/ lunes 19 de noviembre de 2018

Motocicletas, el síntoma de la dispersión urbana

De acuerdo a la Secretaría de Movilidad en Jalisco el número de motocicletas registradas creció de 178, 500 unidades en 2010 a mas de 415 mil en 2017, es decir, se duplicaron en menos de 10 años, coincidentemente el mismo tiempo que en el estado y los municipios del Área Metropolitana de Guadalajara se han propuesto impulsar la bicicleta como transporte alternativo. Lo cual representa un indicador de las fallas ante la inevitable necesidad de tomar en cuenta otros factores.

Para muchos habitantes de las zonas mas dispersas y alejadas de sus centros de trabajo está siendo cada vez mas fácil y económico trasladarse en motocicleta desde colonias de Tlajomulco, El Salto, Tlaquepaque, y algunas zonas marginadas de Zapopan. La adquisición de una motocicleta en promedio por 18 mil pesos, les permite a los usuarios de este vehículo ponerle hasta seis veces menos gasolina que a un auto sedán. Si a ello agregamos el número de accidentes viales que complican crecientemente el tránsito vehicular en automóvil o autobús colectivo en Guadalajara, podremos encontrar una de las causas de muertes a bordo de una motocicleta triplicadas en Jalisco.

Tener el primer lugar, de acuerdo al INEGI, en usuarios motociclistas por encima de la Ciudad de México, al llegar a rebasar las cinco mil 200 unidades por cada 100 mil habitantes representa un tema que debe ser atendido por el próximo Gobierno de la entidad a punto de tomar posesión. Es decir, que la resiliencia que nos ha caracterizado en las áreas conurbanas principalmente de Guadalajara, no debe seguir conduciéndonos al mismo fenómeno de otras ciudades más pobladas y complejas, principalmente de Asia, y reconocer que ha faltado autoridad para ordenar la convivencia urbana principalmente entre ciclistas, motociclistas y automotores con una visión, si bien más democrática, menos anárquica en la que se suele ver al motociclista rebasando a una velocidad poco pertinente y entre autos o en sentido contrario bajo la única protección de una empresa privada de entrega a domicilio de pizzas, medicamentos, refacciones y sobre todo alimentos.

Aplicar más recursos para fomentar una nueva cultura vial, no debe incluir solamente a uno u otro usuario de nuestras “trombosadas” arterias de la ciudad capital, sino promover el verdadero papel que representa ser usuario responsable y respetuoso de una motocicleta y una velocidad con trágicas consecuencias en caso de accidente. También es necesario hacer conciencia con el usuario de un vehículo automotor cuya masa es desproporcionalmente superior y aunado a la hiperpresencia física en la superficie habitable de la ciudad, que convierte al motociclista en una frágil figura que debería desarrollar su propia conciencia de sobrevivencia al respetar los reglamentos de vialidad al igual que el más endeble de esa cadena de usuarios de la ciudad que todos compartimos, el ciclista y el que más demanda el derecho a ser visible e incorporado a ese proceso democratizador de nuestra ciudad: el peatón. Pero sobre todo, no echar a perder desde la función pública la visión de impulsar el transporte alternativo que a todos nos beneficiará.




Académico del CUAAD, UdeG

carlosm_orozco@hotmail.com


De acuerdo a la Secretaría de Movilidad en Jalisco el número de motocicletas registradas creció de 178, 500 unidades en 2010 a mas de 415 mil en 2017, es decir, se duplicaron en menos de 10 años, coincidentemente el mismo tiempo que en el estado y los municipios del Área Metropolitana de Guadalajara se han propuesto impulsar la bicicleta como transporte alternativo. Lo cual representa un indicador de las fallas ante la inevitable necesidad de tomar en cuenta otros factores.

Para muchos habitantes de las zonas mas dispersas y alejadas de sus centros de trabajo está siendo cada vez mas fácil y económico trasladarse en motocicleta desde colonias de Tlajomulco, El Salto, Tlaquepaque, y algunas zonas marginadas de Zapopan. La adquisición de una motocicleta en promedio por 18 mil pesos, les permite a los usuarios de este vehículo ponerle hasta seis veces menos gasolina que a un auto sedán. Si a ello agregamos el número de accidentes viales que complican crecientemente el tránsito vehicular en automóvil o autobús colectivo en Guadalajara, podremos encontrar una de las causas de muertes a bordo de una motocicleta triplicadas en Jalisco.

Tener el primer lugar, de acuerdo al INEGI, en usuarios motociclistas por encima de la Ciudad de México, al llegar a rebasar las cinco mil 200 unidades por cada 100 mil habitantes representa un tema que debe ser atendido por el próximo Gobierno de la entidad a punto de tomar posesión. Es decir, que la resiliencia que nos ha caracterizado en las áreas conurbanas principalmente de Guadalajara, no debe seguir conduciéndonos al mismo fenómeno de otras ciudades más pobladas y complejas, principalmente de Asia, y reconocer que ha faltado autoridad para ordenar la convivencia urbana principalmente entre ciclistas, motociclistas y automotores con una visión, si bien más democrática, menos anárquica en la que se suele ver al motociclista rebasando a una velocidad poco pertinente y entre autos o en sentido contrario bajo la única protección de una empresa privada de entrega a domicilio de pizzas, medicamentos, refacciones y sobre todo alimentos.

Aplicar más recursos para fomentar una nueva cultura vial, no debe incluir solamente a uno u otro usuario de nuestras “trombosadas” arterias de la ciudad capital, sino promover el verdadero papel que representa ser usuario responsable y respetuoso de una motocicleta y una velocidad con trágicas consecuencias en caso de accidente. También es necesario hacer conciencia con el usuario de un vehículo automotor cuya masa es desproporcionalmente superior y aunado a la hiperpresencia física en la superficie habitable de la ciudad, que convierte al motociclista en una frágil figura que debería desarrollar su propia conciencia de sobrevivencia al respetar los reglamentos de vialidad al igual que el más endeble de esa cadena de usuarios de la ciudad que todos compartimos, el ciclista y el que más demanda el derecho a ser visible e incorporado a ese proceso democratizador de nuestra ciudad: el peatón. Pero sobre todo, no echar a perder desde la función pública la visión de impulsar el transporte alternativo que a todos nos beneficiará.




Académico del CUAAD, UdeG

carlosm_orozco@hotmail.com