/ martes 20 de julio de 2021

Periodismo y presunción de inocencia

A semejanza del pasado distante y reciente, en la era digital circula en la Web y redes sociales información sesgada política y religiosamente, influenciada muchas de las veces por personas y grupos interesados en perjudicar mediáticamente la imagen y credibilidad de determinados grupos, sean estos políticos o religiosos.

Me refiero a ese tipo de información parcial, incompleta y, por lo tanto, distorsionada, que va cargada casi siempre de percepciones personales del “investigador”, quien está obligado a investigar los hechos antes de darlos a conocer a la opinión pública. El público siempre agradecerá un reportaje redactado previa investigación, observación y obtención de datos, pues tiene derecho a recibir de los medios información veraz, objetiva y plural.

Para la construcción de una noticia de calidad por parte de los periodistas, ninguno de ellos debe ser restringido mientras investiga buscando satisfacer el derecho del público a ser debidamente informado. Esto no significa que el periodista puede escribir lo que le venga en gana, pues su trabajo es obtener la información de fuentes confiables y contrastarla, además de ser capaz de descubrir, ayudado de la ética, el veneno que algunas historias traen por dentro.

Lo dije en mi cuenta personal de Twitter, y lo repito en mi columna de hoy: “No es ético que un periodista acepte a ciegas datos suministrados por una fuente interesada; su deber es contrastarlos, completarlos y, si viene al caso, desmentirlos”.

Actualmente, la saturación informativa, característica de la era de Internet, los teléfonos móviles y las redes sociales, genera desinformación, excesos y falsedades. Y esto es así porque a los periodistas de hoy, salvo honrosas excepciones, les hace falta pensamiento crítico para filtrar esos flujos de información. Lo recomendable es que los informantes se conviertan en "expertos con capacidad para bucear entre innumerables datos, informaciones, imágenes y sonidos", recomienda la doctora por la Universidad Complutense de Madrid, María de las Mercedes Zamarra López.

Lo primero que se debe hacer es conocer bien la reputación y seriedad de la fuente a la que se acude, sin quedarse con aquellas notas malintencionadas, que tienen algún tipo de sesgo en la información. Tengamos presente al investigar que en este tiempo cualquier persona puede publicar lo que quiera en la Web, y que no todo lo que está diciendo tal o cual fuente es verdad. Como ya se dijo, el periodista debe bucear, sumergiéndose a fondo para encontrar la verdad que le interesa contarle al público. Y, tras ello, evaluar de manera responsable y efectiva, teniendo presente que la reproducción de información sesgada y malintencionada destruye el honor de las personas e instituciones.

Siempre han existido las campañas mediáticas en contra de personas y grupos, eso nadie lo puede negar. Estas campañas se han basado regularmente en hechos falsos o manipulados, buscando mediatizar en muchos de los casos la acción de la justicia. Ante este tipo de excesos mediáticos, el catedrático catalán Jordi Nieva-Fenoll propone atinadamente que el periodismo enseñe “lo que es la presunción de inocencia, explicando por qué una persona, no es que se presuma inocente, sino que es inocente hasta que no se dicta sentencia contra ella”.

En más sobre el tema, añade el doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona: “Es por ello por lo que, como defiende el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no hay que enseñar imágenes de los reos en una situación que pueda comprometer su apariencia de inocencia”. Enseguida explica la razón por la cual no deben mostrar los medios ese tipo de imágenes: “Esas fotografías ilustran supuestamente una noticia de modo impactante, pero no sólo no aportan información alguna, sino que faltan clamorosamente a la verdad al reflejar de modo patente una imagen de inmediata culpabilidad del acusado, y sobre todo destrozan las posibilidades de defensa de una persona, al amenazar, como se ha dicho, esa imparcialidad judicial que intenta preservar la presunción de inocencia”.

El día que los representantes de los medios de comunicación realicen un trabajo informativo así de ético, tenga usted la seguridad de que contaremos con periodistas que sabrán abstenerse de publicar noticias con sesgos o imágenes que puedan dañar seriamente la reputación de una persona o de una comunidad.

Twitter: @armayacastro

A semejanza del pasado distante y reciente, en la era digital circula en la Web y redes sociales información sesgada política y religiosamente, influenciada muchas de las veces por personas y grupos interesados en perjudicar mediáticamente la imagen y credibilidad de determinados grupos, sean estos políticos o religiosos.

Me refiero a ese tipo de información parcial, incompleta y, por lo tanto, distorsionada, que va cargada casi siempre de percepciones personales del “investigador”, quien está obligado a investigar los hechos antes de darlos a conocer a la opinión pública. El público siempre agradecerá un reportaje redactado previa investigación, observación y obtención de datos, pues tiene derecho a recibir de los medios información veraz, objetiva y plural.

Para la construcción de una noticia de calidad por parte de los periodistas, ninguno de ellos debe ser restringido mientras investiga buscando satisfacer el derecho del público a ser debidamente informado. Esto no significa que el periodista puede escribir lo que le venga en gana, pues su trabajo es obtener la información de fuentes confiables y contrastarla, además de ser capaz de descubrir, ayudado de la ética, el veneno que algunas historias traen por dentro.

Lo dije en mi cuenta personal de Twitter, y lo repito en mi columna de hoy: “No es ético que un periodista acepte a ciegas datos suministrados por una fuente interesada; su deber es contrastarlos, completarlos y, si viene al caso, desmentirlos”.

Actualmente, la saturación informativa, característica de la era de Internet, los teléfonos móviles y las redes sociales, genera desinformación, excesos y falsedades. Y esto es así porque a los periodistas de hoy, salvo honrosas excepciones, les hace falta pensamiento crítico para filtrar esos flujos de información. Lo recomendable es que los informantes se conviertan en "expertos con capacidad para bucear entre innumerables datos, informaciones, imágenes y sonidos", recomienda la doctora por la Universidad Complutense de Madrid, María de las Mercedes Zamarra López.

Lo primero que se debe hacer es conocer bien la reputación y seriedad de la fuente a la que se acude, sin quedarse con aquellas notas malintencionadas, que tienen algún tipo de sesgo en la información. Tengamos presente al investigar que en este tiempo cualquier persona puede publicar lo que quiera en la Web, y que no todo lo que está diciendo tal o cual fuente es verdad. Como ya se dijo, el periodista debe bucear, sumergiéndose a fondo para encontrar la verdad que le interesa contarle al público. Y, tras ello, evaluar de manera responsable y efectiva, teniendo presente que la reproducción de información sesgada y malintencionada destruye el honor de las personas e instituciones.

Siempre han existido las campañas mediáticas en contra de personas y grupos, eso nadie lo puede negar. Estas campañas se han basado regularmente en hechos falsos o manipulados, buscando mediatizar en muchos de los casos la acción de la justicia. Ante este tipo de excesos mediáticos, el catedrático catalán Jordi Nieva-Fenoll propone atinadamente que el periodismo enseñe “lo que es la presunción de inocencia, explicando por qué una persona, no es que se presuma inocente, sino que es inocente hasta que no se dicta sentencia contra ella”.

En más sobre el tema, añade el doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona: “Es por ello por lo que, como defiende el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no hay que enseñar imágenes de los reos en una situación que pueda comprometer su apariencia de inocencia”. Enseguida explica la razón por la cual no deben mostrar los medios ese tipo de imágenes: “Esas fotografías ilustran supuestamente una noticia de modo impactante, pero no sólo no aportan información alguna, sino que faltan clamorosamente a la verdad al reflejar de modo patente una imagen de inmediata culpabilidad del acusado, y sobre todo destrozan las posibilidades de defensa de una persona, al amenazar, como se ha dicho, esa imparcialidad judicial que intenta preservar la presunción de inocencia”.

El día que los representantes de los medios de comunicación realicen un trabajo informativo así de ético, tenga usted la seguridad de que contaremos con periodistas que sabrán abstenerse de publicar noticias con sesgos o imágenes que puedan dañar seriamente la reputación de una persona o de una comunidad.

Twitter: @armayacastro