/ martes 12 de febrero de 2019

Pederastia clerical en Juárez

En el Vaticano todo está listo para celebrar del 21 al 24 de febrero del año en curso la cumbre sobre “La protección de los menores en la Iglesia”, un evento acerca del cual se ha escrito mucho en los últimos meses, que espera la asistencia de los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, a los que el papa Francisco pidió visitar personalmente a las víctimas de abusos sexuales “como paso previo para la preparación de este encuentro”.

Mientras llega el día del encuentro episcopal en cuestión, en todos los países de mayoría católica han salido a la luz casos de abuso sexual perpetrados por curas católicos. En México, que no es la excepción, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconoció recientemente que 152 sacerdotes han sido suspendidos por casos de pederastia, aunque para el sociólogo Roberto Blancarte, quien sabe mucho del tema, las cifras del CEM están por debajo de la realidad de la problemática.

La decisión de convocar a los obispos de todo el mundo surge luego de la amarga experiencia del papa en Chile, un país al que visitó del 15 al 18 de enero del año pasado, y donde fue recibido por un alud de protestas de las personas que se oponían a que Juan de la Cruz Barros Madrid, en ese tiempo titular de la diócesis de Osorno, hiciera acto de presencia en las ceremonias contempladas en la agenda oficial de Jorge Mario Bergoglio.

Sabemos bien que el papa se equivocó en ese viaje al defender al obispo de Osorno y calificar de calumniadores a las personas que sostienen que Juan Barros protegió al sacerdote Fernando Karadima, un depredador sexual cuyos delitos sólo se comparan a los cometidos en México por el sacerdote Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, quien fue acusado del consumo de enervantes y de la violación de por lo menos diez seminaristas.

La historia de Maciel y Karadima tienen en común no sólo la gravedad de sus crímenes en agravio de menores, sino que ambos gozaron de la protección de la jerarquía eclesiástica de sus países de origen. Marcial Maciel, quien según Roberto Blancarte “murió tranquilamente en su cama, rodeado y cobijado por la dirigencia de los Legionarios de Cristo”, gozó de la protección del cardenal Norberto Rivera y del papa Juan Pablo II, mientras que a Karadima lo protegieron el obispo de Osorno, así como el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, acusado por las víctimas “de dar falso testimonio en la demanda civil de indemnización por perjuicios entablada contra el Arzobispado de Santiago”.

Pero no hay que ir tan lejos para encontrar casos tan abominables como los antes mencionados; tampoco tenemos necesidad de remontarnos al pasado inmediato y distante para documentar hechos de pederastia perpetrados por curas católicos, así como intentos irracionales de encubrimiento para dejar estos casos en la más completa impunidad. En nuestro tiempo y en nuestro México se siguen dando estos lamentables hechos, de ahí que muchos aplaudan la realización de la cumbre arriba mencionada, que tiene el propósito de acabar con esta ancestral práctica.

Mencionaré dos de los casos más recientes: "Tres sacerdotes fueron denunciados ante la diócesis de Matamoros, Tamaulipas por abuso sexual", publica una nota de El Universal, la cual añade que el obispo Eugenio Lira Rugarcía "confirmó estos hechos de pederastia cometida por párrocos en la frontera".

El otro caso es una presunta violación agravada en perjuicio de una menor, acaecido en la fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua. Se señala como violador de la pequeña al cura Aristeo Trinidad Baca, de la parroquia de Santa María de la Montaña, quien ya se encuentra en prisión preventiva, y al que se le ha señalado fecha para la audiencia de vinculación el próximo jueves 14 de febrero. Esto se da ante la consternación de los fieles y el respaldo al cura por parte de la diócesis, la cual argumenta que no hay nada firme.

Lo importante es que la menor y su familia cuentan con el apoyo del grupo de abogados que lleva el caso, quienes están de acuerdo en que se proteja la presunción de inocencia del cura, pero también piden que se proteja integralmente a la víctima, la cual está en grave riesgo junto con su familia, señaló Xóchitl Itzel Flores Olave, abogada de la familia de la menor, quien esto dijo del peligro que corre la menor y su familia: "...me consta por un testimonio de primera mano que efectivamente la familia ha sido amedrentada y tuvo que dejar el hogar".

Conviene aclarar que el cura no fue detenido en flagrancia, sino por haberse librado una orden de aprehensión en su contra. Esto significa que, previo a su detención, el agente del Ministerio Público investigó y recabó las pruebas necesarias para que un juez librara orden de aprehensión, considerando que existen datos que hacen probable la responsabilidad del inculpado, el cual, dicho sea de paso, ya había sido acusado anteriormente, y hasta pintas le habían hecho acusándolo de pederasta.


Twitter:@armayacastro

En el Vaticano todo está listo para celebrar del 21 al 24 de febrero del año en curso la cumbre sobre “La protección de los menores en la Iglesia”, un evento acerca del cual se ha escrito mucho en los últimos meses, que espera la asistencia de los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, a los que el papa Francisco pidió visitar personalmente a las víctimas de abusos sexuales “como paso previo para la preparación de este encuentro”.

Mientras llega el día del encuentro episcopal en cuestión, en todos los países de mayoría católica han salido a la luz casos de abuso sexual perpetrados por curas católicos. En México, que no es la excepción, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconoció recientemente que 152 sacerdotes han sido suspendidos por casos de pederastia, aunque para el sociólogo Roberto Blancarte, quien sabe mucho del tema, las cifras del CEM están por debajo de la realidad de la problemática.

La decisión de convocar a los obispos de todo el mundo surge luego de la amarga experiencia del papa en Chile, un país al que visitó del 15 al 18 de enero del año pasado, y donde fue recibido por un alud de protestas de las personas que se oponían a que Juan de la Cruz Barros Madrid, en ese tiempo titular de la diócesis de Osorno, hiciera acto de presencia en las ceremonias contempladas en la agenda oficial de Jorge Mario Bergoglio.

Sabemos bien que el papa se equivocó en ese viaje al defender al obispo de Osorno y calificar de calumniadores a las personas que sostienen que Juan Barros protegió al sacerdote Fernando Karadima, un depredador sexual cuyos delitos sólo se comparan a los cometidos en México por el sacerdote Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, quien fue acusado del consumo de enervantes y de la violación de por lo menos diez seminaristas.

La historia de Maciel y Karadima tienen en común no sólo la gravedad de sus crímenes en agravio de menores, sino que ambos gozaron de la protección de la jerarquía eclesiástica de sus países de origen. Marcial Maciel, quien según Roberto Blancarte “murió tranquilamente en su cama, rodeado y cobijado por la dirigencia de los Legionarios de Cristo”, gozó de la protección del cardenal Norberto Rivera y del papa Juan Pablo II, mientras que a Karadima lo protegieron el obispo de Osorno, así como el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, acusado por las víctimas “de dar falso testimonio en la demanda civil de indemnización por perjuicios entablada contra el Arzobispado de Santiago”.

Pero no hay que ir tan lejos para encontrar casos tan abominables como los antes mencionados; tampoco tenemos necesidad de remontarnos al pasado inmediato y distante para documentar hechos de pederastia perpetrados por curas católicos, así como intentos irracionales de encubrimiento para dejar estos casos en la más completa impunidad. En nuestro tiempo y en nuestro México se siguen dando estos lamentables hechos, de ahí que muchos aplaudan la realización de la cumbre arriba mencionada, que tiene el propósito de acabar con esta ancestral práctica.

Mencionaré dos de los casos más recientes: "Tres sacerdotes fueron denunciados ante la diócesis de Matamoros, Tamaulipas por abuso sexual", publica una nota de El Universal, la cual añade que el obispo Eugenio Lira Rugarcía "confirmó estos hechos de pederastia cometida por párrocos en la frontera".

El otro caso es una presunta violación agravada en perjuicio de una menor, acaecido en la fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua. Se señala como violador de la pequeña al cura Aristeo Trinidad Baca, de la parroquia de Santa María de la Montaña, quien ya se encuentra en prisión preventiva, y al que se le ha señalado fecha para la audiencia de vinculación el próximo jueves 14 de febrero. Esto se da ante la consternación de los fieles y el respaldo al cura por parte de la diócesis, la cual argumenta que no hay nada firme.

Lo importante es que la menor y su familia cuentan con el apoyo del grupo de abogados que lleva el caso, quienes están de acuerdo en que se proteja la presunción de inocencia del cura, pero también piden que se proteja integralmente a la víctima, la cual está en grave riesgo junto con su familia, señaló Xóchitl Itzel Flores Olave, abogada de la familia de la menor, quien esto dijo del peligro que corre la menor y su familia: "...me consta por un testimonio de primera mano que efectivamente la familia ha sido amedrentada y tuvo que dejar el hogar".

Conviene aclarar que el cura no fue detenido en flagrancia, sino por haberse librado una orden de aprehensión en su contra. Esto significa que, previo a su detención, el agente del Ministerio Público investigó y recabó las pruebas necesarias para que un juez librara orden de aprehensión, considerando que existen datos que hacen probable la responsabilidad del inculpado, el cual, dicho sea de paso, ya había sido acusado anteriormente, y hasta pintas le habían hecho acusándolo de pederasta.


Twitter:@armayacastro