/ lunes 8 de agosto de 2022

Luz para México


Atravesamos por un pasaje tenebroso de la historia nacional. La transición democrática de 2018, avizorada como esperanzadora y como factor de contención de la degradación que nuestra sociedad experimentaba, ha despejado las dudas sobre su utilidad y gracia. Por el contrario de lo que se esperaba, el compás de espera que se abrió con la llegada de López Obrador al poder, devolvió al tigre suelto de una sociedad ansiosa y que estaba al borde del estallido, a una posición de espera, anhelando que el golpe de timón volviera innecesaria la acción social. Falló el presupuesto.

Hoy vivimos en la lúgubre y sombría situación que provoca un gobierno disfuncional. Se han agravado la crisis económica, política, educativa, de salud, alimenticia, agropecuaria… se ha descompuesto el sistema… se están dañando los cimientos de gobernabilidad, de la impartición de justicia, del estado de derecho, de la relación entre gobernantes y gobernados.

Hoy vivimos en un México obscuro. La mayor parte del dinero, de los negocios, del comercio, de la vida, se hacen con la luz apagada, por debajo de la mesa, sin poder presumirse, sin poder aceptarlos. El dinero bancarizado que circula es mínimo comparado con el que se gasta. La verdad se ha escondido y la moral es prófuga. La corrupción, el autoritarismo, el narcotráfico diversificado e instalado en el gobierno ya no se oculta. El cinismo, el descaro y la desvergüenza se presumen en espacios oficiales, con orgullo y hasta esperando aplausos por ello.

México es opaco. La transparencia se anuló, bajo reserva de seguridad nacional. Que ironía. Estábamos mejor cuando estábamos peor, pues al menos el estado funcionaba. Había instituciones que blindaban contra la codicia, el egocentrismo y el abuso de la alta clase política. Hoy, el gobierno de un solo hombre es incapaz, sin luz, peligroso, despótico y dominante. Complicidades con los ejércitos, el constitucional y los de las plazas, hiere, duele y emponzoña el tejido social. El daño a los cimientos y la ruptura del orden constitucional, la farsa del gobierno de saliva, que conversa, pero no actúa, que solapa y protege intereses negros, umbríos, queda a la vista del 5% de los mexicanos.

El daño social es tan hondo y grave, que ahora no exigimos un cambio político, pues ya es insuficiente. Como ocurrió en la Francia pre revolucionaria, requerimos agitación ideología para visibilizar, socializar y cuestionar las ideas cuatroteístas, con origen en la ignorancia del pueblo, del uso oficial del poder en forma de abusos y fanatismos que obligan a expulsar las ideas de las sombras, de un falso profeta, de una quimera de político y un gobernante que exige juicio de la razón, el escrutinio de sus actos y sacar a la luz lo azabache de sus actos y motivaciones. Urge la luz de la razón y tras ello, la acción reparadora que beneficie a la colectividad.

Para salir del hoyo negro, se necesita conocimiento, razón, propagación del saber y la modernización de la cultura nacional, regresando a los principios y valores que nos dan real orgullo e identidad. Haces de luz poderosos lo son el combate real a la corrupción, el vencer a la impunidad, el romper los pactos subterráneos, clandestinos e indecibles, castigar a los lobos con piel de oveja que traicionan a diario al pueblo de México, transparentar los actos del gobierno en sus ordenes federal, estatal y municipal, recuperar la legalidad por encima de la legitimidad que nos ha desviado de la ruta útil para la patria y nos ha quedado a deber pues es popular, más insuficiente y se ha vuelto nociva. La rendición de cuentas, la democracia como vía de cambio pacífico y restauración de la paz y la corresponsabilidad ciudadana racional. Ese es el camino correcto, basado en el deber ser, no en ocurrencias. Hay un México luminoso que es posible lograr ver. Nunca más, dependiendo de una sola persona. Ese México necesita la luz y aportación de los buenos mexicanos. La causa llama.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz


Atravesamos por un pasaje tenebroso de la historia nacional. La transición democrática de 2018, avizorada como esperanzadora y como factor de contención de la degradación que nuestra sociedad experimentaba, ha despejado las dudas sobre su utilidad y gracia. Por el contrario de lo que se esperaba, el compás de espera que se abrió con la llegada de López Obrador al poder, devolvió al tigre suelto de una sociedad ansiosa y que estaba al borde del estallido, a una posición de espera, anhelando que el golpe de timón volviera innecesaria la acción social. Falló el presupuesto.

Hoy vivimos en la lúgubre y sombría situación que provoca un gobierno disfuncional. Se han agravado la crisis económica, política, educativa, de salud, alimenticia, agropecuaria… se ha descompuesto el sistema… se están dañando los cimientos de gobernabilidad, de la impartición de justicia, del estado de derecho, de la relación entre gobernantes y gobernados.

Hoy vivimos en un México obscuro. La mayor parte del dinero, de los negocios, del comercio, de la vida, se hacen con la luz apagada, por debajo de la mesa, sin poder presumirse, sin poder aceptarlos. El dinero bancarizado que circula es mínimo comparado con el que se gasta. La verdad se ha escondido y la moral es prófuga. La corrupción, el autoritarismo, el narcotráfico diversificado e instalado en el gobierno ya no se oculta. El cinismo, el descaro y la desvergüenza se presumen en espacios oficiales, con orgullo y hasta esperando aplausos por ello.

México es opaco. La transparencia se anuló, bajo reserva de seguridad nacional. Que ironía. Estábamos mejor cuando estábamos peor, pues al menos el estado funcionaba. Había instituciones que blindaban contra la codicia, el egocentrismo y el abuso de la alta clase política. Hoy, el gobierno de un solo hombre es incapaz, sin luz, peligroso, despótico y dominante. Complicidades con los ejércitos, el constitucional y los de las plazas, hiere, duele y emponzoña el tejido social. El daño a los cimientos y la ruptura del orden constitucional, la farsa del gobierno de saliva, que conversa, pero no actúa, que solapa y protege intereses negros, umbríos, queda a la vista del 5% de los mexicanos.

El daño social es tan hondo y grave, que ahora no exigimos un cambio político, pues ya es insuficiente. Como ocurrió en la Francia pre revolucionaria, requerimos agitación ideología para visibilizar, socializar y cuestionar las ideas cuatroteístas, con origen en la ignorancia del pueblo, del uso oficial del poder en forma de abusos y fanatismos que obligan a expulsar las ideas de las sombras, de un falso profeta, de una quimera de político y un gobernante que exige juicio de la razón, el escrutinio de sus actos y sacar a la luz lo azabache de sus actos y motivaciones. Urge la luz de la razón y tras ello, la acción reparadora que beneficie a la colectividad.

Para salir del hoyo negro, se necesita conocimiento, razón, propagación del saber y la modernización de la cultura nacional, regresando a los principios y valores que nos dan real orgullo e identidad. Haces de luz poderosos lo son el combate real a la corrupción, el vencer a la impunidad, el romper los pactos subterráneos, clandestinos e indecibles, castigar a los lobos con piel de oveja que traicionan a diario al pueblo de México, transparentar los actos del gobierno en sus ordenes federal, estatal y municipal, recuperar la legalidad por encima de la legitimidad que nos ha desviado de la ruta útil para la patria y nos ha quedado a deber pues es popular, más insuficiente y se ha vuelto nociva. La rendición de cuentas, la democracia como vía de cambio pacífico y restauración de la paz y la corresponsabilidad ciudadana racional. Ese es el camino correcto, basado en el deber ser, no en ocurrencias. Hay un México luminoso que es posible lograr ver. Nunca más, dependiendo de una sola persona. Ese México necesita la luz y aportación de los buenos mexicanos. La causa llama.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz