/ jueves 7 de enero de 2021

Permiso para asesinar


Abel Campirano

"Un pueblo que no sabe acoger la nueva vida ni acompañar hasta el final a sus ancianos, es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza ni la memoria que lo lleve adelante" palabras contundentes del Papa Francisco a propósito de la aprobación que hizo el Senado Argentino al derecho de las mujeres para interrumpir su embarazo, en forma legal, segura y gratuita, legalizando así el aborto permisivo hasta la semana 14.

Las opiniones son divididas, como dividido está el mundo legal; por ahora solo cinco países prohíben el aborto bajo cualquier circunstancia y son El Estado Vaticano, El Salvador, Nicaragua, Honduras y la República Dominicana.

En el resto de los Países también la cuestión resulta dividida; en la mayoría de los que conforman la Unión Europea exceptuando Polonia y Finlandia el aborto es considerado legal a petición de la mujer y siempre y cuando concurran algunas circunstancias básicamente atendiendo al período de gestación.

El debate sobre el aborto es intenso e interminable; movimientos como el pro-libertad de cuerpo, el pro-elección y el pro-vida se colocan en posiciones completamente radicales y los movimientos en pro de los derechos humanos no son la excepción, tanto los que consideran que la mujer tiene pleno derecho a decidir sobre su cuerpo y los que piensan que la mujer podrá decidir sobre su cuerpo mas no sobre el derecho a la vida que tiene un ser humano en gestación.

Hay un punto sin embargo que resulta completamente indiscutible: desde el momento en que se produce la fecundación por la unión de los gametos masculino y femenino, existe una célula independiente con vida propia; ese huevo, ese cigoto, esa célula nueva contiene la información necesaria para que al paso del tiempo y conforme vayan desarrollándose las diversas etapas del embarazo, irá conformando un ser humano, con todos sus atributos y cualidades que le da el milagro de la vida.

Y todo empezó por un momento de apasionada entrega que provista o desprovista de amor espiritual, al menos tuvo un fugaz momento de intercambio de caricias que solo pueden surgir de una atracción, que aunque parezca solo corpórea, tuvo un algo de etéreo, fue entrega recíproca.

Luego entonces, ese momento de desprendimiento, de regalo de su cuerpo y sus caricias que se prodigaron dos seres humanos, no dos animales cuya única función seria el apareamiento, y en un acto en el que no tuvo intención alguna al estar desprovistos de conciencia, en el caso de los seres humanos, por más fugaz por más rápida que haya sido esa relación de intercambio de fluidos, no pudo estar desprovista de alguna clase de sentimiento.

Por tanto, si el sentimiento senso-afectivo fue capaz de engendrar la vida, no es lógico que ese sentimiento de entrega se vuelva un sentimiento de egolatría y ausencia absoluta de generosidad por una vida que surgió de algo efímero pero que tiene derecho a seguir viviendo aun sea en solitario.

Abortar como consecuencia de la libertad de la mujer sobre su cuerpo es un derecho aparente pero inexistente, porque si bien ese derecho a disponer de él, no le confiere el derecho a disponer de una vida que aunque incipiente tiene derecho a desarrollarse.

Y no se trata ni de feminismo ni de conservadurismo; se trata de derechos enfrentados matizados por una libertad mal entendida y peor aplicada. Aquella que dispone de su cuerpo para la sexualidad, no puede disponer del cuerpo de otro para la muerte.

Si no quiere el aborto, que no quiera el coito. Si fue pasto fértil para una pasión irresponsable, desenfrenada e irreflexiva, no puede ser campo yermo para quien tiene derecho a vivir, exactamente como la que en el arrebato carnal decidió entregarse.

* Doctor en Derecho


Abel Campirano

"Un pueblo que no sabe acoger la nueva vida ni acompañar hasta el final a sus ancianos, es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza ni la memoria que lo lleve adelante" palabras contundentes del Papa Francisco a propósito de la aprobación que hizo el Senado Argentino al derecho de las mujeres para interrumpir su embarazo, en forma legal, segura y gratuita, legalizando así el aborto permisivo hasta la semana 14.

Las opiniones son divididas, como dividido está el mundo legal; por ahora solo cinco países prohíben el aborto bajo cualquier circunstancia y son El Estado Vaticano, El Salvador, Nicaragua, Honduras y la República Dominicana.

En el resto de los Países también la cuestión resulta dividida; en la mayoría de los que conforman la Unión Europea exceptuando Polonia y Finlandia el aborto es considerado legal a petición de la mujer y siempre y cuando concurran algunas circunstancias básicamente atendiendo al período de gestación.

El debate sobre el aborto es intenso e interminable; movimientos como el pro-libertad de cuerpo, el pro-elección y el pro-vida se colocan en posiciones completamente radicales y los movimientos en pro de los derechos humanos no son la excepción, tanto los que consideran que la mujer tiene pleno derecho a decidir sobre su cuerpo y los que piensan que la mujer podrá decidir sobre su cuerpo mas no sobre el derecho a la vida que tiene un ser humano en gestación.

Hay un punto sin embargo que resulta completamente indiscutible: desde el momento en que se produce la fecundación por la unión de los gametos masculino y femenino, existe una célula independiente con vida propia; ese huevo, ese cigoto, esa célula nueva contiene la información necesaria para que al paso del tiempo y conforme vayan desarrollándose las diversas etapas del embarazo, irá conformando un ser humano, con todos sus atributos y cualidades que le da el milagro de la vida.

Y todo empezó por un momento de apasionada entrega que provista o desprovista de amor espiritual, al menos tuvo un fugaz momento de intercambio de caricias que solo pueden surgir de una atracción, que aunque parezca solo corpórea, tuvo un algo de etéreo, fue entrega recíproca.

Luego entonces, ese momento de desprendimiento, de regalo de su cuerpo y sus caricias que se prodigaron dos seres humanos, no dos animales cuya única función seria el apareamiento, y en un acto en el que no tuvo intención alguna al estar desprovistos de conciencia, en el caso de los seres humanos, por más fugaz por más rápida que haya sido esa relación de intercambio de fluidos, no pudo estar desprovista de alguna clase de sentimiento.

Por tanto, si el sentimiento senso-afectivo fue capaz de engendrar la vida, no es lógico que ese sentimiento de entrega se vuelva un sentimiento de egolatría y ausencia absoluta de generosidad por una vida que surgió de algo efímero pero que tiene derecho a seguir viviendo aun sea en solitario.

Abortar como consecuencia de la libertad de la mujer sobre su cuerpo es un derecho aparente pero inexistente, porque si bien ese derecho a disponer de él, no le confiere el derecho a disponer de una vida que aunque incipiente tiene derecho a desarrollarse.

Y no se trata ni de feminismo ni de conservadurismo; se trata de derechos enfrentados matizados por una libertad mal entendida y peor aplicada. Aquella que dispone de su cuerpo para la sexualidad, no puede disponer del cuerpo de otro para la muerte.

Si no quiere el aborto, que no quiera el coito. Si fue pasto fértil para una pasión irresponsable, desenfrenada e irreflexiva, no puede ser campo yermo para quien tiene derecho a vivir, exactamente como la que en el arrebato carnal decidió entregarse.

* Doctor en Derecho