/ martes 23 de febrero de 2021

Paz y reconstrucción del tejido social

La reinserción social es mucho más que el cumplimiento de una condena en prisión por la comisión de algún delito. Es el conjunto de esfuerzos y actividades para que las personas que fueron encarceladas por haber delinquido vuelvan a ser incluidas en la comunidad.

De acuerdo con la experiencia de las personas que han salido de la cárcel tras haber sido privadas de su libertad, es doloroso permanecer en un centro penitenciario, una experiencia que conlleva una serie de dificultades, y donde los presos deben acostumbrarse a vivir en circunstancias que casi nunca les son favorables.

Si “vivir” dentro de esos muros es altamente lastimoso, también lo es salir de la cárcel y tratar de integrarse a una sociedad que, en no pocas ocasiones, niega a los exconvictos ese derecho.

Se trata, sin lugar a duda, de un proceso difícil, un verdadero reto que tienen que enfrentar estas personas al alcanzar su libertad. Y es así porque, aparte de existir pocas opciones de reinserción social, los ex convictos tienen que enfrentarse a un entorno que los estigmatiza y les niega las oportunidades laborales para salir adelante, obligando a algunos de ellos a reincidir.

Y ya que tocamos este punto, es obligado señalar que a nadie le conviene la reincidencia delincuencial. Ni a la persona que sale de la cárcel sin saber qué hacer con su vida, ni a la sociedad que clama seguridad cada vez que en el país o en algún estado de la República se incrementan los actos delictivos.

El problema es que esta particular demanda social se queda muchas veces en simple reclamo, sin ir más allá y desconociendo la necesidad de transitar hacia estadios de mejoría en la ayuda a las personas que han quedado en libertad, a las que es necesario apoyar a través de la reinserción social para que rehagan su vida.

Para lograr esto último es importante comenzar el proceso desde que estás personas están en prisión, tal como dispone el artículo 18 constitucional, que a la letra dice: “el sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir...”.

Estos cinco componentes son fundamentales si queremos lograr una efectiva reinserción social, sin la cual es imposible volver a encauzar a las personas que estuvieron en conflicto con la ley.

De ahí la importancia de que la sociedad apoye los programas sociales que han sido creados para ayudar a reincorporar a la sociedad a las personas que cumplieron una condena en prisión. Es importante valorar también las acciones de las organizaciones que dedican sus esfuerzos y acciones a reconstruir el tejido social, brindando a los que alguna vez delinquieron la posibilidad de ser incorporados a actividades productivas.

Una de ellas es Paz y Reconstrucción del Tejido Social, A. C., que nació en Jalisco con el “propósito de generar justicia, conciencia e inclusión social y laboral, tanto a personas privadas de la libertad y preliberados, así como a personas en libertad en situación de vulnerabilidad económica y social, con el objeto primordial de prevenir la incidencia y reincidencia delictiva”.

Esta asociación ha implementado diversos programas sociales con el objetivo central de prevención del delito: El primero de ellos es “Los olvidados”, un programa orientado a defender “oportunamente el derecho humano a la impartición de la justicia pronta y expedita para éstos y la sociedad por consecuencia”.

Un segundo programa asistencial es “Más allá de los miedos”, que busca “humanizar el proceso de reinserción social basado en entornos de justicia restaurativa”. Esta justicia se centra más en la reparación y menos en el castigo, explica Mónica González Torres.

El tercer programa, no menos interesante que los anteriores, es el denominado “Incubadora de inclusión social y laboral”, cuyo objetivo es “brindar acompañamiento psicosocial a las personas al momento del salir del centro penitenciario”.

Con este tipo de programas se busca, entre otras cosas, prevenir la reincidencia delincuencial una vez cumplida la sanción penal, y la reintegración del ex presidiario en la vida laboral, a fin de garantizar la igualdad de oportunidades para todos.

Twitter: @armayacastro

La reinserción social es mucho más que el cumplimiento de una condena en prisión por la comisión de algún delito. Es el conjunto de esfuerzos y actividades para que las personas que fueron encarceladas por haber delinquido vuelvan a ser incluidas en la comunidad.

De acuerdo con la experiencia de las personas que han salido de la cárcel tras haber sido privadas de su libertad, es doloroso permanecer en un centro penitenciario, una experiencia que conlleva una serie de dificultades, y donde los presos deben acostumbrarse a vivir en circunstancias que casi nunca les son favorables.

Si “vivir” dentro de esos muros es altamente lastimoso, también lo es salir de la cárcel y tratar de integrarse a una sociedad que, en no pocas ocasiones, niega a los exconvictos ese derecho.

Se trata, sin lugar a duda, de un proceso difícil, un verdadero reto que tienen que enfrentar estas personas al alcanzar su libertad. Y es así porque, aparte de existir pocas opciones de reinserción social, los ex convictos tienen que enfrentarse a un entorno que los estigmatiza y les niega las oportunidades laborales para salir adelante, obligando a algunos de ellos a reincidir.

Y ya que tocamos este punto, es obligado señalar que a nadie le conviene la reincidencia delincuencial. Ni a la persona que sale de la cárcel sin saber qué hacer con su vida, ni a la sociedad que clama seguridad cada vez que en el país o en algún estado de la República se incrementan los actos delictivos.

El problema es que esta particular demanda social se queda muchas veces en simple reclamo, sin ir más allá y desconociendo la necesidad de transitar hacia estadios de mejoría en la ayuda a las personas que han quedado en libertad, a las que es necesario apoyar a través de la reinserción social para que rehagan su vida.

Para lograr esto último es importante comenzar el proceso desde que estás personas están en prisión, tal como dispone el artículo 18 constitucional, que a la letra dice: “el sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir...”.

Estos cinco componentes son fundamentales si queremos lograr una efectiva reinserción social, sin la cual es imposible volver a encauzar a las personas que estuvieron en conflicto con la ley.

De ahí la importancia de que la sociedad apoye los programas sociales que han sido creados para ayudar a reincorporar a la sociedad a las personas que cumplieron una condena en prisión. Es importante valorar también las acciones de las organizaciones que dedican sus esfuerzos y acciones a reconstruir el tejido social, brindando a los que alguna vez delinquieron la posibilidad de ser incorporados a actividades productivas.

Una de ellas es Paz y Reconstrucción del Tejido Social, A. C., que nació en Jalisco con el “propósito de generar justicia, conciencia e inclusión social y laboral, tanto a personas privadas de la libertad y preliberados, así como a personas en libertad en situación de vulnerabilidad económica y social, con el objeto primordial de prevenir la incidencia y reincidencia delictiva”.

Esta asociación ha implementado diversos programas sociales con el objetivo central de prevención del delito: El primero de ellos es “Los olvidados”, un programa orientado a defender “oportunamente el derecho humano a la impartición de la justicia pronta y expedita para éstos y la sociedad por consecuencia”.

Un segundo programa asistencial es “Más allá de los miedos”, que busca “humanizar el proceso de reinserción social basado en entornos de justicia restaurativa”. Esta justicia se centra más en la reparación y menos en el castigo, explica Mónica González Torres.

El tercer programa, no menos interesante que los anteriores, es el denominado “Incubadora de inclusión social y laboral”, cuyo objetivo es “brindar acompañamiento psicosocial a las personas al momento del salir del centro penitenciario”.

Con este tipo de programas se busca, entre otras cosas, prevenir la reincidencia delincuencial una vez cumplida la sanción penal, y la reintegración del ex presidiario en la vida laboral, a fin de garantizar la igualdad de oportunidades para todos.

Twitter: @armayacastro