/ domingo 28 de julio de 2019

Refundación, ¿una odiosa palabreja?


Óscar Ábrego


En su más reciente encuesta nacional –la que corresponde al mes de junio- la firma Arias Consultores, de nuevo arrojó un dato revelador: el gobierno que encabeza Enrique Alfaro apenas y supera el 25% de aprobación. Y con un nivel de confianza que no alcanza ni siquiera el 30%, los ciudadanos entrevistados reprueban con altísimos porcentajes temas como el de la salud (78.9%), economía (79.4%), ataque a la corrupción (83.5%) y combate a la inseguridad (90.4%).

Así pues, está claro que la administración naranja atraviesa por un momento crítico en términos de percepción colectiva. No obstante, el primer cerco del mandatario, insiste en que la raza es noble y terminará por rendirse a sus pies. Su optimismo se basa en la débil resistencia que ofrecen los partidos políticos de oposición y los acuerdos nefandos que han construido con algunos “líderes de opinión” y los medios de comunicación para los que laboran.

Bajo la premisa beisbolera de que no importa cómo inicia, sino cómo termina el juego, me parece que el alfarismo se equivoca; pero de cualquier forma creo que aún está a tiempo para tomarse un respiro y ajustar su estrategia. Yo no soy de los que festeja el hecho de que la actual gestión se caiga a pedazos conforme avanzan los meses. A nadie le conviene que haya una autoridad con la mayoría de la población en contra. Sin embargo -también hay que decirlo-, los focos de alarma se han encendidos en las calles y en Casa Jalisco no hay quien se dé por enterado.

Recordemos que hay dos variables que no se pueden tomar a la ligera: la seguridad y las finanzas. Cuando la gente siente que ha perdido la convicción de que regresará sana y salva a su hogar, o de que sus bolsillos son saqueados de manera abusiva y autoritaria, la animadversión contra sus gobernantes se vuelve furiosa.

Por ejemplo, a los ojos del ciudadano común, el asesinato del fiscal regional, Gonzalo Huitrón Reynoso, sólo confirmó que no hay alguien que esté libre de riesgo en nuestra entidad. Si la muerte alcanza a un alto mando de la policía, entonces qué podemos esperar el resto de los mortales. Por supuesto, ya ni qué decir de la creación del Organismo Público Descentralizado (OPD) Policía Metropolitana, cuyo nacimiento genera más dudas que certezas, y si no, que le pregunten a la alcaldesa de Tlaquepaque, María Elena Limón.

El otro caso tiene que ver con el aumento a la tarifa del Macrobús, Tren Ligero y algunas rutas. En un acto verdaderamente sorpresivo (literal), el anuncio se dio frente a personas que nunca utilizan el transporte público, y peor aún, sin ninguna explicación técnica que justifique este atentado al gasto familiar. Pero eso no fue todo, se afirmó que los empresarios apoyarán con 10 pesos diarios a sus empleados para subsanar el daño, cosa que raya en lo absurdo e imposible. La presencia y el aplauso de un puñado de dirigentes del sector productivo, no crea leyes ni decretos. Eso no sólo debe saberlo el gobernador, sino también la gavilla de asesores, colaboradores y amigos que le abrillantan los zapatos.

Insisto, para nadie es bueno que el miedo y el enojo se fusionen en una mezcla explosiva. Enrique Alfaro y sus incondicionales tienen la oportunidad de evaluar las consecuencias de las decisiones que han tomado -como la de reprimir manifestaciones-, con el propósito de emprender correcciones, pues de lo contrario, la llamada Refundación se convertirá en una odiosa palabreja.



Óscar Ábrego


En su más reciente encuesta nacional –la que corresponde al mes de junio- la firma Arias Consultores, de nuevo arrojó un dato revelador: el gobierno que encabeza Enrique Alfaro apenas y supera el 25% de aprobación. Y con un nivel de confianza que no alcanza ni siquiera el 30%, los ciudadanos entrevistados reprueban con altísimos porcentajes temas como el de la salud (78.9%), economía (79.4%), ataque a la corrupción (83.5%) y combate a la inseguridad (90.4%).

Así pues, está claro que la administración naranja atraviesa por un momento crítico en términos de percepción colectiva. No obstante, el primer cerco del mandatario, insiste en que la raza es noble y terminará por rendirse a sus pies. Su optimismo se basa en la débil resistencia que ofrecen los partidos políticos de oposición y los acuerdos nefandos que han construido con algunos “líderes de opinión” y los medios de comunicación para los que laboran.

Bajo la premisa beisbolera de que no importa cómo inicia, sino cómo termina el juego, me parece que el alfarismo se equivoca; pero de cualquier forma creo que aún está a tiempo para tomarse un respiro y ajustar su estrategia. Yo no soy de los que festeja el hecho de que la actual gestión se caiga a pedazos conforme avanzan los meses. A nadie le conviene que haya una autoridad con la mayoría de la población en contra. Sin embargo -también hay que decirlo-, los focos de alarma se han encendidos en las calles y en Casa Jalisco no hay quien se dé por enterado.

Recordemos que hay dos variables que no se pueden tomar a la ligera: la seguridad y las finanzas. Cuando la gente siente que ha perdido la convicción de que regresará sana y salva a su hogar, o de que sus bolsillos son saqueados de manera abusiva y autoritaria, la animadversión contra sus gobernantes se vuelve furiosa.

Por ejemplo, a los ojos del ciudadano común, el asesinato del fiscal regional, Gonzalo Huitrón Reynoso, sólo confirmó que no hay alguien que esté libre de riesgo en nuestra entidad. Si la muerte alcanza a un alto mando de la policía, entonces qué podemos esperar el resto de los mortales. Por supuesto, ya ni qué decir de la creación del Organismo Público Descentralizado (OPD) Policía Metropolitana, cuyo nacimiento genera más dudas que certezas, y si no, que le pregunten a la alcaldesa de Tlaquepaque, María Elena Limón.

El otro caso tiene que ver con el aumento a la tarifa del Macrobús, Tren Ligero y algunas rutas. En un acto verdaderamente sorpresivo (literal), el anuncio se dio frente a personas que nunca utilizan el transporte público, y peor aún, sin ninguna explicación técnica que justifique este atentado al gasto familiar. Pero eso no fue todo, se afirmó que los empresarios apoyarán con 10 pesos diarios a sus empleados para subsanar el daño, cosa que raya en lo absurdo e imposible. La presencia y el aplauso de un puñado de dirigentes del sector productivo, no crea leyes ni decretos. Eso no sólo debe saberlo el gobernador, sino también la gavilla de asesores, colaboradores y amigos que le abrillantan los zapatos.

Insisto, para nadie es bueno que el miedo y el enojo se fusionen en una mezcla explosiva. Enrique Alfaro y sus incondicionales tienen la oportunidad de evaluar las consecuencias de las decisiones que han tomado -como la de reprimir manifestaciones-, con el propósito de emprender correcciones, pues de lo contrario, la llamada Refundación se convertirá en una odiosa palabreja.