/ martes 28 de septiembre de 2021

Morelos

Tras la muerte de Miguel Hidalgo y Costilla se convirtió en líder del ejército insurgente, donde fue una pieza fundamental para la independencia de México del yugo español. Su nacimiento se remonta al 30 de septiembre de 1765, en Valladolid (hoy Morelia), ciudad que lleva en su memoria el nombre de quien ha pasado a la historia como el Siervo de la Nación.

Me refiero, claro está, al generalísimo don José María Morelos y Pavón, autor de Sentimientos de la Nación, un documento que fue dictado por él entre el 26 de noviembre de 1812 y el 9 de febrero de 1813. Se dice que el redactor de este histórico texto fue don Andrés Quintana Roo, quien jugó también un papel importante en la lucha por la emancipación de México.

Sentimientos de la Nación es un documento fundamental de la independencia de México. Se promulgó el 14 de septiembre de 1813 en el Congreso del Anáhuac, y en sus 23 puntos aboga por la absoluta soberanía de la patria. Establece “la libertad de América Septentrional, la disolución de un gobierno central en una autoridad representativa y su distribución en tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial”.

Como la mayoría de los documentos de la época, Sentimientos de la Nación reconoce a la católica como religión única y oficial en los territorios americanos, aunque señala el mismo texto que el pueblo no debe pagar más obvenciones a la Iglesia que las de su devoción y ofrenda. El documento dispone textualmente “que se establezca por ley Constitucional la celebración del doce de diciembre en todos los pueblos, dedicado á la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando á todos los pueblos, la devoción mensual”.

El documento es interesante, pero tiene una impresionante carga de intolerancia religiosa, propia de una época en que la libertad religiosa brillaba por su ausencia, siendo aspiración de muchos, pero nada más, al menos aquí en México.

El próximo jueves se cumplirán 256 años del nacimiento de Morelos y, como todos los años, se escucharán en diversas partes los discursos de políticos y funcionarios públicos elogiando la vida del insigne guerrillero de la Independencia, pero sobre todo su ideario y obra en favor de nuestra libertad como nación, un legado que es menester preservar mediante una actitud patriótica que nos permita dar siempre lo mejor de nosotros en favor de nuestro querido México.

En la inauguración de una estatua de Morelos, el 30 de septiembre de 1865, Maximiliano, el último europeo que quiso ser emperador de México, tuvo las siguientes palabras de elogio para José María Morelos y Pavón: "Celebramos hoy la memoria de un hombre que salió de la más humilde clase del pueblo; que nació en la obscuridad, y que ahora ocupa uno de los más elevados y más ilustres puestos en la gloriosa historia de nuestra patria".

Para Víctor Esperón, escritor militar de alto rango, Morelos no aspiraba “a constituirse en figura máxima de la causa que con tal vehemencia había propuesto defender. Quería servirla en la forma y por los caminos que se le señalaran, pues estaba convencido de que -salvo la opinión de los tiranos- no había justicia divina o humana que llegara a condenarle, toda vez que la empresa venía inspirándose en los elementales principios de humanidad”.

El citado autor refiere que, a pesar de la sencillez y orígenes humildes de Morelos, como general del ejército insurgente se convirtió en un hombre de guerra cuya fama rebasó las fronteras del continente, y acerca del cual se dice que expresó Napoleón, “el genio militar más grande de la historia”: “Con seis generales como Morelos conquistaba yo el mundo”.

Algunos autores consideran que en el ámbito militar Morelos superó por mucho a Hidalgo, el Padre de la Patria, quien antes de la lucha independentista fue su rector en el Colegio de San Nicolás, y quien transmitió a Morelos sus ideas y anhelos de ver a un México libre e independiente de la Corona española.

Twitter: @armayacastro

Tras la muerte de Miguel Hidalgo y Costilla se convirtió en líder del ejército insurgente, donde fue una pieza fundamental para la independencia de México del yugo español. Su nacimiento se remonta al 30 de septiembre de 1765, en Valladolid (hoy Morelia), ciudad que lleva en su memoria el nombre de quien ha pasado a la historia como el Siervo de la Nación.

Me refiero, claro está, al generalísimo don José María Morelos y Pavón, autor de Sentimientos de la Nación, un documento que fue dictado por él entre el 26 de noviembre de 1812 y el 9 de febrero de 1813. Se dice que el redactor de este histórico texto fue don Andrés Quintana Roo, quien jugó también un papel importante en la lucha por la emancipación de México.

Sentimientos de la Nación es un documento fundamental de la independencia de México. Se promulgó el 14 de septiembre de 1813 en el Congreso del Anáhuac, y en sus 23 puntos aboga por la absoluta soberanía de la patria. Establece “la libertad de América Septentrional, la disolución de un gobierno central en una autoridad representativa y su distribución en tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial”.

Como la mayoría de los documentos de la época, Sentimientos de la Nación reconoce a la católica como religión única y oficial en los territorios americanos, aunque señala el mismo texto que el pueblo no debe pagar más obvenciones a la Iglesia que las de su devoción y ofrenda. El documento dispone textualmente “que se establezca por ley Constitucional la celebración del doce de diciembre en todos los pueblos, dedicado á la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando á todos los pueblos, la devoción mensual”.

El documento es interesante, pero tiene una impresionante carga de intolerancia religiosa, propia de una época en que la libertad religiosa brillaba por su ausencia, siendo aspiración de muchos, pero nada más, al menos aquí en México.

El próximo jueves se cumplirán 256 años del nacimiento de Morelos y, como todos los años, se escucharán en diversas partes los discursos de políticos y funcionarios públicos elogiando la vida del insigne guerrillero de la Independencia, pero sobre todo su ideario y obra en favor de nuestra libertad como nación, un legado que es menester preservar mediante una actitud patriótica que nos permita dar siempre lo mejor de nosotros en favor de nuestro querido México.

En la inauguración de una estatua de Morelos, el 30 de septiembre de 1865, Maximiliano, el último europeo que quiso ser emperador de México, tuvo las siguientes palabras de elogio para José María Morelos y Pavón: "Celebramos hoy la memoria de un hombre que salió de la más humilde clase del pueblo; que nació en la obscuridad, y que ahora ocupa uno de los más elevados y más ilustres puestos en la gloriosa historia de nuestra patria".

Para Víctor Esperón, escritor militar de alto rango, Morelos no aspiraba “a constituirse en figura máxima de la causa que con tal vehemencia había propuesto defender. Quería servirla en la forma y por los caminos que se le señalaran, pues estaba convencido de que -salvo la opinión de los tiranos- no había justicia divina o humana que llegara a condenarle, toda vez que la empresa venía inspirándose en los elementales principios de humanidad”.

El citado autor refiere que, a pesar de la sencillez y orígenes humildes de Morelos, como general del ejército insurgente se convirtió en un hombre de guerra cuya fama rebasó las fronteras del continente, y acerca del cual se dice que expresó Napoleón, “el genio militar más grande de la historia”: “Con seis generales como Morelos conquistaba yo el mundo”.

Algunos autores consideran que en el ámbito militar Morelos superó por mucho a Hidalgo, el Padre de la Patria, quien antes de la lucha independentista fue su rector en el Colegio de San Nicolás, y quien transmitió a Morelos sus ideas y anhelos de ver a un México libre e independiente de la Corona española.

Twitter: @armayacastro