/ viernes 8 de mayo de 2020

Puerto Vallarta: concentración habitacional y proletaria

La ampliación del terreno urbano habitable cada vez más alejado de la paya y el mar, concentra una densidad poblacional inversamente proporcional a los servicios de dotación de agua potable, seguridad pública, y transporte colectivo principalmente; ese es el fenómeno tangible en Puerto Vallarta y más allá de haberle dado la espalda al mar en consecuencia a la sub cultura del México moderno y a partir de nuestro desarrollo, relativo en las planicies y sin haber aprovechado durante siglos de las riquezas del mar.

Así lo explicó brevemente el entonces candidato presidencial, hoy Diputado Federal, Profirio Muñoz Ledo, al referirse al tema del crecimiento exponencial en infraestructura turística y, por lo tanto proletaria para acceder a la fuerza de trabajo, depositada en las masas populares y en crecimiento de muchas zonas urbanas de Puerto Vallarta.

En mi tésis de Maestría en Investigación, la presentación realizada por el Dr. Juan López García señala: “Los pobres de todos los tiempos se han multiplicado y extrtemado su miseria, en tanto que un mundo globalizado los aleja, cada vez más, de las posibilidades de una lucha social, concreta y accesible para las mayorías; es decir, se enfrentan con poderes incomprensibles que acentúan, en extremo las contradicciones de clase, y provocan incluso, la necesidad de acuñar nuevos términos, como miseria extrema, para identificar a los más pobres de entre lo pobres”.

Ese parece ser el panorama más predecible luego de la aparición de colonias marginadas como Boca de Tomates; Palmitas; Aguacatera; El Cantón; Carboneras; El Guayabo; El Hundido, etcétera, las cuales sustituyeron a fraccionamientos como “El Pitiyal”, ya anexados a zonas habitacionales de alta plusvalía ubicadas como vecinas de otras regiones de lata rentabilidad inmobiliaria como Venecian, Marina, o incluso con el propósito de anexar a su inventario urbano, terrenos ricos por su biodiversidad como el estero El Salado, Mismaloya, Boca de Iguanas y otros remansos que justifican el último párrafo de esa presentación del Dr. López García en aquel febrero de 1999: “El estudio realizado por Carlos Orozco deja en claro el pensamiento que privó y formó a centenares de arquitectos de los decenios pasados, así como las posibilidades reales que siguen representando esta necesidad, no solucionada, de vivienda para millones de mexicanos. El trabajo del maestro Orozco provocará, sin lugar a dudas, controversia entre los estudiosos de la arquitectura, pero ésta no tendrá fin hasta en tanto no exista una nueva propuesta, real, tangible, que pueda ser puesta en marcha y lleve a la solución del medular problema del quehacer arquitectónico”. Y eso que en aquel momento aún se encontraba lejos, el Área Metropolitana de Puerto Vallarta de alcanzar el casi medio millón de habitantes que hoy representa, más lo que la plusvalía inmobiliaria alcance.

Y para darnos una idea de lo anterior, basta observar el cúmulo de habitación popular promovida con recursos del INFONAVIT y de la banca privada para cerrar el círculo de la virtuosa economía. Es decir, más consumidores, mayor numero de mano de obra barata pero mayor inseguridad y déficit de servicios públicos. Lástima de la naturaleza depredada.

Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com

La ampliación del terreno urbano habitable cada vez más alejado de la paya y el mar, concentra una densidad poblacional inversamente proporcional a los servicios de dotación de agua potable, seguridad pública, y transporte colectivo principalmente; ese es el fenómeno tangible en Puerto Vallarta y más allá de haberle dado la espalda al mar en consecuencia a la sub cultura del México moderno y a partir de nuestro desarrollo, relativo en las planicies y sin haber aprovechado durante siglos de las riquezas del mar.

Así lo explicó brevemente el entonces candidato presidencial, hoy Diputado Federal, Profirio Muñoz Ledo, al referirse al tema del crecimiento exponencial en infraestructura turística y, por lo tanto proletaria para acceder a la fuerza de trabajo, depositada en las masas populares y en crecimiento de muchas zonas urbanas de Puerto Vallarta.

En mi tésis de Maestría en Investigación, la presentación realizada por el Dr. Juan López García señala: “Los pobres de todos los tiempos se han multiplicado y extrtemado su miseria, en tanto que un mundo globalizado los aleja, cada vez más, de las posibilidades de una lucha social, concreta y accesible para las mayorías; es decir, se enfrentan con poderes incomprensibles que acentúan, en extremo las contradicciones de clase, y provocan incluso, la necesidad de acuñar nuevos términos, como miseria extrema, para identificar a los más pobres de entre lo pobres”.

Ese parece ser el panorama más predecible luego de la aparición de colonias marginadas como Boca de Tomates; Palmitas; Aguacatera; El Cantón; Carboneras; El Guayabo; El Hundido, etcétera, las cuales sustituyeron a fraccionamientos como “El Pitiyal”, ya anexados a zonas habitacionales de alta plusvalía ubicadas como vecinas de otras regiones de lata rentabilidad inmobiliaria como Venecian, Marina, o incluso con el propósito de anexar a su inventario urbano, terrenos ricos por su biodiversidad como el estero El Salado, Mismaloya, Boca de Iguanas y otros remansos que justifican el último párrafo de esa presentación del Dr. López García en aquel febrero de 1999: “El estudio realizado por Carlos Orozco deja en claro el pensamiento que privó y formó a centenares de arquitectos de los decenios pasados, así como las posibilidades reales que siguen representando esta necesidad, no solucionada, de vivienda para millones de mexicanos. El trabajo del maestro Orozco provocará, sin lugar a dudas, controversia entre los estudiosos de la arquitectura, pero ésta no tendrá fin hasta en tanto no exista una nueva propuesta, real, tangible, que pueda ser puesta en marcha y lleve a la solución del medular problema del quehacer arquitectónico”. Y eso que en aquel momento aún se encontraba lejos, el Área Metropolitana de Puerto Vallarta de alcanzar el casi medio millón de habitantes que hoy representa, más lo que la plusvalía inmobiliaria alcance.

Y para darnos una idea de lo anterior, basta observar el cúmulo de habitación popular promovida con recursos del INFONAVIT y de la banca privada para cerrar el círculo de la virtuosa economía. Es decir, más consumidores, mayor numero de mano de obra barata pero mayor inseguridad y déficit de servicios públicos. Lástima de la naturaleza depredada.

Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com