/ lunes 11 de mayo de 2020

Paz y normalidad

“Si no existe una buena solución para un dilema, si ninguna de las actitudes sensatas y efectivas nos acercan a la solución, las personas tienden a comportarse irracionalmente, haciendo más complejo el problema y tornando su resolución menos plausible.” Zygmunt Bauman, sociólogo.

Mucho se ha hablado de los estragos que ha ocasionado la actual pandemia, pero poco se ha especulado de lo que nos espera, en donde el reto será buscar reducir lo antes posible el impacto económico en México y Jalisco. Datos de la Secretaría de Desarrollo Económico afirman que el 50% de las micro y medianas empresas de Jalisco están cerradas. Lo que será una pesadilla es que miles se quedarán sin empleo y los negocios que no podrán reabrir serán cientos.

México tiene que prever los escenarios para la etapa de desconfinamiento y un regreso a la 'nueva normalidad" tras la pandemia del COVID-19. Sin duda, el virus dejará una estela de cambios sociales, empresariales y económicos. Los sentimientos, conductas y expresiones que desafían las decisiones del gobierno sobre el aislamiento preventivo y obligatorio comienzan a ser mucho más evidentes.

Es claro que el ritmo de la economía es distinto del de las pasiones. Y la altura de nuestro heroísmo cívico parece variar de acuerdo al incremento del tipo cambiario. Surgen nuevas preguntas. ¿Es necesaria tanta restricción? ¿No estaremos naturalizando medidas que rozan el autoritarismo? ¿Quién se ocupa de la clase media y del sector privado que genera empleo?. El gobierno mide atentamente la temperatura del humor social, sobre todo del núcleo duro. Por tanto, esta nueva era con COVID-19 es absolutamente telemática. Pero no sólo eso, ya que debemos mejorar en valores, en eficiencia y en orientación de la administración hacia lo público.

Según el pensamiento del gran sociólogo, Zygmunt Bauman, estamos condenados a vivir en la incertidumbre permanente de una sociedad acaparada por el síndrome del consumismo, la competencia individual, el desecho incesante de los productos y la dependencia de lo nuevo que el mercado ofrece. También, el rechazo, el miedo al otro, cuando el otro es fuertemente impuesto por los efectos de la propia globalización desregulada.

Lo que está en crisis y desapareciendo -enfatiza el filósofo Umberto Eco siguiendo la tesis de Bauman-, es el Estado y con ello las ideologías. En general las comunidades generadoras de valores que permitían a las personas sentirse parte de algo que interpretaba anhelos y necesidades. Para Eco, la modernidad líquida es justamente la crisis del concepto de comunidad, que da paso a un individualismo desenfrenado, a la competencia, al antagonismo que apaga el sentido de la solidaridad, todo lo cual crea un tipo de subjetividad que mina las bases de la modernidad y de sus características filosóficas.

En nuestra sociedad, nos ha quedado claro que el mayor activo son las personas, y la actual pandemia ha rebasado las expectativas tanto económicas, como sociales y de salubridad. Volver a la anterior configuración del mundo simplemente se volvió en algo lejano, quizá ésta es la oportunidad de repensar las sociedades y asumir un nuevo papel como ciudadanos y habitantes. ¿Qué normalidades estamos dispuestos a construir de ahora en adelante?

La construcción de paz y las formas de gobierno siempre han sido de mis lecturas principales. Bajo esta línea argumentativa es que considero de suma importancia poner estos temas en la mesa. El día de mañana, podamos hacer mejores sociedades y regresar a la normalidad o mejor dicho hacer una “nueva normalidad”. Seamos acción, desde espacios más informados que faciliten la configuración de la gobernanza, de nuestro sistema político, de nuestro sistema económico y paralelamente implementemos en nuestra vida espacios generadores de un tejido social fuerte, pacífico, con menor desigualdad y constructor de bienestar. Ya sea desde el espacio público, privado o desde lo principal: nuestras casas.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco

“Si no existe una buena solución para un dilema, si ninguna de las actitudes sensatas y efectivas nos acercan a la solución, las personas tienden a comportarse irracionalmente, haciendo más complejo el problema y tornando su resolución menos plausible.” Zygmunt Bauman, sociólogo.

Mucho se ha hablado de los estragos que ha ocasionado la actual pandemia, pero poco se ha especulado de lo que nos espera, en donde el reto será buscar reducir lo antes posible el impacto económico en México y Jalisco. Datos de la Secretaría de Desarrollo Económico afirman que el 50% de las micro y medianas empresas de Jalisco están cerradas. Lo que será una pesadilla es que miles se quedarán sin empleo y los negocios que no podrán reabrir serán cientos.

México tiene que prever los escenarios para la etapa de desconfinamiento y un regreso a la 'nueva normalidad" tras la pandemia del COVID-19. Sin duda, el virus dejará una estela de cambios sociales, empresariales y económicos. Los sentimientos, conductas y expresiones que desafían las decisiones del gobierno sobre el aislamiento preventivo y obligatorio comienzan a ser mucho más evidentes.

Es claro que el ritmo de la economía es distinto del de las pasiones. Y la altura de nuestro heroísmo cívico parece variar de acuerdo al incremento del tipo cambiario. Surgen nuevas preguntas. ¿Es necesaria tanta restricción? ¿No estaremos naturalizando medidas que rozan el autoritarismo? ¿Quién se ocupa de la clase media y del sector privado que genera empleo?. El gobierno mide atentamente la temperatura del humor social, sobre todo del núcleo duro. Por tanto, esta nueva era con COVID-19 es absolutamente telemática. Pero no sólo eso, ya que debemos mejorar en valores, en eficiencia y en orientación de la administración hacia lo público.

Según el pensamiento del gran sociólogo, Zygmunt Bauman, estamos condenados a vivir en la incertidumbre permanente de una sociedad acaparada por el síndrome del consumismo, la competencia individual, el desecho incesante de los productos y la dependencia de lo nuevo que el mercado ofrece. También, el rechazo, el miedo al otro, cuando el otro es fuertemente impuesto por los efectos de la propia globalización desregulada.

Lo que está en crisis y desapareciendo -enfatiza el filósofo Umberto Eco siguiendo la tesis de Bauman-, es el Estado y con ello las ideologías. En general las comunidades generadoras de valores que permitían a las personas sentirse parte de algo que interpretaba anhelos y necesidades. Para Eco, la modernidad líquida es justamente la crisis del concepto de comunidad, que da paso a un individualismo desenfrenado, a la competencia, al antagonismo que apaga el sentido de la solidaridad, todo lo cual crea un tipo de subjetividad que mina las bases de la modernidad y de sus características filosóficas.

En nuestra sociedad, nos ha quedado claro que el mayor activo son las personas, y la actual pandemia ha rebasado las expectativas tanto económicas, como sociales y de salubridad. Volver a la anterior configuración del mundo simplemente se volvió en algo lejano, quizá ésta es la oportunidad de repensar las sociedades y asumir un nuevo papel como ciudadanos y habitantes. ¿Qué normalidades estamos dispuestos a construir de ahora en adelante?

La construcción de paz y las formas de gobierno siempre han sido de mis lecturas principales. Bajo esta línea argumentativa es que considero de suma importancia poner estos temas en la mesa. El día de mañana, podamos hacer mejores sociedades y regresar a la normalidad o mejor dicho hacer una “nueva normalidad”. Seamos acción, desde espacios más informados que faciliten la configuración de la gobernanza, de nuestro sistema político, de nuestro sistema económico y paralelamente implementemos en nuestra vida espacios generadores de un tejido social fuerte, pacífico, con menor desigualdad y constructor de bienestar. Ya sea desde el espacio público, privado o desde lo principal: nuestras casas.

* Coordinador de Análisis y Comunicación del PAN Jalisco