/ domingo 15 de marzo de 2020

Reconstruyendo masculinidades

La masculinidad es una dimensión del orden de género que remite a una estructura de relaciones sociales, la cual involucra relaciones específicas con los cuerpos y define posibilidades y consecuencias diferenciales para las personas

Raewyn Connell, socióloga


De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) entendemos por masculinidad al conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada.

Ahora, es una verdad que vivimos en un mundo permeado por la masculinidad. En todos los espacios en los que nos desarrollamos como familias de origen, vida en pareja, mundo laboral, en la academia, en lo político e incluso en la salud, es evidente la ausencia de reflexiones informadas sobre el impacto del machismo cotidiano como expresión de violencia de género.

Sin embargo, ¿qué es ser “masculino”? La masculinidad en sí misma es una construcción social, esto quiere decir que con el transcurso del tiempo y dependiendo del momento cultural, ideológico o económico que una sociedad esté atravesando, esta noción puede ir transformándose. De modo que existen múltiples nociones ya construidas: 1) masculinidad hegemónica; 2) masculinidad subordinada; 3) masculinidades alternas; 4) micromachismo o machismos cotidianos y; 5) el machismo.

Las masculinidades hegemónicas, el micromachismo o machismos cotidianos y el machismo per se afecta también a los hombres. ¿Cómo? En su posibilidad de una vida plena. Una ejemplificación son las enormes cargas sociales impuestas a los varones, razón por la que “La inequidad y la violencia es en mayor medida ejercida por los mismos hombres”. (Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, CONACYT).

La buena noticia es que al ser la masculinidad una noción construida y además socialmente aprendida, en consecuencia es posible modificarla, a través del autoconocimiento individual.

Desde hace unos años, los estudios sobre cambio social hablan de las dimensiones de la vida cotidiana y cómo las prácticas de hombres y mujeres han ido cambiando como resultado de la búsqueda de las propias mujeres a una mayor equidad, a la disminución de violencia en sus relaciones profesionales y personales.

Una vez replanteada la masculinidad que buscamos vivir es importante analizar desde esa nueva construcción de masculinidad la distribución de poder, nuestra vida cotidiana y criticar las políticas públicas de todas la vida. Como sociedad tenemos mucho que repensar, que aportar, mucho que cuestionarnos y mucho por crear.


* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco

La masculinidad es una dimensión del orden de género que remite a una estructura de relaciones sociales, la cual involucra relaciones específicas con los cuerpos y define posibilidades y consecuencias diferenciales para las personas

Raewyn Connell, socióloga


De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) entendemos por masculinidad al conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada.

Ahora, es una verdad que vivimos en un mundo permeado por la masculinidad. En todos los espacios en los que nos desarrollamos como familias de origen, vida en pareja, mundo laboral, en la academia, en lo político e incluso en la salud, es evidente la ausencia de reflexiones informadas sobre el impacto del machismo cotidiano como expresión de violencia de género.

Sin embargo, ¿qué es ser “masculino”? La masculinidad en sí misma es una construcción social, esto quiere decir que con el transcurso del tiempo y dependiendo del momento cultural, ideológico o económico que una sociedad esté atravesando, esta noción puede ir transformándose. De modo que existen múltiples nociones ya construidas: 1) masculinidad hegemónica; 2) masculinidad subordinada; 3) masculinidades alternas; 4) micromachismo o machismos cotidianos y; 5) el machismo.

Las masculinidades hegemónicas, el micromachismo o machismos cotidianos y el machismo per se afecta también a los hombres. ¿Cómo? En su posibilidad de una vida plena. Una ejemplificación son las enormes cargas sociales impuestas a los varones, razón por la que “La inequidad y la violencia es en mayor medida ejercida por los mismos hombres”. (Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, CONACYT).

La buena noticia es que al ser la masculinidad una noción construida y además socialmente aprendida, en consecuencia es posible modificarla, a través del autoconocimiento individual.

Desde hace unos años, los estudios sobre cambio social hablan de las dimensiones de la vida cotidiana y cómo las prácticas de hombres y mujeres han ido cambiando como resultado de la búsqueda de las propias mujeres a una mayor equidad, a la disminución de violencia en sus relaciones profesionales y personales.

Una vez replanteada la masculinidad que buscamos vivir es importante analizar desde esa nueva construcción de masculinidad la distribución de poder, nuestra vida cotidiana y criticar las políticas públicas de todas la vida. Como sociedad tenemos mucho que repensar, que aportar, mucho que cuestionarnos y mucho por crear.


* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco