/ sábado 7 de julio de 2018

México frente al mundo hizo una revolución pacífica

El México Bronco que se manifestara en las urnas en 1988 con la caída del sistema, donde se dijo que Cuauhtémoc ganó en aquella ocasión, pero que admitieran que perdieron porque no contaron con estructura para defender el voto, ese candidato compuesto por una alianza de partidos de izquierda y por la suma de candidatos como Heberto Castillo y Rosario Ibarra, fue la primera revolución pacífica con el voto como arma. Hoy, el triunfo de AMLO es la segunda revolución social pacífica con las mismas armas, matizado con la violencia de redes sociales desbordadas de encono entre simpatizantes y detractores de Morena.

No sorprende el triunfo de Morena, porque anteriormente gobernara el PRI luego el PAN y ahora le tocaría al PRD transformado en Morena, siguiendo las reglas de la alternancia, el consciente social lo tenía claro era tiempo de dar oportunidad a la izquierda, cuestionado o no, era quien seguía.

Hoy se construye la distancia entre partido y candidato, entre su papel y postulados de campaña y el de presidente electo, cuya responsabilidad en el ejercicio del poder hará tomar medidas distintas a las que se veían desde un proceso electoral y lo que hoy demanda la sociedad y la real politic.

Lo que le toca al gobierno actual es actuar en consecuencia institucionalmente y operar la entrega del mando en un ejercicio civilizado, racional y patriota, acatando la voluntad del pueblo expresado en las urnas y es eso precisamente lo que Enrique Peña Nieto está haciendo, al margen de las mentiras tejidas, de que si había acuerdo o si el PRI sigue en el gobierno nada más que con otro disfraz, una gran mentira inventada por, no sabemos quién, la realidad es que el PRI, el PAN, el verde y todos los demás partidos perdieron frente al hartazgo de la sociedad que sin mayor miramiento expresó su rechazo a todos, apostando a la alternancia y a una opción distinta o que al menos percibieron distinta y optaron por darle la oportunidad de participar y de hacer lo que prometieron o lo que quisiera la mayoría que hicieran.

A López Obrador y su equipo les toca, primero cumplir en la medida de lo posible las propuestas de campaña, pero aún sin cumplirlas el pueblo sabe o al menos con esto, ha aprendido que las propuestas en campaña son una cosa y el ejercicio del poder y la posibilidad de cumplirlas es otra.

Es más, de hecho la verdad es que a nadie convencieron las propuestas de campaña no obstante todo lo que se dijo inclusive en los debates, que querían escuchar propuestas de los candidatos, eso era una gran mentira lo menos que querían escuchar los electores eran propuestas, lo que querían era un cambio y veían en el PRI la perpetuación en el poder, del engaño y la corrupción que borraba de tajo todo lo alcanzado en gobiernos priístas, todo ello eclipsó ante los recientes actos de corrupción escandalosa de los últimos gobernadores cuestionados. Volver a ser una opción ciudadana, sin pasado y con futuro.

A los partidos les toca decidir si continúan con sus siglas o se reinventan y se reagrupan, unificar a los que no votaron por el ganador, que tampoco hay que perder de vista, ni minimizarlos y menos ignorarlos, consolidar y agrupar fuerzas opositoras al candidato ganador, consolidar una corriente de contrapeso al poder, porque sin freno ni oposición, se volvería dictadura, mientras López Obrador con sus acciones logra conquistar a quien no votó por él, reconocerlo es avanzar, porque gobernar al País, no es lo mismo que gobernar a la Ciudad de México.


sadot16@hotmail.com


El México Bronco que se manifestara en las urnas en 1988 con la caída del sistema, donde se dijo que Cuauhtémoc ganó en aquella ocasión, pero que admitieran que perdieron porque no contaron con estructura para defender el voto, ese candidato compuesto por una alianza de partidos de izquierda y por la suma de candidatos como Heberto Castillo y Rosario Ibarra, fue la primera revolución pacífica con el voto como arma. Hoy, el triunfo de AMLO es la segunda revolución social pacífica con las mismas armas, matizado con la violencia de redes sociales desbordadas de encono entre simpatizantes y detractores de Morena.

No sorprende el triunfo de Morena, porque anteriormente gobernara el PRI luego el PAN y ahora le tocaría al PRD transformado en Morena, siguiendo las reglas de la alternancia, el consciente social lo tenía claro era tiempo de dar oportunidad a la izquierda, cuestionado o no, era quien seguía.

Hoy se construye la distancia entre partido y candidato, entre su papel y postulados de campaña y el de presidente electo, cuya responsabilidad en el ejercicio del poder hará tomar medidas distintas a las que se veían desde un proceso electoral y lo que hoy demanda la sociedad y la real politic.

Lo que le toca al gobierno actual es actuar en consecuencia institucionalmente y operar la entrega del mando en un ejercicio civilizado, racional y patriota, acatando la voluntad del pueblo expresado en las urnas y es eso precisamente lo que Enrique Peña Nieto está haciendo, al margen de las mentiras tejidas, de que si había acuerdo o si el PRI sigue en el gobierno nada más que con otro disfraz, una gran mentira inventada por, no sabemos quién, la realidad es que el PRI, el PAN, el verde y todos los demás partidos perdieron frente al hartazgo de la sociedad que sin mayor miramiento expresó su rechazo a todos, apostando a la alternancia y a una opción distinta o que al menos percibieron distinta y optaron por darle la oportunidad de participar y de hacer lo que prometieron o lo que quisiera la mayoría que hicieran.

A López Obrador y su equipo les toca, primero cumplir en la medida de lo posible las propuestas de campaña, pero aún sin cumplirlas el pueblo sabe o al menos con esto, ha aprendido que las propuestas en campaña son una cosa y el ejercicio del poder y la posibilidad de cumplirlas es otra.

Es más, de hecho la verdad es que a nadie convencieron las propuestas de campaña no obstante todo lo que se dijo inclusive en los debates, que querían escuchar propuestas de los candidatos, eso era una gran mentira lo menos que querían escuchar los electores eran propuestas, lo que querían era un cambio y veían en el PRI la perpetuación en el poder, del engaño y la corrupción que borraba de tajo todo lo alcanzado en gobiernos priístas, todo ello eclipsó ante los recientes actos de corrupción escandalosa de los últimos gobernadores cuestionados. Volver a ser una opción ciudadana, sin pasado y con futuro.

A los partidos les toca decidir si continúan con sus siglas o se reinventan y se reagrupan, unificar a los que no votaron por el ganador, que tampoco hay que perder de vista, ni minimizarlos y menos ignorarlos, consolidar y agrupar fuerzas opositoras al candidato ganador, consolidar una corriente de contrapeso al poder, porque sin freno ni oposición, se volvería dictadura, mientras López Obrador con sus acciones logra conquistar a quien no votó por él, reconocerlo es avanzar, porque gobernar al País, no es lo mismo que gobernar a la Ciudad de México.


sadot16@hotmail.com