/ jueves 25 de febrero de 2021

¿Qué nos dejó el Covid en materia de seguridad en Jalisco?


Alexis Rojas Umanzor*


Si hablamos de lo que nos ha dejado el Covid-19, debemos hablar de un sistema de gobierno vulnerado y exhibido, a tal grado, que la violencia que se vive en Jalisco no tiene precedentes. El poder del crimen organizado tiene sometido al estado, y se manifiesta por medio de la corrupción que impone, no sólo a nivel gobierno, sino a nivel sociedad. La descomposición es tanta, que estas organizaciones delincuenciales se dan el lujo de construir hospitales en los que se les brinda atención médica a sus miembros y a los habitantes de su comunidad, con el firme propósito de ganarse el respeto y el afecto de la población.

En plena pandemia, tales grupos realizan acciones “gratificantes y bien vistas”, como regalar despensas con alimentos y artículos de primera necesidad a las familias, o dar juguetes a los niños de las regiones más afectadas por la pandemia. Esto es una muestra del poder que tienen para corromper el pensamiento colectivo: sus actos los hacen quedar como héroes que apoyan las causas sociales y benefician a las comunidades más vulnerables, aquellas que generalmente se convierten en las más olvidadas y excluidas por parte del Estado.

Aunado a lo anterior, para estos sectores de la sociedad los partidos políticos solo se presentan en tiempos de campaña y los gobernantes se olvidan de ellos ante situaciones críticas, mientras que el crimen organizado brinda ayuda que no van a negarse a recibir. Así, las organizaciones delincuenciales de nuestro estado aprovechan muy bien el momento y se sitúan en el agrado de los ciudadanos que viven en una continua situación de riesgo a causa de sus bajos recursos económicos; además, tienen permiso de autoridades municipales y estatales para operar en total libertad.

Por otro lado, hay un claro incremento en los abusos por parte de los cuerpos de seguridad, que con prepotencia violentan nuestros derechos, aprovechando sus nexos con el crimen organizado, e incluso vulnerando la seguridad pública de nuestro estado. Una extensión de esto es la reciente ejecución armada contra el exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, baleado en Puerto Vallarta. En este suceso, la participación del crimen organizado es indudable, qué mayor muestra de corrupción que la respuesta por parte de los cuerpos de seguridad de la entidad, quienes tardaron más de una hora en llegar al lugar del delito, permitiendo así la limpieza del lugar, para después excusarse del caso debido a la alteración de la escena del crimen.

Este 2020 me dejó mucho que pensar, sobre todo algo es claro: tenemos que intervenir. En primer lugar, necesitamos apoyar las causas sociales y compartir un poco (o mucho) de lo que sabemos, esta es la mejor manera de inspirar alegría y confianza en que las cosas pueden cambiar. Por otra parte, la transformación hacia una verdadera política pública que atienda las necesidades de todas nuestras comunidades requiere de la elección pensada y correcta que hagamos de nuestros gobernantes. Necesitamos crear políticas que funcionen para nuestro estado porque, a este paso, solo nos espera un Jalisco deficiente y, en materia de seguridad, envuelto en llamas.

* Estudiante de derecho en el CUT

IG. @umansor.alexis

TW. @Alexis Umanzor


Alexis Rojas Umanzor*


Si hablamos de lo que nos ha dejado el Covid-19, debemos hablar de un sistema de gobierno vulnerado y exhibido, a tal grado, que la violencia que se vive en Jalisco no tiene precedentes. El poder del crimen organizado tiene sometido al estado, y se manifiesta por medio de la corrupción que impone, no sólo a nivel gobierno, sino a nivel sociedad. La descomposición es tanta, que estas organizaciones delincuenciales se dan el lujo de construir hospitales en los que se les brinda atención médica a sus miembros y a los habitantes de su comunidad, con el firme propósito de ganarse el respeto y el afecto de la población.

En plena pandemia, tales grupos realizan acciones “gratificantes y bien vistas”, como regalar despensas con alimentos y artículos de primera necesidad a las familias, o dar juguetes a los niños de las regiones más afectadas por la pandemia. Esto es una muestra del poder que tienen para corromper el pensamiento colectivo: sus actos los hacen quedar como héroes que apoyan las causas sociales y benefician a las comunidades más vulnerables, aquellas que generalmente se convierten en las más olvidadas y excluidas por parte del Estado.

Aunado a lo anterior, para estos sectores de la sociedad los partidos políticos solo se presentan en tiempos de campaña y los gobernantes se olvidan de ellos ante situaciones críticas, mientras que el crimen organizado brinda ayuda que no van a negarse a recibir. Así, las organizaciones delincuenciales de nuestro estado aprovechan muy bien el momento y se sitúan en el agrado de los ciudadanos que viven en una continua situación de riesgo a causa de sus bajos recursos económicos; además, tienen permiso de autoridades municipales y estatales para operar en total libertad.

Por otro lado, hay un claro incremento en los abusos por parte de los cuerpos de seguridad, que con prepotencia violentan nuestros derechos, aprovechando sus nexos con el crimen organizado, e incluso vulnerando la seguridad pública de nuestro estado. Una extensión de esto es la reciente ejecución armada contra el exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, baleado en Puerto Vallarta. En este suceso, la participación del crimen organizado es indudable, qué mayor muestra de corrupción que la respuesta por parte de los cuerpos de seguridad de la entidad, quienes tardaron más de una hora en llegar al lugar del delito, permitiendo así la limpieza del lugar, para después excusarse del caso debido a la alteración de la escena del crimen.

Este 2020 me dejó mucho que pensar, sobre todo algo es claro: tenemos que intervenir. En primer lugar, necesitamos apoyar las causas sociales y compartir un poco (o mucho) de lo que sabemos, esta es la mejor manera de inspirar alegría y confianza en que las cosas pueden cambiar. Por otra parte, la transformación hacia una verdadera política pública que atienda las necesidades de todas nuestras comunidades requiere de la elección pensada y correcta que hagamos de nuestros gobernantes. Necesitamos crear políticas que funcionen para nuestro estado porque, a este paso, solo nos espera un Jalisco deficiente y, en materia de seguridad, envuelto en llamas.

* Estudiante de derecho en el CUT

IG. @umansor.alexis

TW. @Alexis Umanzor