/ lunes 23 de octubre de 2023

México disperso, el reto a vencer


Los mexicanos enfrentamos la circunstancia propia producida por las largas distancias, nuestro origen multiétnico, nuestra pluriculturalidad, las brechas social, tecnológica, educativa, cultural y de oportunidades, la apatía, el desgano, la falta de motivación, el descredito de los políticos, de los partidos, de los personajes protagónicos de la política, que no cambian, que hacen lo de siempre, que reproducen conductas del siglo XX y hasta nuestros días, sin modificar abusos, engaños, excesos, suntuosidad, dispendio y otras atrocidades tan históricas como actuales.

Somos una nación cada vez más hiperconectada con el mundo, con redes de comunicación que permiten acceder al mundo y disfrutar de la posibilidad de obtener noticias al instante, prácticamente en tiempo real, con acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) que abren nuevas opciones, brindan herramientas y son implica tener la posibilidad de operar y comunicarse sin barreras, de educar, de orientar y de formar a los ciudadanos, fomentando el intercambio cultural, la apertura de mentes, el pensamiento crítico y la ciudadanía activa. También somos un país donde en el orden interno, el crimen organizado ha avanzado y ha agravado los problemas sociales, dificultando el transporte terrestre, la comunicación entre poblaciones, el transporte de productos, alimentos y mercancías y el libre tránsito por el territorio nacional por el temor de los robos y otro abanico de opciones delictivas de los que deseamos no ser víctimas.

También estamos sometidos a una sociedad con indicadores de violencia alarmantes, que no acaba de salir del viejo modelo patriarcal, que no logra convertirse en incluyente, en equitativa, en solidaria, en justa. Somos una sociedad dispersa, donde cada quien busca obtener beneficios personales y resolver lo suyo, en lugar de ocuparse por cooperar y participar para conseguir lo colectivo. El egoísmo colectivo se entiende como una reacción a no tener siquiera satisfecho lo propio, lo de la familia nuclear. También se expresa como reacción a la expectativa no cubierta de tener buenos gobiernos, de tener ejemplos en la vida pública gubernamental para motivar el cambio social, el remodelado de principios y de valores necesarios para lograr una evolución cultural que se signifique como el factor de impulso al crecimiento nacional, convirtiéndose en unificador, en símbolo de orgullo y de pertenencia por ser mexicanos y por trabajar por todos, para todos y todos juntos.

Soy un convencido de que los grandes cambios sociales en la historia de la humanidad, han surgido a partir de la ansiedad popular por no tener resultados, por no ver la salida, por ser impacientes ante los malos gobiernos, por desear avanzar y porque la velocidad de la sociedad es mucho más veloz que la de los aparatos burocráticos y la de las elites gobernantes que se renuevan, se auto protegen y se blindan intentando aplazar o evitar los cambios.

Vivimos dispersos, cada quien atendiendo problemas, actividades y asuntos en la esfera de lo personal y de lo familiar. Nuestro espacio de influencia se vuelve reducido. Debemos vencer el desgano y participar en la construcción de un despertar ciudadano, empezando desde la comunidad, el estado y la nación. Es necesario para construir una sociedad emergente, que rompa paradigmas, que supere adversidades, que ignore a los políticos y que sea capaz de orientar, de promover y de convencer sobre cuál es la nueva visión y cuál es el camino a seguir para lograr como ciudadanos lo que los políticos no han sido capaces de darnos. La unidad debe vencer a la dispersión. Todo parte de un compromiso personal y del esfuerzo compartido tras de objetivos comunes.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz


Los mexicanos enfrentamos la circunstancia propia producida por las largas distancias, nuestro origen multiétnico, nuestra pluriculturalidad, las brechas social, tecnológica, educativa, cultural y de oportunidades, la apatía, el desgano, la falta de motivación, el descredito de los políticos, de los partidos, de los personajes protagónicos de la política, que no cambian, que hacen lo de siempre, que reproducen conductas del siglo XX y hasta nuestros días, sin modificar abusos, engaños, excesos, suntuosidad, dispendio y otras atrocidades tan históricas como actuales.

Somos una nación cada vez más hiperconectada con el mundo, con redes de comunicación que permiten acceder al mundo y disfrutar de la posibilidad de obtener noticias al instante, prácticamente en tiempo real, con acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) que abren nuevas opciones, brindan herramientas y son implica tener la posibilidad de operar y comunicarse sin barreras, de educar, de orientar y de formar a los ciudadanos, fomentando el intercambio cultural, la apertura de mentes, el pensamiento crítico y la ciudadanía activa. También somos un país donde en el orden interno, el crimen organizado ha avanzado y ha agravado los problemas sociales, dificultando el transporte terrestre, la comunicación entre poblaciones, el transporte de productos, alimentos y mercancías y el libre tránsito por el territorio nacional por el temor de los robos y otro abanico de opciones delictivas de los que deseamos no ser víctimas.

También estamos sometidos a una sociedad con indicadores de violencia alarmantes, que no acaba de salir del viejo modelo patriarcal, que no logra convertirse en incluyente, en equitativa, en solidaria, en justa. Somos una sociedad dispersa, donde cada quien busca obtener beneficios personales y resolver lo suyo, en lugar de ocuparse por cooperar y participar para conseguir lo colectivo. El egoísmo colectivo se entiende como una reacción a no tener siquiera satisfecho lo propio, lo de la familia nuclear. También se expresa como reacción a la expectativa no cubierta de tener buenos gobiernos, de tener ejemplos en la vida pública gubernamental para motivar el cambio social, el remodelado de principios y de valores necesarios para lograr una evolución cultural que se signifique como el factor de impulso al crecimiento nacional, convirtiéndose en unificador, en símbolo de orgullo y de pertenencia por ser mexicanos y por trabajar por todos, para todos y todos juntos.

Soy un convencido de que los grandes cambios sociales en la historia de la humanidad, han surgido a partir de la ansiedad popular por no tener resultados, por no ver la salida, por ser impacientes ante los malos gobiernos, por desear avanzar y porque la velocidad de la sociedad es mucho más veloz que la de los aparatos burocráticos y la de las elites gobernantes que se renuevan, se auto protegen y se blindan intentando aplazar o evitar los cambios.

Vivimos dispersos, cada quien atendiendo problemas, actividades y asuntos en la esfera de lo personal y de lo familiar. Nuestro espacio de influencia se vuelve reducido. Debemos vencer el desgano y participar en la construcción de un despertar ciudadano, empezando desde la comunidad, el estado y la nación. Es necesario para construir una sociedad emergente, que rompa paradigmas, que supere adversidades, que ignore a los políticos y que sea capaz de orientar, de promover y de convencer sobre cuál es la nueva visión y cuál es el camino a seguir para lograr como ciudadanos lo que los políticos no han sido capaces de darnos. La unidad debe vencer a la dispersión. Todo parte de un compromiso personal y del esfuerzo compartido tras de objetivos comunes.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz