/ jueves 29 de julio de 2021

Preguntas y respuestas



Susana Soriano*

Hay una frase de Rosa Luxemburgo que cuando la descubrí vino cargada de muchas preguntas “Quien no se mueve, no siente las cadenas” fue justo ahí, cuando me moví, que descubrí la violencia e injusticias que habían tocado mi cuerpo y atravesado mi alma, fue cuando cuestioné espacios, personas y mi propio proceso feminista, el que leía y trataba de comprender, el que hasta la fecha sigo tratando de ejercer.

Quería aprovechar este espacio para compartir datos, analizar situaciones y tener un punto de vista, pero en lugar de eso me gustaría compartir con las mujeres que me rodean, mis amigas, aquellas que me han ayudado sin conocerme, el cómo ha sido vivirme y pensarme desde el feminismo.

En muchas ocasiones, más de las que me gustaría admitir, he sido incongruente, he tenido miedo y he sido violenta con otras, ya sea por el desconocimiento o porque se me ha arrastrado a las dinámicas del sistema patriarcal, ese sistema que mata, viola, desaparece, pero sobre todo que me hace sentir culpable, vulnerada y a veces sola. He notado que se nos juzga de “malas” o “poco feministas” por no querer afrontar o visibilizar una situación de riesgo cuando la tenemos de frente, por no ser sorora con otras, cuando en muchas ocasiones no somos sororas con nosotras mismas, que somos malas o poco feministas cuando no conocemos toda la teoría o nos negamos a discutir con alguien sobre algún tema, que somos malas o poco feministas por estar enojadas todo el tiempo por las represiones que nos azotan, incluso pareciera que el enojo es un privilegio para los hombres, mientras nosotras solo somos intensas.

Y es que cómo no enojarnos en un Estado que prefiere detener a 10 mujeres que exigen justicia por la violación de dos niñas de primaria que son privadas de su libertad arbitrariamente en lugar de investigar una red de trata infantil identificada en el sistema de educación pública.

Cuando escuché a una mujer del bloque negro hablar sobre ello quedé helada; qué se hace en una ciudad donde cada #8M nos encontramos con mujeres que son valientes, que comparten sus historias mientras otras gritamos en silencio, reconociéndonos en ellas, viviendo en una realidad donde la violencia la experimentamos desde la infancia, a través de la cosificación y abusos en sus distintas expresiones, eso te siembran de un golpe y te obliga a enfrentarlo, esa realidad es la que no estoy dispuesta a que vivan mis sobrinas y ninguna otra niña.

Claramente no todo está lleno de dudas, reclamos y enojos, a lo largo del camino he encontrado muchas respuestas, palabras de aliento en pláticas con otras mujeres, en los libros de Marcela Lagarde, las declaraciones de Yndira Sandoval, las rimas de Rebeca Lane y Ana Tijoux, he encontrado respuestas en la palabra resiliencia y subversiva, porque esa es la invitación que te hace el feminismo, a ser fuerte y repensarte, a moverte.

El feminismo es combativo, enérgico, liberador pero sobre todo es interno, y entonces la frase de Rosa Luxemburgo vuelve a tomar fuerza dentro de mí, me invita a no rendirme, a luchar y soñar, a leer más, compartir experiencias (buenas y malas) sobre lo que es militar en él, esa frase vuelve a tomar sentido y me hace ver que el sentir y romper mis cadenas ha sido por mí y por todas mis amigas.

* Estudiante de Admón. Gubernamental

Correo. @sussisoriano @soriano_andrade




Susana Soriano*

Hay una frase de Rosa Luxemburgo que cuando la descubrí vino cargada de muchas preguntas “Quien no se mueve, no siente las cadenas” fue justo ahí, cuando me moví, que descubrí la violencia e injusticias que habían tocado mi cuerpo y atravesado mi alma, fue cuando cuestioné espacios, personas y mi propio proceso feminista, el que leía y trataba de comprender, el que hasta la fecha sigo tratando de ejercer.

Quería aprovechar este espacio para compartir datos, analizar situaciones y tener un punto de vista, pero en lugar de eso me gustaría compartir con las mujeres que me rodean, mis amigas, aquellas que me han ayudado sin conocerme, el cómo ha sido vivirme y pensarme desde el feminismo.

En muchas ocasiones, más de las que me gustaría admitir, he sido incongruente, he tenido miedo y he sido violenta con otras, ya sea por el desconocimiento o porque se me ha arrastrado a las dinámicas del sistema patriarcal, ese sistema que mata, viola, desaparece, pero sobre todo que me hace sentir culpable, vulnerada y a veces sola. He notado que se nos juzga de “malas” o “poco feministas” por no querer afrontar o visibilizar una situación de riesgo cuando la tenemos de frente, por no ser sorora con otras, cuando en muchas ocasiones no somos sororas con nosotras mismas, que somos malas o poco feministas cuando no conocemos toda la teoría o nos negamos a discutir con alguien sobre algún tema, que somos malas o poco feministas por estar enojadas todo el tiempo por las represiones que nos azotan, incluso pareciera que el enojo es un privilegio para los hombres, mientras nosotras solo somos intensas.

Y es que cómo no enojarnos en un Estado que prefiere detener a 10 mujeres que exigen justicia por la violación de dos niñas de primaria que son privadas de su libertad arbitrariamente en lugar de investigar una red de trata infantil identificada en el sistema de educación pública.

Cuando escuché a una mujer del bloque negro hablar sobre ello quedé helada; qué se hace en una ciudad donde cada #8M nos encontramos con mujeres que son valientes, que comparten sus historias mientras otras gritamos en silencio, reconociéndonos en ellas, viviendo en una realidad donde la violencia la experimentamos desde la infancia, a través de la cosificación y abusos en sus distintas expresiones, eso te siembran de un golpe y te obliga a enfrentarlo, esa realidad es la que no estoy dispuesta a que vivan mis sobrinas y ninguna otra niña.

Claramente no todo está lleno de dudas, reclamos y enojos, a lo largo del camino he encontrado muchas respuestas, palabras de aliento en pláticas con otras mujeres, en los libros de Marcela Lagarde, las declaraciones de Yndira Sandoval, las rimas de Rebeca Lane y Ana Tijoux, he encontrado respuestas en la palabra resiliencia y subversiva, porque esa es la invitación que te hace el feminismo, a ser fuerte y repensarte, a moverte.

El feminismo es combativo, enérgico, liberador pero sobre todo es interno, y entonces la frase de Rosa Luxemburgo vuelve a tomar fuerza dentro de mí, me invita a no rendirme, a luchar y soñar, a leer más, compartir experiencias (buenas y malas) sobre lo que es militar en él, esa frase vuelve a tomar sentido y me hace ver que el sentir y romper mis cadenas ha sido por mí y por todas mis amigas.

* Estudiante de Admón. Gubernamental

Correo. @sussisoriano @soriano_andrade