/ viernes 25 de marzo de 2022

Pobre Ucrania

Se ha cumplido un mes desde que el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, resolvió invadir Ucrania. Poco le importaron los convenios internacionales relacionados con la Guerra porque aunque pudiera resultar in creíble aun en un conflicto bélico, existen reglas que deben observarse.

En La Haya, Holanda, el 18 de octubre de 1907, se firmó el Tratado de conducción de las hostilidades entre países beligerantes; el artículo 4 del Tratado previene que cuando haya prisioneros de guerra deben ser tratados con humanidad.

Hay muchos principios reconocidos en el derecho Internacional que han sido ignorados por la Federación Rusa, a la que no le ha importado tener por objetivos, no a las instalaciones militares sino a los núcleos de población civil. Ya lo habíamos dicho prácticamente desde el inicio de la Guerra, que Putin debería ser enjuiciado por Crímenes de Guerra.

Tardó mucho tiempo la reacción de la Organización de las Naciones Unidas y la de los países aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte; si bien es cierto que han estado imponiendo sanciones económicas, lo cierto es que a quien han perjudicado ha sido a la población rusa que es víctima indirecta de los caprichos políticos de su dirigente.

Lamentablemente, condenas internacionales, posturas y críticas no van a devolver la vida de sus padres a los huérfanos de Ucrania; miles de niños solos van cruzando las fronteras con Polonia principalmente mientras sus Padres, los varones principalmente quedan en el frente de Batalla para defender a su Patria; la población civil indefensa está siendo exterminada por una guerra absurda.

Sin duda que la intervención precavida de las naciones del bloque occidental se debe al temor de que la Federación Rusa emplee su arsenal nuclear y pudiera desatarse una tercera guerra mundial, sin embargo la ayuda asistencial a Ucrania ha sido limitada, condicionada y escasa.

Pobre Ucrania, pobres Ucranianos. Están solos. Si situación es similar a la que sufrió aquel 1º de septiembre de 1939 Polonia cuando la expansión alemana, que desembocó en la segunda guerra mundial donde la extrema delicadeza del bloque occidental no pudo contrarrestar el avance de la maquinaria de guerra Germana que en pocos años se apropió de más de 11 países.

Y no se trata de que alguien asuma la responsabilidad, acepte el desafío y también haga uso de su arsenal nuclear, acudiendo en defensa de Ucrania, pero sí que haya alguien decidido a enfrentar con armas convencionales al ejército de la Federación Rusa; Putin no es tonto, amedrenta a los occidentales pero nunca se atreverá a usar armas nucleares para poner fin a la guerra en Ucrania y cuando sufra en carne propia las mismas agresiones que sufren los pobladores Ucranianos, seguramente querrá entrar en negociaciones para firmar un armisticio.

Lo triste del caso es que todas las Naciones, incluyendo al propio Estado Vaticano, han sido tibios en brindarle un apoyo decidido a la población civil Ucraniana; finalmente, el uso de la fuerza y la extrema pasividad de los demás limitados a discursos inútiles, posicionamientos convenencieros y simples condenas, traerán como consecuencia inevitablemente la capitulación del Gobierno Ucraniano, concretándose una barbarie más que violó las reglas de la guerra, el derecho internacional humanitario y que en la conciencia de los líderes del mundo pesarán las muertes de civiles, el éxodo de tantos menores y la exterminación de familias enteras que nada de culpa tienen de las miserias de líderes de los dizque países desarrollados que viendo su interés propio, la dureza de su corazón jamás permitió que llegara el llanto de los niños que deseaban la paz para continuar viviendo su vida al lado de sus padres. Que caiga sobre sus conciencias.

Se ha cumplido un mes desde que el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, resolvió invadir Ucrania. Poco le importaron los convenios internacionales relacionados con la Guerra porque aunque pudiera resultar in creíble aun en un conflicto bélico, existen reglas que deben observarse.

En La Haya, Holanda, el 18 de octubre de 1907, se firmó el Tratado de conducción de las hostilidades entre países beligerantes; el artículo 4 del Tratado previene que cuando haya prisioneros de guerra deben ser tratados con humanidad.

Hay muchos principios reconocidos en el derecho Internacional que han sido ignorados por la Federación Rusa, a la que no le ha importado tener por objetivos, no a las instalaciones militares sino a los núcleos de población civil. Ya lo habíamos dicho prácticamente desde el inicio de la Guerra, que Putin debería ser enjuiciado por Crímenes de Guerra.

Tardó mucho tiempo la reacción de la Organización de las Naciones Unidas y la de los países aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte; si bien es cierto que han estado imponiendo sanciones económicas, lo cierto es que a quien han perjudicado ha sido a la población rusa que es víctima indirecta de los caprichos políticos de su dirigente.

Lamentablemente, condenas internacionales, posturas y críticas no van a devolver la vida de sus padres a los huérfanos de Ucrania; miles de niños solos van cruzando las fronteras con Polonia principalmente mientras sus Padres, los varones principalmente quedan en el frente de Batalla para defender a su Patria; la población civil indefensa está siendo exterminada por una guerra absurda.

Sin duda que la intervención precavida de las naciones del bloque occidental se debe al temor de que la Federación Rusa emplee su arsenal nuclear y pudiera desatarse una tercera guerra mundial, sin embargo la ayuda asistencial a Ucrania ha sido limitada, condicionada y escasa.

Pobre Ucrania, pobres Ucranianos. Están solos. Si situación es similar a la que sufrió aquel 1º de septiembre de 1939 Polonia cuando la expansión alemana, que desembocó en la segunda guerra mundial donde la extrema delicadeza del bloque occidental no pudo contrarrestar el avance de la maquinaria de guerra Germana que en pocos años se apropió de más de 11 países.

Y no se trata de que alguien asuma la responsabilidad, acepte el desafío y también haga uso de su arsenal nuclear, acudiendo en defensa de Ucrania, pero sí que haya alguien decidido a enfrentar con armas convencionales al ejército de la Federación Rusa; Putin no es tonto, amedrenta a los occidentales pero nunca se atreverá a usar armas nucleares para poner fin a la guerra en Ucrania y cuando sufra en carne propia las mismas agresiones que sufren los pobladores Ucranianos, seguramente querrá entrar en negociaciones para firmar un armisticio.

Lo triste del caso es que todas las Naciones, incluyendo al propio Estado Vaticano, han sido tibios en brindarle un apoyo decidido a la población civil Ucraniana; finalmente, el uso de la fuerza y la extrema pasividad de los demás limitados a discursos inútiles, posicionamientos convenencieros y simples condenas, traerán como consecuencia inevitablemente la capitulación del Gobierno Ucraniano, concretándose una barbarie más que violó las reglas de la guerra, el derecho internacional humanitario y que en la conciencia de los líderes del mundo pesarán las muertes de civiles, el éxodo de tantos menores y la exterminación de familias enteras que nada de culpa tienen de las miserias de líderes de los dizque países desarrollados que viendo su interés propio, la dureza de su corazón jamás permitió que llegara el llanto de los niños que deseaban la paz para continuar viviendo su vida al lado de sus padres. Que caiga sobre sus conciencias.