/ miércoles 7 de octubre de 2020

Partidos: entre la dispersión y la unidad

La autorización para que funcionen en Jalisco dos nuevos partidos políticos, nos lleva a hacer un nuevo recuento acerca de la forma en que, en el curso de la época moderna, se ha manejado la política en México.

Tal y como lo puede advertir cualquier observador mediano, durante los últimos decenios se ha experimentado en nuestro país con diferentes modelos de democracia, entre los cuales pueden señalarse el bipartidismo, el izquierdismo, el partido fuerte de centro, la tecnocracia, el derechismo y luego el pluripartidismo, que como ya lo hemos apuntado antes, ha degenerado en una partidocracia.

El partido fuerte de centro lo fue el PRI, que con todo y sus grandes defectos -ya lo habíamos dicho- condujo al país por una senda que si bien no era perfecta, a la larga ha resultado la menos mala que hemos tenido, conforme al juicio de los conocedores honrados. La aparición del izquierdismo fue durante el régimen de Lázaro Cárdenas. El bipartidismo comenzó con un PRI todopoderoso y un PAN al que se tildó de comparsa. Fue en esos tiempos cuando pese a todo, se registró el boom económico y social de nuestro país, con desarrollo industrial, comercial, carretero, universitario, urbanístico, deportivo y cultural. El avance fue a tal grado que México fue considerado como el hermano mayor de América Latina y hasta llegó a verse como un líder para la región. ¿Lo recuerdan? Sin embargo, el sueño no duró mucho; no lo que quisiéramos, porque luego se recurrió al experimento de la tecnocracia, que burocratizó la actividad pública y -dicen- se desentendió un poco de las ideas nacionalistas. Luego vino un bipartidismo efectivo, con el ascenso del PAN al poder, con lo cual de plano se optó por la derecha. Y posteriormente a eso se estableció el pluripartidismo, con muchos partidos chiquitos que -en lo que ha sido catalogado como una partidocracia-, se disputan el contenido de la piñata que se rompe cada que hay elecciones.

Y ha sido en ese trance, que nos hemos debatido en el curso de los últimos años: Entre los avances de un partido fuerte, sustentado en la unidad de un país… y la dispersión ideológica, propia de la proliferación de partiditos.

Los mexicanos que han vivido estas etapas de México, parecen añorar la existencia de instrumentos políticos que permitan la comunión, la integración de los mexicanos, en torno a los ideales de justicia y libertad que se nos quiere escatimar.

Ahora bien, esto que comentamos es lo que ha sucedido hasta ahora y por lo que se ve, difícilmente podría haber un cambio de fondo en nuestra historia política, que como es fácil entender, se refleja en nuestra historia como sociedad.

Entendemos que para el futuro más o menos próximo se vislumbran algunas novedades, aunque hasta ahora no puede asegurarse su trascendencia. El régimen actual, encabezado por don Andrés Manuel López Obrador, impulsa el fortalecimiento de Morena, con la vista puesta en la institucionalización de sus planteamientos ideológicos. Pero al mismo tiempo, los grupos antagónicos se ven decididos a avanzar y no sería extraño que se establecieran alianzas, por ejemplo entre Movimiento Ciudadano y el PAN. Con lo cual se volvería a la situación del bipartidismo clásico que ya hemos apuntado con antelación.

Estas y otras combinaciones raras podríamos tener en nuestro cambiante sistema partidista. Y una prueba de esto la tenemos con al anuncio hecho respecto a una posible alianza entre PRD, PAN y PRI, que se unirían para enfrentar al Morena de López Obrador en la próxima contienda electoral. Algo así como mezclar el agua con el aceite… pero hasta de eso son capaces nuestros químicos de la política.

Cosas veredes, como dicen que dijo un celebre hidalgo de épocas remotas, al pergeñar futuros de incertidumbre y de sorpresas.

¿Unidad de los mexicanos? Brincos diéramos. Dispersión de voluntades… ¿usted qué dice, querido lector?

Y ha sido así, paso a paso y de tope en tope, nos hemos encontrado con que ninguno de los últimos ensayos, ha sido del agrado de la ciudadanía.

* Periodista

La autorización para que funcionen en Jalisco dos nuevos partidos políticos, nos lleva a hacer un nuevo recuento acerca de la forma en que, en el curso de la época moderna, se ha manejado la política en México.

Tal y como lo puede advertir cualquier observador mediano, durante los últimos decenios se ha experimentado en nuestro país con diferentes modelos de democracia, entre los cuales pueden señalarse el bipartidismo, el izquierdismo, el partido fuerte de centro, la tecnocracia, el derechismo y luego el pluripartidismo, que como ya lo hemos apuntado antes, ha degenerado en una partidocracia.

El partido fuerte de centro lo fue el PRI, que con todo y sus grandes defectos -ya lo habíamos dicho- condujo al país por una senda que si bien no era perfecta, a la larga ha resultado la menos mala que hemos tenido, conforme al juicio de los conocedores honrados. La aparición del izquierdismo fue durante el régimen de Lázaro Cárdenas. El bipartidismo comenzó con un PRI todopoderoso y un PAN al que se tildó de comparsa. Fue en esos tiempos cuando pese a todo, se registró el boom económico y social de nuestro país, con desarrollo industrial, comercial, carretero, universitario, urbanístico, deportivo y cultural. El avance fue a tal grado que México fue considerado como el hermano mayor de América Latina y hasta llegó a verse como un líder para la región. ¿Lo recuerdan? Sin embargo, el sueño no duró mucho; no lo que quisiéramos, porque luego se recurrió al experimento de la tecnocracia, que burocratizó la actividad pública y -dicen- se desentendió un poco de las ideas nacionalistas. Luego vino un bipartidismo efectivo, con el ascenso del PAN al poder, con lo cual de plano se optó por la derecha. Y posteriormente a eso se estableció el pluripartidismo, con muchos partidos chiquitos que -en lo que ha sido catalogado como una partidocracia-, se disputan el contenido de la piñata que se rompe cada que hay elecciones.

Y ha sido en ese trance, que nos hemos debatido en el curso de los últimos años: Entre los avances de un partido fuerte, sustentado en la unidad de un país… y la dispersión ideológica, propia de la proliferación de partiditos.

Los mexicanos que han vivido estas etapas de México, parecen añorar la existencia de instrumentos políticos que permitan la comunión, la integración de los mexicanos, en torno a los ideales de justicia y libertad que se nos quiere escatimar.

Ahora bien, esto que comentamos es lo que ha sucedido hasta ahora y por lo que se ve, difícilmente podría haber un cambio de fondo en nuestra historia política, que como es fácil entender, se refleja en nuestra historia como sociedad.

Entendemos que para el futuro más o menos próximo se vislumbran algunas novedades, aunque hasta ahora no puede asegurarse su trascendencia. El régimen actual, encabezado por don Andrés Manuel López Obrador, impulsa el fortalecimiento de Morena, con la vista puesta en la institucionalización de sus planteamientos ideológicos. Pero al mismo tiempo, los grupos antagónicos se ven decididos a avanzar y no sería extraño que se establecieran alianzas, por ejemplo entre Movimiento Ciudadano y el PAN. Con lo cual se volvería a la situación del bipartidismo clásico que ya hemos apuntado con antelación.

Estas y otras combinaciones raras podríamos tener en nuestro cambiante sistema partidista. Y una prueba de esto la tenemos con al anuncio hecho respecto a una posible alianza entre PRD, PAN y PRI, que se unirían para enfrentar al Morena de López Obrador en la próxima contienda electoral. Algo así como mezclar el agua con el aceite… pero hasta de eso son capaces nuestros químicos de la política.

Cosas veredes, como dicen que dijo un celebre hidalgo de épocas remotas, al pergeñar futuros de incertidumbre y de sorpresas.

¿Unidad de los mexicanos? Brincos diéramos. Dispersión de voluntades… ¿usted qué dice, querido lector?

Y ha sido así, paso a paso y de tope en tope, nos hemos encontrado con que ninguno de los últimos ensayos, ha sido del agrado de la ciudadanía.

* Periodista