/ lunes 20 de junio de 2022

¿Otro papa?

El Papado es la pieza fundamental de la organización sacramental, doctrinal y administrativa de la iglesia católica. El Obispo de Roma es el sucesor de San Pedro y encabeza a más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo. Su influencia se extiende al terreno de lo político y aunque como jefe de Estado preside el más pequeño del mundo en dimensiones físicas, es el más grande en cuanto al ámbito en el que se desenvuelve.

Por eso cada que acontece la muerte de un pontífice, la iglesia católica se cimbra desde sus cimientos, crujen sus estructuras, aunque se ha mantenido firme al paso de los siglos y a pesar de tantos escándalos en los que se ha visto inmersa, sobre todo en el siglo XX, desde el terreno de lo político-bélico (el caso de Pío XII, los Judíos y Hitler) pasando por el Banco Ambrosiano y con los repugnantes casos de pederastia y por supuesto bajo el punto de vista eminentemente doctrinal y teológico, los problemas con Hans Küng y Ratzinger, y las excomuniones del Arzobispo Francés Marcel Lefevre y el Obispo Inglés Richard Wiliamson.

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI, Papa en funciones, anunció al mundo su renuncia al pontificado, convirtiéndose en el primer Papa en renunciar en 598 años, pues el último en hacerlo fue S.S. Gregorio XII en 1415.

La renuncia se hizo efectiva a las 20.00 horas de Roma aquél 28 de febrero de 2013, y una vez que la sede apostólica quedó vacante, tras 15 días de cónclave, el colegio cardenalicio eligió al Cardenal Argentino Jorge Mario Bergoglio como el primer Papa surgido del continente americano y adoptó el nombre de Francisco, y ocupa hasta estos momentos el trono de San Pedro.

S.S. Benedicto XVI se acogió al beneficio del Derecho Canónico (Canon 332) y decidió renunciar al cargo, persistiendo a la fecha el debate entre los católicos, sobre si es legal la consideración y existencia de Papa Emérito o debió regresar a ser Cardenal o conforme al Canon 402 convertirse en Obispo Emérito de Roma y no ser considerado como Papa en retiro.

Aun no se termina de reponer la feligresía católica de la peculiar situación de contar con dos Papas, uno en Funciones y el otro Emérito, cuando empiezan a surgir en el Vaticano rumores acerca de una eventual renuncia por parte del Papa Francisco, quien recién acaba de anunciar que cancela su viaje pastoral por Africa y deja en veremos la visita programada a Canadá por cuestiones de salud.

Los rumores se basan en la imposibilidad del Pontífice de cumplir con su Ministerio precisamente por la falta de movilidad libre ya que en días pasados sorprendió cumpliendo su agenda en silla de ruedas. Las especulaciones crecen y mucho convendría que el Vaticano se pronunciara con claridad y precisión al respecto porque en estos tiempos tan convulsos, lo que menos convendría es dejar que la rumorología asiente sus perniciosas garras en un tema tan sensible, y desde luego más agravado con una nueva renuncia de un Pontífice, un nuevo cónclave y un nuevo Papa.

Las consecuencias serían verdaderamente imprevisibles en momentos en que paulatinamente se ha venido dando un éxodo de creyentes y una reducción preocupante de fieles y más en una Europa vuelta al laicismo y rehacia a las cuestiones religiosas y para colmo con dos Papas Eméritos sin que exista un fundamento legal incontrovertible para tenerlos. Que tiempos nos ha tocado vivir.

El Papado es la pieza fundamental de la organización sacramental, doctrinal y administrativa de la iglesia católica. El Obispo de Roma es el sucesor de San Pedro y encabeza a más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo. Su influencia se extiende al terreno de lo político y aunque como jefe de Estado preside el más pequeño del mundo en dimensiones físicas, es el más grande en cuanto al ámbito en el que se desenvuelve.

Por eso cada que acontece la muerte de un pontífice, la iglesia católica se cimbra desde sus cimientos, crujen sus estructuras, aunque se ha mantenido firme al paso de los siglos y a pesar de tantos escándalos en los que se ha visto inmersa, sobre todo en el siglo XX, desde el terreno de lo político-bélico (el caso de Pío XII, los Judíos y Hitler) pasando por el Banco Ambrosiano y con los repugnantes casos de pederastia y por supuesto bajo el punto de vista eminentemente doctrinal y teológico, los problemas con Hans Küng y Ratzinger, y las excomuniones del Arzobispo Francés Marcel Lefevre y el Obispo Inglés Richard Wiliamson.

El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI, Papa en funciones, anunció al mundo su renuncia al pontificado, convirtiéndose en el primer Papa en renunciar en 598 años, pues el último en hacerlo fue S.S. Gregorio XII en 1415.

La renuncia se hizo efectiva a las 20.00 horas de Roma aquél 28 de febrero de 2013, y una vez que la sede apostólica quedó vacante, tras 15 días de cónclave, el colegio cardenalicio eligió al Cardenal Argentino Jorge Mario Bergoglio como el primer Papa surgido del continente americano y adoptó el nombre de Francisco, y ocupa hasta estos momentos el trono de San Pedro.

S.S. Benedicto XVI se acogió al beneficio del Derecho Canónico (Canon 332) y decidió renunciar al cargo, persistiendo a la fecha el debate entre los católicos, sobre si es legal la consideración y existencia de Papa Emérito o debió regresar a ser Cardenal o conforme al Canon 402 convertirse en Obispo Emérito de Roma y no ser considerado como Papa en retiro.

Aun no se termina de reponer la feligresía católica de la peculiar situación de contar con dos Papas, uno en Funciones y el otro Emérito, cuando empiezan a surgir en el Vaticano rumores acerca de una eventual renuncia por parte del Papa Francisco, quien recién acaba de anunciar que cancela su viaje pastoral por Africa y deja en veremos la visita programada a Canadá por cuestiones de salud.

Los rumores se basan en la imposibilidad del Pontífice de cumplir con su Ministerio precisamente por la falta de movilidad libre ya que en días pasados sorprendió cumpliendo su agenda en silla de ruedas. Las especulaciones crecen y mucho convendría que el Vaticano se pronunciara con claridad y precisión al respecto porque en estos tiempos tan convulsos, lo que menos convendría es dejar que la rumorología asiente sus perniciosas garras en un tema tan sensible, y desde luego más agravado con una nueva renuncia de un Pontífice, un nuevo cónclave y un nuevo Papa.

Las consecuencias serían verdaderamente imprevisibles en momentos en que paulatinamente se ha venido dando un éxodo de creyentes y una reducción preocupante de fieles y más en una Europa vuelta al laicismo y rehacia a las cuestiones religiosas y para colmo con dos Papas Eméritos sin que exista un fundamento legal incontrovertible para tenerlos. Que tiempos nos ha tocado vivir.