas particulares y universidades, presionan a un gobierno débil y sin planeación, obligan a preocuparnos, pues en la escuela, la salud de nuestros hijos dependerá de lo que en casa les inculquemos, no pudiendo esperar mucho o nada de las autoridades escolares ni gubernamentales, que solo aportaran números telefónicos de alerta en caso de síntomas.

El decálogo gubernamental expuesto por la SEP es corto, insuficiente, irresponsable. El gobierno ni siquiera proveerá gel o desinfectante, ni arcos desinfectantes, ni vacunas a los menores de edad según sentenció el presidente López Obrador.

Se dicen preparados pero en los hechos, han sido incapaces de combatir a los piojos ¿Cómo podrían superar al covid-19? Los argumentos oficiales suenan alejados de la ciencia, de lo racional, llenos de capricho, de humor, de engaño, obscuros, falaces. La duda prevalece e ira aumentando conforme nos acerquemos más al día 1 de septiembre, fecha en que reventará el problema y sin duda, nos hará crisis.

* Consultor