/ viernes 14 de enero de 2022

¿Porque los mexicanos no seguimos las reglas?

El título de esta colaboración, fue precisamente el tema central de una interesante charla que tuve en días pasados con mi querido amigo, Beto Blanco Jr. Nuestra conversación giró en torno la ausencia de explicación lógica, al porqué los mexicanos no cumplimos las normas, las reglas, las leyes, las indicaciones que se nos hacen.


Nos pasamos los semáforos en alto, nos estacionamos en lugares prohibidos, hacemos doble fila para recoger a los chicos a la escuela, nos atravesamos a media calle, arrojamos basura donde sea, maltratamos los jardines públicos, no respetamos a los ciclistas y peatones y éstos a su vez se cruzan retadores desafiando el peligro, nos resistimos a las vacunas, al uso del cubrebocas, a quedarnos en casa, a no guardar la sana distancia, a dar vuelta donde no se permite y otros ejemplos más que usted tendrá en la mente.

Es verdaderamente insufrible el desorden que experimentamos en el día a día en nuestra Ciudad. Poco a poco se han ido relajando las costumbres en aras de una libertad mal entendida y peor aplicada, y paso a paso hemos ido bajando los escalones de la escalera de las virtudes para encaminarnos a los sórdidos sótanos del desorden.

Todos somos responsables de este orden de cosas; hemos dejado pasar y pasar, gobierno y ciudadanos somos copartícipes del desorden social. Hace muchos años en las escuelas primarias, era una materia obligatoria, no extracurricular, el civismo que tenia incluidas las reglas de urbanidad. Recuerdo aquél viejo Manual de Urbanidad y buenas Costumbres del Maestro venezolano Manuel Antonio Carreño, que nos señalaba cuales eran las conductas correctas y las que llamaba "inciviles" de las que debíamos abstenernos.

Eran reglas de conducta que nos permitían una convivencia armónica con nuestros semejantes, había orden, respeto a los demás, a las instituciones, a las cosas ajenas. Nuestras Ciudades lucían más limpias y ordenadas; se cedía el paso a los demás; se dejaba la acera a las mujeres y a las personas mayores; había cortesía y aunque uno no conociera a la persona con la que se topaba en la banqueta, al menos le decíamos un buenos días o buenas tardes.

Pero se abandonó la materia; sobrevino un concepto erróneo de modernidad y de libertad, y ahora no queremos cumplir ninguna regla porque supone la voluntad de otro que nos la impone y somos libres por naturaleza, sin ataduras de nadie. Concepto falaz, porque la libertad tiene límites y frenos porque se traduce en libertinaje. Precisamente estamos en un libertinaje moral y por eso no queremos seguir normas ni leyes ni reglas ni nada que se le parezca;

Pero la pregunta, que es el título de mi artículo subsiste. Porqué no seguimos las reglas? La respuesta es que no hay quienes nos enseñen que solo asi, cumpliéndolas podremos mejorar el tejido social, y esta es una labor que se inicia en casa; somos los padres los que tenemos la responsabilidad de inculcar a nuestros hijos la observancia de las reglas, la normatividad básica de la buena convivencia.

Es tiempo de detener nuestra marcha y pensar seriamente hacia donde nos encaminamos como sociedad. Se lo dejo amable lector como materia de reflexión.


* Doctor en Derecho


*** FRASE


Hace muchos años en las escuelas primarias, era una materia obligatoria, no extracurricular, el civismo que tenia incluidas las reglas de urbanidad. Recuerdo aquél viejo Manual de Urbanidad y buenas Costumbres del Maestro venezolano Manuel Antonio Carreño, que nos señalaba cuales eran las conductas correctas y las que llamaba "inciviles" de las que debíamos abstenernos.

El título de esta colaboración, fue precisamente el tema central de una interesante charla que tuve en días pasados con mi querido amigo, Beto Blanco Jr. Nuestra conversación giró en torno la ausencia de explicación lógica, al porqué los mexicanos no cumplimos las normas, las reglas, las leyes, las indicaciones que se nos hacen.


Nos pasamos los semáforos en alto, nos estacionamos en lugares prohibidos, hacemos doble fila para recoger a los chicos a la escuela, nos atravesamos a media calle, arrojamos basura donde sea, maltratamos los jardines públicos, no respetamos a los ciclistas y peatones y éstos a su vez se cruzan retadores desafiando el peligro, nos resistimos a las vacunas, al uso del cubrebocas, a quedarnos en casa, a no guardar la sana distancia, a dar vuelta donde no se permite y otros ejemplos más que usted tendrá en la mente.

Es verdaderamente insufrible el desorden que experimentamos en el día a día en nuestra Ciudad. Poco a poco se han ido relajando las costumbres en aras de una libertad mal entendida y peor aplicada, y paso a paso hemos ido bajando los escalones de la escalera de las virtudes para encaminarnos a los sórdidos sótanos del desorden.

Todos somos responsables de este orden de cosas; hemos dejado pasar y pasar, gobierno y ciudadanos somos copartícipes del desorden social. Hace muchos años en las escuelas primarias, era una materia obligatoria, no extracurricular, el civismo que tenia incluidas las reglas de urbanidad. Recuerdo aquél viejo Manual de Urbanidad y buenas Costumbres del Maestro venezolano Manuel Antonio Carreño, que nos señalaba cuales eran las conductas correctas y las que llamaba "inciviles" de las que debíamos abstenernos.

Eran reglas de conducta que nos permitían una convivencia armónica con nuestros semejantes, había orden, respeto a los demás, a las instituciones, a las cosas ajenas. Nuestras Ciudades lucían más limpias y ordenadas; se cedía el paso a los demás; se dejaba la acera a las mujeres y a las personas mayores; había cortesía y aunque uno no conociera a la persona con la que se topaba en la banqueta, al menos le decíamos un buenos días o buenas tardes.

Pero se abandonó la materia; sobrevino un concepto erróneo de modernidad y de libertad, y ahora no queremos cumplir ninguna regla porque supone la voluntad de otro que nos la impone y somos libres por naturaleza, sin ataduras de nadie. Concepto falaz, porque la libertad tiene límites y frenos porque se traduce en libertinaje. Precisamente estamos en un libertinaje moral y por eso no queremos seguir normas ni leyes ni reglas ni nada que se le parezca;

Pero la pregunta, que es el título de mi artículo subsiste. Porqué no seguimos las reglas? La respuesta es que no hay quienes nos enseñen que solo asi, cumpliéndolas podremos mejorar el tejido social, y esta es una labor que se inicia en casa; somos los padres los que tenemos la responsabilidad de inculcar a nuestros hijos la observancia de las reglas, la normatividad básica de la buena convivencia.

Es tiempo de detener nuestra marcha y pensar seriamente hacia donde nos encaminamos como sociedad. Se lo dejo amable lector como materia de reflexión.


* Doctor en Derecho


*** FRASE


Hace muchos años en las escuelas primarias, era una materia obligatoria, no extracurricular, el civismo que tenia incluidas las reglas de urbanidad. Recuerdo aquél viejo Manual de Urbanidad y buenas Costumbres del Maestro venezolano Manuel Antonio Carreño, que nos señalaba cuales eran las conductas correctas y las que llamaba "inciviles" de las que debíamos abstenernos.