/ miércoles 15 de diciembre de 2021

Migración: Clara evidencia de fallas

Filosofando al calor de la obligada reclusión domiciliaria y las hirvientes tasas de café, resumíamos en días pasados que la felicidad y el sufrimiento son en el fondo las cosas más importantes de la vida y que todo lo demás son anécdotas.

Claro que son importantes la ciencia, la economía, la investigación, el arte y el deporte…pero atrás de todo eso, como una fuerza a veces invisible pero siempre presente, está el afán de evitar el sufrimiento y ser tan feliz como Dios nos lo permita. A través de un medio o de otro, pero alcanzar ese objetivo de la paz, la seguridad y el bienestar.

Por lo tanto y basándonos en este principio seguramente irrefutable, sobre todo porque tiene sustento en las leyes de la también incuestionable dialéctica histórica, se puede señalar que el problema de la migración es un fenómeno originado precisamente por la expansión del sufrimiento y la ausencia de felicidad. En unas partes del mundo hay mucha gente que sufre y que anhela ser feliz.

Resulta pues que el surgimiento de caravanas de hombres, mujeres y niños, que parten de países sufridos rumbo a regiones prósperas, muchos observadores lo han calificado como una evidencia de la falta de equilibrio que se presenta en el avance de la humanidad y opinan que debe buscarse la manera de componer tal situación.

Mientras que por el otro lado, hay quienes hacen todo lo necesario para que de manera práctica y directa, se ponga freno a ese amenazante flujo humano. Tal vez la gente que trata de frenar la migración esté de acuerdo en que debe buscarse ese equilibrio que se busca. Pero posiblemente lo que ven como un riesgo es que este cambio se dé de golpe y porrazo, sin que haya planes, tiempos y estrategias para llevarlo a cabo.

Y este aparente “toma y daca” es el que se está dando en el terreno de lo económico y lo político. Y que por lo pronto, ya cobró en días pasados medio centenar de vidas, al volcar un trailer cargado de migrantes que venían de Centroamérica rumbo a Estados Unidos.

Y en este asunto es donde la ha tocado a México bailar no precisamente con la más fea, pero sí con una de las más feítas. Todo porque como también ya lo apuntamos en una de nuestras columnas anteriores, y por azares de la geografía, al Sur tenemos la pobreza y al Norte la riqueza. Y México está en medio. A nuestro país le toca por lo tanto ser protagonista obligado, y ser la arena donde se está desarrollando este enfrentamiento. El que no debería ser tal, ya que lo cuerdo es mirarlo no como un conflicto de intereses, sino como una falla a corregir. Esto desde luego, conforme a la opinión de los expertos.

Filosofando al calor de la obligada reclusión domiciliaria y las hirvientes tasas de café, resumíamos en días pasados que la felicidad y el sufrimiento son en el fondo las cosas más importantes de la vida y que todo lo demás son anécdotas.

Claro que son importantes la ciencia, la economía, la investigación, el arte y el deporte…pero atrás de todo eso, como una fuerza a veces invisible pero siempre presente, está el afán de evitar el sufrimiento y ser tan feliz como Dios nos lo permita. A través de un medio o de otro, pero alcanzar ese objetivo de la paz, la seguridad y el bienestar.

Por lo tanto y basándonos en este principio seguramente irrefutable, sobre todo porque tiene sustento en las leyes de la también incuestionable dialéctica histórica, se puede señalar que el problema de la migración es un fenómeno originado precisamente por la expansión del sufrimiento y la ausencia de felicidad. En unas partes del mundo hay mucha gente que sufre y que anhela ser feliz.

Resulta pues que el surgimiento de caravanas de hombres, mujeres y niños, que parten de países sufridos rumbo a regiones prósperas, muchos observadores lo han calificado como una evidencia de la falta de equilibrio que se presenta en el avance de la humanidad y opinan que debe buscarse la manera de componer tal situación.

Mientras que por el otro lado, hay quienes hacen todo lo necesario para que de manera práctica y directa, se ponga freno a ese amenazante flujo humano. Tal vez la gente que trata de frenar la migración esté de acuerdo en que debe buscarse ese equilibrio que se busca. Pero posiblemente lo que ven como un riesgo es que este cambio se dé de golpe y porrazo, sin que haya planes, tiempos y estrategias para llevarlo a cabo.

Y este aparente “toma y daca” es el que se está dando en el terreno de lo económico y lo político. Y que por lo pronto, ya cobró en días pasados medio centenar de vidas, al volcar un trailer cargado de migrantes que venían de Centroamérica rumbo a Estados Unidos.

Y en este asunto es donde la ha tocado a México bailar no precisamente con la más fea, pero sí con una de las más feítas. Todo porque como también ya lo apuntamos en una de nuestras columnas anteriores, y por azares de la geografía, al Sur tenemos la pobreza y al Norte la riqueza. Y México está en medio. A nuestro país le toca por lo tanto ser protagonista obligado, y ser la arena donde se está desarrollando este enfrentamiento. El que no debería ser tal, ya que lo cuerdo es mirarlo no como un conflicto de intereses, sino como una falla a corregir. Esto desde luego, conforme a la opinión de los expertos.