/ jueves 12 de noviembre de 2020

Mexicanos revictimizados

En el argot social y periodístico se ha puesto de moda el término “revictimizar”, que se utiliza como queja contra la lenta burocracia y contra partes del aparato judicial que en lugar de apoyar a quienes han sido víctimas de algún abuso o delito, tardan u obstruyen la llegada de la justicia que reclaman.

Casos como éstos abundan aquí lo mismo que en cualquier parte del país y según los observadores, se presentan como resultado de la pérdida de valores que de un tiempo para acá hemos venido sufriendo. Y ha sido el retroceso a tal grado, que tamañas irregularidades en la vida pública y privada, parecen haber tomado cartas de naturalización. En términos corrientes, se dice que las malas mañas y la alta incidencia de delitos, se han “naturalizado”.

Pues bien, viene todo esto al caso porque este fenómeno de revictimización que desde hace tiempo se estaba dando en algunos estratos de la población, se está presentando ahora a nivel nacional con la llegada del coronavirus. Ya hemos apuntado en más de una ocasión, que el azote de la pandemia, ha llegado en tiempos que de por sí ya eran aciagos para el país.

Imposible olvidar que al arribo del covid-19, ya muchos mexicanos vivían en la angustia debido a problemas que habían venido creciendo y que incidían irremediablemente en contra de la calidad de vida.

¿Cuáles son estos males? Pues son de sobra conocidos y se trata básicamente de la alarmante baja en el poder adquisitivo de gran número de compatriotas; el consecuente aumento de mexicanos en extrema pobreza; el mayor poderío del crimen organizado; el bajo valor que se da hoy a la vida humana; la multiplicación de asesinatos y otros delitos; el alto consumo de drogas; la expansiva corrupción en los medios oficiales, el alto índice de impunidad … y páreles de contar, porque esto se ha convertido en el más amplio repertorio de los males que puede tener una comunidad.

Era tal el escenario dese entonces predominante, que el mismo Papa Francisco, al voltear los ojos hacia nuestra dolida nación -y esto ya lo apuntamos en fecha reciente- comentó que por lo visto “algo trae el diablo contra México”.

Pues bien, ha sido en este contexto de sufrimiento cuando -como si fuera poco- el coronavirus llegó a México, puntual en su propósito de hacer un recorrido fatal por todo el mundo.

México, ya víctima de la historia, está siendo revictimizado desde entonces. Desde hace aproximadamente 8 meses. Tras una serie amplísima y doliente de dificultades, se agrega otra, que no solamente es altamente perjudicial por sí sola, sino que trae aparejado el agravamiento de los males que ya teníamos.

De lo que más se habla durante la pandemia, es de las muertes que ocasiona. Pero como ya lo señalamos con antelación, está el caso de la gente que se queda sin trabajo, y el de las familias que quedan en el desamparo cuando la persona que muere era el sostén del hogar, sin olvidar el cierre de negocios.

Claro que ha habido respuesta del gobierno a tal situación y ha hecho su aparición la ayuda para adultos mayores y para jefas de familia. Aparte de que en la capital del país, se ha instrumentado un programa para familias que se han quedado sin el jefe; o sin la jefa.

Vemos pues que ya se está haciendo algo, la autoridad y la sociedad misma, han tomado cartas en el asunto. Pero sin duda será ciertamente largo el camino que en este campo tendremos que recorrer. Actitudes de desprendimiento y de solidaridad tendrán que manifestarse con más decisión.

En el argot social y periodístico se ha puesto de moda el término “revictimizar”, que se utiliza como queja contra la lenta burocracia y contra partes del aparato judicial que en lugar de apoyar a quienes han sido víctimas de algún abuso o delito, tardan u obstruyen la llegada de la justicia que reclaman.

Casos como éstos abundan aquí lo mismo que en cualquier parte del país y según los observadores, se presentan como resultado de la pérdida de valores que de un tiempo para acá hemos venido sufriendo. Y ha sido el retroceso a tal grado, que tamañas irregularidades en la vida pública y privada, parecen haber tomado cartas de naturalización. En términos corrientes, se dice que las malas mañas y la alta incidencia de delitos, se han “naturalizado”.

Pues bien, viene todo esto al caso porque este fenómeno de revictimización que desde hace tiempo se estaba dando en algunos estratos de la población, se está presentando ahora a nivel nacional con la llegada del coronavirus. Ya hemos apuntado en más de una ocasión, que el azote de la pandemia, ha llegado en tiempos que de por sí ya eran aciagos para el país.

Imposible olvidar que al arribo del covid-19, ya muchos mexicanos vivían en la angustia debido a problemas que habían venido creciendo y que incidían irremediablemente en contra de la calidad de vida.

¿Cuáles son estos males? Pues son de sobra conocidos y se trata básicamente de la alarmante baja en el poder adquisitivo de gran número de compatriotas; el consecuente aumento de mexicanos en extrema pobreza; el mayor poderío del crimen organizado; el bajo valor que se da hoy a la vida humana; la multiplicación de asesinatos y otros delitos; el alto consumo de drogas; la expansiva corrupción en los medios oficiales, el alto índice de impunidad … y páreles de contar, porque esto se ha convertido en el más amplio repertorio de los males que puede tener una comunidad.

Era tal el escenario dese entonces predominante, que el mismo Papa Francisco, al voltear los ojos hacia nuestra dolida nación -y esto ya lo apuntamos en fecha reciente- comentó que por lo visto “algo trae el diablo contra México”.

Pues bien, ha sido en este contexto de sufrimiento cuando -como si fuera poco- el coronavirus llegó a México, puntual en su propósito de hacer un recorrido fatal por todo el mundo.

México, ya víctima de la historia, está siendo revictimizado desde entonces. Desde hace aproximadamente 8 meses. Tras una serie amplísima y doliente de dificultades, se agrega otra, que no solamente es altamente perjudicial por sí sola, sino que trae aparejado el agravamiento de los males que ya teníamos.

De lo que más se habla durante la pandemia, es de las muertes que ocasiona. Pero como ya lo señalamos con antelación, está el caso de la gente que se queda sin trabajo, y el de las familias que quedan en el desamparo cuando la persona que muere era el sostén del hogar, sin olvidar el cierre de negocios.

Claro que ha habido respuesta del gobierno a tal situación y ha hecho su aparición la ayuda para adultos mayores y para jefas de familia. Aparte de que en la capital del país, se ha instrumentado un programa para familias que se han quedado sin el jefe; o sin la jefa.

Vemos pues que ya se está haciendo algo, la autoridad y la sociedad misma, han tomado cartas en el asunto. Pero sin duda será ciertamente largo el camino que en este campo tendremos que recorrer. Actitudes de desprendimiento y de solidaridad tendrán que manifestarse con más decisión.