/ jueves 6 de junio de 2019

Miércoles crucial


Salvador del Río

De la reunión que el día de hoy sostendrán en Washington los funcionarios y empresarios encabezados por el canciller Marcelo Ebrard con el secretario de Estado, Mike Pompeo y representantes del gobierno de los Estados Unidos, no puede esperarse una solución al plazo del próximo lunes fijado por el presidente Donald Trump para que México detenga el flujo de migrantes hacia su país y el tráfico de drogas, so pena de aplicar un arancel de cinco por ciento a las exportaciones mexicanas, progresivo hasta llegar a un máximo de veinticinco puntos porcentuales.

No obstante, en las negociaciones de este día sí podrán verse los efectos de los esfuerzos de México, tanto del sector privado como del gobierno de Andrés López Obrador, por un acuerdo que solucione la crisis provocada por las amenazas que ponen a ambos países al borde de una guerra comercial.

Ante esa posibilidad las reacciones en México van desde el optimismo de un acuerdo en el que, como en toda negociación, México se vería obligado a ceder en parte a las exigencias del presidente de los Estados Unidos. En tanto, desde su periplo en Inglaterra Donald Trump deja en claro que antes de negociar, el diez de junio se comenzará a aplicar el arancel a todos los productos de exportación de México. Primero el golpe, después el diálogo que México propone en voz del presidente López Obrador.

La relación entre México y Estados Unidos es sagrada, afirma el presidente en su diaria conferencia mañanera. Con esa certidumbre, confía en que pronto se llegará a un acuerdo. Ante la evidencia de que para Donald Trump las relaciones entre los dos países no son tan santas como López Obrador las imagina, otras opiniones difieren no ante la gravedad de la crisis, sino acerca de los caminos posibles para hacerle frente con el menor número de daños posible. El canciller Ebrard inaugura sus propias mañaneras desde Washington –morningneras—con una visión más realista. La aplicación de los aranceles generaría de momento impuestos por diez y ocho mil millones de dólares que finalmente pagarían los consumidores norteamericanos y ocasionarían un grave daño al comercio entre los dos países, a los empresarios y a los trabajadores de ambas naciones. Con esos argumentos, el canciller Ebrard espera influir en el empeño de Donald Trump.

Representantes de las más altas cúpulas empresariales de México como Carlos Slim, Alberto Bailleres y Miguel Alemán, así como José Antonio Meade, ex secretario de Hacienda, llaman a cerrar filas en torno a los esfuerzos del gobierno para hacer frente a la crisis. La secretaria de Economía, Graciela Márquez, así como otros funcionarios del sector señalan una posible respuesta enérgica con medidas similares de aranceles a las exportaciones de los Estados Unidos. Medida que la secretaria de Economía considera extrema e indeseable por los efectos que ocasionaría a los dos países: inflación, aumento de precios, variaciones en el tipo de cambio y pérdidas considerables en la producción de bienes destinados al comercio entre las dos naciones.

Hay otras opiniones no menos válidas y contrastantes con el alarde de López Obrador: no soy cobarde, afirma, y basado en su valentía confía en llegar a un acuerdo. Luis de la Calle, factor importante en la firma del Tratado de Libre Comercio hace veinticinco años, experto en comercio internacional, apunta una posibilidad de freno o contención a los propósitos de Donald Trump. Serían los propios empresarios norteamericanos, las organizaciones y los trabajadores afectados con las desproporcionadas medidas anunciadas, quienes podrían presionar al presidente para reconsiderar sobre su decisión aun después de aplicados los aranceles, cuando los efectos de esas medidas se adviertan en toda su gravedad sobre la economía norteamericana.


srio28@prodiigy.net.mx



Salvador del Río

De la reunión que el día de hoy sostendrán en Washington los funcionarios y empresarios encabezados por el canciller Marcelo Ebrard con el secretario de Estado, Mike Pompeo y representantes del gobierno de los Estados Unidos, no puede esperarse una solución al plazo del próximo lunes fijado por el presidente Donald Trump para que México detenga el flujo de migrantes hacia su país y el tráfico de drogas, so pena de aplicar un arancel de cinco por ciento a las exportaciones mexicanas, progresivo hasta llegar a un máximo de veinticinco puntos porcentuales.

No obstante, en las negociaciones de este día sí podrán verse los efectos de los esfuerzos de México, tanto del sector privado como del gobierno de Andrés López Obrador, por un acuerdo que solucione la crisis provocada por las amenazas que ponen a ambos países al borde de una guerra comercial.

Ante esa posibilidad las reacciones en México van desde el optimismo de un acuerdo en el que, como en toda negociación, México se vería obligado a ceder en parte a las exigencias del presidente de los Estados Unidos. En tanto, desde su periplo en Inglaterra Donald Trump deja en claro que antes de negociar, el diez de junio se comenzará a aplicar el arancel a todos los productos de exportación de México. Primero el golpe, después el diálogo que México propone en voz del presidente López Obrador.

La relación entre México y Estados Unidos es sagrada, afirma el presidente en su diaria conferencia mañanera. Con esa certidumbre, confía en que pronto se llegará a un acuerdo. Ante la evidencia de que para Donald Trump las relaciones entre los dos países no son tan santas como López Obrador las imagina, otras opiniones difieren no ante la gravedad de la crisis, sino acerca de los caminos posibles para hacerle frente con el menor número de daños posible. El canciller Ebrard inaugura sus propias mañaneras desde Washington –morningneras—con una visión más realista. La aplicación de los aranceles generaría de momento impuestos por diez y ocho mil millones de dólares que finalmente pagarían los consumidores norteamericanos y ocasionarían un grave daño al comercio entre los dos países, a los empresarios y a los trabajadores de ambas naciones. Con esos argumentos, el canciller Ebrard espera influir en el empeño de Donald Trump.

Representantes de las más altas cúpulas empresariales de México como Carlos Slim, Alberto Bailleres y Miguel Alemán, así como José Antonio Meade, ex secretario de Hacienda, llaman a cerrar filas en torno a los esfuerzos del gobierno para hacer frente a la crisis. La secretaria de Economía, Graciela Márquez, así como otros funcionarios del sector señalan una posible respuesta enérgica con medidas similares de aranceles a las exportaciones de los Estados Unidos. Medida que la secretaria de Economía considera extrema e indeseable por los efectos que ocasionaría a los dos países: inflación, aumento de precios, variaciones en el tipo de cambio y pérdidas considerables en la producción de bienes destinados al comercio entre las dos naciones.

Hay otras opiniones no menos válidas y contrastantes con el alarde de López Obrador: no soy cobarde, afirma, y basado en su valentía confía en llegar a un acuerdo. Luis de la Calle, factor importante en la firma del Tratado de Libre Comercio hace veinticinco años, experto en comercio internacional, apunta una posibilidad de freno o contención a los propósitos de Donald Trump. Serían los propios empresarios norteamericanos, las organizaciones y los trabajadores afectados con las desproporcionadas medidas anunciadas, quienes podrían presionar al presidente para reconsiderar sobre su decisión aun después de aplicados los aranceles, cuando los efectos de esas medidas se adviertan en toda su gravedad sobre la economía norteamericana.


srio28@prodiigy.net.mx