/ lunes 1 de febrero de 2021

¿Mejoramos o fracasamos?

Es innegable que, como dice el dicho, después de la tempestad viene la calma, pero desafortunamente ante la tempestad que estamos viviendo todos los mexicanos y en particular los jaliscienses, la calma aún se aprecia muy distante.

Ante la manifiesta indolencia de nuestra sociedad que no obstante, todas las desgracias que hemos vivido en lo familiar, en lo personal; muy de cerca o a la distancia, al padecer por la pérdida de un ser querido a causa de esta pandemia, la que al día de hoy es más agresiva que en sus inicios y aún con lo que se sigue derrochando en publicidad cortesana por parte de las autoridades para hacernos saber que, se está enfrentando con todo a la pandemia, necesariamente las circunstancias por las que atravesamos, nos obligan a reflexionar en ellas y no sólo a sentarnos a llorar o a ser espectadores, sino por el contrario, nos obliga a actuar en consecuencia desde el espacio de cada quien por modesto que éste sea. Nos hace falta revestirnos de una actitud responsable, digna, decidida, propositiva, pero sobre todo urgente, porque no obstante lo trágico de la situación, lo más importante es la salud y luego, la seguridad y la subsistencia.

La pandemia y su contexto, nos ha llevado a seguir hacia adelante y reorientar la sociedad que hemos conformado, dado que no ha distiguido entre el que tiene mucho, el que tiene poco o el que nada tiene, pues es la responsable de nuestro entorno hoy por hoy, desde todas las aristas de la vida, pues pareciera que todos vemos el vaso medio lleno cuando realmente está medio vacío.

Una sociedad en donde el poderoso ha sido irresponsable, deshonesto, incongruente, incapaz, mendaz y traidor, a quien de cualquier manera ya se le dio la oportunidad de poner en práctica todo aquello que posee, a través de su conocimiento, talento, honestidad, congruencia, fraternidad y con ello, hacer lo propio para revertir el estado en el que actualmente se encuentra nuestra realidad social, pero nada de eso ha sido así, lo único cierto es que, esos pocos que ejercen desde el poder, han traicionado al pueblo, a ese mismo pueblo que los llevó a posicionarse en el cargo que hoy ocupan, pues sólo se dedican a mentirle con la mayor facilidad, han incumplido lo que prometieron y lo peor es que, no es cierto que hayan tenido talento en algún momento, capacidad, valor o convicción para ejercer el cargo que hoy siguen detentando, dado que ni siquiera se percibe en ellos, un poco de vocación de servicio a favor de la ciudadanía.

Las circunstancias nos han orillado a que cada uno de nosotros, en lo particular y en lo general, seamos congruentes, responsables, honestos y solidarios con nuestros semejantes para lograr superar juntos, este escenario tan derrotista, porque el lamento sólo viene a confirmar nuestra desgracia y nos hunde más en el fango.

Tenemos la obligación como sociedad, de hacer de estos gobiernos, instituciones fuertes, acordes a las circunstancias y necesidades que hoy nos encontramos padeciendo, todo por haber permitido y tolerado gobiernos incapaces y corruptos. Como sociedad nos encontramos estacionados en el confort de la indiferencia en espera de que la divinidad venga a cambiarnos el escenario actual.

No tenemos tiempo para desperdiciarlo, porque se están perdiendo vidas todos los días, momento a momento, provocadas no sólo por el covid-19, sino por la pandemia criminal, esa que, desde antes de conocer este virus, ya la veníamos padeciendo severamente en nuestro estado.

¡Vamos por México!, porque si vamos por México, vamos por nosotros .

* Luis Octavio Cotero Bernal / Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara

Es innegable que, como dice el dicho, después de la tempestad viene la calma, pero desafortunamente ante la tempestad que estamos viviendo todos los mexicanos y en particular los jaliscienses, la calma aún se aprecia muy distante.

Ante la manifiesta indolencia de nuestra sociedad que no obstante, todas las desgracias que hemos vivido en lo familiar, en lo personal; muy de cerca o a la distancia, al padecer por la pérdida de un ser querido a causa de esta pandemia, la que al día de hoy es más agresiva que en sus inicios y aún con lo que se sigue derrochando en publicidad cortesana por parte de las autoridades para hacernos saber que, se está enfrentando con todo a la pandemia, necesariamente las circunstancias por las que atravesamos, nos obligan a reflexionar en ellas y no sólo a sentarnos a llorar o a ser espectadores, sino por el contrario, nos obliga a actuar en consecuencia desde el espacio de cada quien por modesto que éste sea. Nos hace falta revestirnos de una actitud responsable, digna, decidida, propositiva, pero sobre todo urgente, porque no obstante lo trágico de la situación, lo más importante es la salud y luego, la seguridad y la subsistencia.

La pandemia y su contexto, nos ha llevado a seguir hacia adelante y reorientar la sociedad que hemos conformado, dado que no ha distiguido entre el que tiene mucho, el que tiene poco o el que nada tiene, pues es la responsable de nuestro entorno hoy por hoy, desde todas las aristas de la vida, pues pareciera que todos vemos el vaso medio lleno cuando realmente está medio vacío.

Una sociedad en donde el poderoso ha sido irresponsable, deshonesto, incongruente, incapaz, mendaz y traidor, a quien de cualquier manera ya se le dio la oportunidad de poner en práctica todo aquello que posee, a través de su conocimiento, talento, honestidad, congruencia, fraternidad y con ello, hacer lo propio para revertir el estado en el que actualmente se encuentra nuestra realidad social, pero nada de eso ha sido así, lo único cierto es que, esos pocos que ejercen desde el poder, han traicionado al pueblo, a ese mismo pueblo que los llevó a posicionarse en el cargo que hoy ocupan, pues sólo se dedican a mentirle con la mayor facilidad, han incumplido lo que prometieron y lo peor es que, no es cierto que hayan tenido talento en algún momento, capacidad, valor o convicción para ejercer el cargo que hoy siguen detentando, dado que ni siquiera se percibe en ellos, un poco de vocación de servicio a favor de la ciudadanía.

Las circunstancias nos han orillado a que cada uno de nosotros, en lo particular y en lo general, seamos congruentes, responsables, honestos y solidarios con nuestros semejantes para lograr superar juntos, este escenario tan derrotista, porque el lamento sólo viene a confirmar nuestra desgracia y nos hunde más en el fango.

Tenemos la obligación como sociedad, de hacer de estos gobiernos, instituciones fuertes, acordes a las circunstancias y necesidades que hoy nos encontramos padeciendo, todo por haber permitido y tolerado gobiernos incapaces y corruptos. Como sociedad nos encontramos estacionados en el confort de la indiferencia en espera de que la divinidad venga a cambiarnos el escenario actual.

No tenemos tiempo para desperdiciarlo, porque se están perdiendo vidas todos los días, momento a momento, provocadas no sólo por el covid-19, sino por la pandemia criminal, esa que, desde antes de conocer este virus, ya la veníamos padeciendo severamente en nuestro estado.

¡Vamos por México!, porque si vamos por México, vamos por nosotros .

* Luis Octavio Cotero Bernal / Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara