/ lunes 13 de febrero de 2023

Los motivos correctos

Transcurre el ciclo de gobierno de López Obrador y el país no presenta logros, avances ni la transformación ofrecida. Antes bien, lo diferente es que el gobierno federal parece amateur, sin planeación, mal hecho, ineficiente, viajando sin dirección, a la deriva de la instrucción de un solo hombre. Cada vez es más evidente que no mejoramos sino estamos peor en los grandes temas nacionales: corrupción, salud, seguridad, impunidad, generación de empleo, educación y alimentación. La frialdad estadística anula el debate ideológico y el contraste con el pasado es cruel: México en 2023 está peor que hace 5 años, no sólo en esos temas, que son los más grandes, sino en infinidad de otros temas, que ponen en alarma a los mexicanos que piensan, entienden, se dan cuenta y perciben a pesar del presidente, la triste realidad mexicana.

Sabiendo que la cuarta transformación es un fracaso rotundo, que desperdicio el más grande bono democrático que los mexicanos le hayan concedido a un presidente de México, pues López Obrador tuvo, pudo y o no supo o no quiso hacer que México cambiara. Conservo el régimen corrupto y lo usufructúo con los suyos. Si, antes había corrupción. Hoy, hay corrupción igual o peor pero además tenemos un mal gobierno. Si ello es malo, lo peor es que no existe a la fecha una propuesta ampliamente difundida, socializada, una visión compartida, un horizonte hacia el cual virar el rumbo de la administración política del país.

En un país donde la masa electoral se conmueve por el show sentimental, mentiroso y engañoso de las mañaneras, con millones de mexicanos dominados o por la ignorancia o dirigidos por la necesidad, lo urgente es evitar la prolongación del régimen actual, dado que es un desperdicio inexplicable y pone en riesgo la calidad de vida de las actuales y las siguientes generaciones, debido a decisiones perversas, provenientes de la mente frustrada y el revanchismo social del agitador que ocupó la presidencia, poniendo en claro lo complejo que es dirigir al país pensando en colectivo, gobernando para todos, haciendo lo que hay que hacer sin pensar en intereses personales, sectarios o partidistas.

No importa quien gobierne a México de 2024 en adelante. Lo realmente importante es que quien ocupe la silla presidencial, posición privilegiada, ejerza su poder siguiendo los motivos correctos. Los mexicanos no necesitamos venganzas, ni revanchas, ni egocentrismos. Este sexenio será recordado por su gatopardismo. Más de lo mismo: abusos, excesos, lujos, privilegios, mentiras, engaños, corrupción, enriquecimiento ilegitimo, familiares bajo la sombra del poder autoritario del ególatra del palacio.

Es tan grave el tema que incluso quienes se percibían como rivales antagónicos, polos opuestos, posiciones divergentes, han acabado por encontrarse, pues el sentido común, la objetividad, el análisis de la crisis exige unidad para reparar a la nación. Hay coincidencias en lo importante. Hay convergencia en la necesidad de detener el avance de esta nociva expresión política que nos gobierna, sin resultados positivos, sin avances, sin logros, sin ética, con cinismo, con perversidad y con una descarada corrupción que les da orgullo.

El deber ser debe imponerse a los caprichos, a las necedades, a los anhelos de un quijote de cuarta que anhela imponer, pues pertenecer ya no puede. Queda poco tiempo y la gran causa de México nos convoca a todos. Por México, para hacer bien las cosas, para reparar al país, para tener un futuro gobierno transparente, que combata a la corrupción sin tregua, que nos devuelva la seguridad pública, al que le importe la salud, la alimentación y la educación de todos los mexicanos. Un gobierno republicano real, democrático, no como el que tenemos. Del que podamos sentirnos orgullosos y apoyar sus decisiones por el bien de los mexicanos.

Transcurre el ciclo de gobierno de López Obrador y el país no presenta logros, avances ni la transformación ofrecida. Antes bien, lo diferente es que el gobierno federal parece amateur, sin planeación, mal hecho, ineficiente, viajando sin dirección, a la deriva de la instrucción de un solo hombre. Cada vez es más evidente que no mejoramos sino estamos peor en los grandes temas nacionales: corrupción, salud, seguridad, impunidad, generación de empleo, educación y alimentación. La frialdad estadística anula el debate ideológico y el contraste con el pasado es cruel: México en 2023 está peor que hace 5 años, no sólo en esos temas, que son los más grandes, sino en infinidad de otros temas, que ponen en alarma a los mexicanos que piensan, entienden, se dan cuenta y perciben a pesar del presidente, la triste realidad mexicana.

Sabiendo que la cuarta transformación es un fracaso rotundo, que desperdicio el más grande bono democrático que los mexicanos le hayan concedido a un presidente de México, pues López Obrador tuvo, pudo y o no supo o no quiso hacer que México cambiara. Conservo el régimen corrupto y lo usufructúo con los suyos. Si, antes había corrupción. Hoy, hay corrupción igual o peor pero además tenemos un mal gobierno. Si ello es malo, lo peor es que no existe a la fecha una propuesta ampliamente difundida, socializada, una visión compartida, un horizonte hacia el cual virar el rumbo de la administración política del país.

En un país donde la masa electoral se conmueve por el show sentimental, mentiroso y engañoso de las mañaneras, con millones de mexicanos dominados o por la ignorancia o dirigidos por la necesidad, lo urgente es evitar la prolongación del régimen actual, dado que es un desperdicio inexplicable y pone en riesgo la calidad de vida de las actuales y las siguientes generaciones, debido a decisiones perversas, provenientes de la mente frustrada y el revanchismo social del agitador que ocupó la presidencia, poniendo en claro lo complejo que es dirigir al país pensando en colectivo, gobernando para todos, haciendo lo que hay que hacer sin pensar en intereses personales, sectarios o partidistas.

No importa quien gobierne a México de 2024 en adelante. Lo realmente importante es que quien ocupe la silla presidencial, posición privilegiada, ejerza su poder siguiendo los motivos correctos. Los mexicanos no necesitamos venganzas, ni revanchas, ni egocentrismos. Este sexenio será recordado por su gatopardismo. Más de lo mismo: abusos, excesos, lujos, privilegios, mentiras, engaños, corrupción, enriquecimiento ilegitimo, familiares bajo la sombra del poder autoritario del ególatra del palacio.

Es tan grave el tema que incluso quienes se percibían como rivales antagónicos, polos opuestos, posiciones divergentes, han acabado por encontrarse, pues el sentido común, la objetividad, el análisis de la crisis exige unidad para reparar a la nación. Hay coincidencias en lo importante. Hay convergencia en la necesidad de detener el avance de esta nociva expresión política que nos gobierna, sin resultados positivos, sin avances, sin logros, sin ética, con cinismo, con perversidad y con una descarada corrupción que les da orgullo.

El deber ser debe imponerse a los caprichos, a las necedades, a los anhelos de un quijote de cuarta que anhela imponer, pues pertenecer ya no puede. Queda poco tiempo y la gran causa de México nos convoca a todos. Por México, para hacer bien las cosas, para reparar al país, para tener un futuro gobierno transparente, que combata a la corrupción sin tregua, que nos devuelva la seguridad pública, al que le importe la salud, la alimentación y la educación de todos los mexicanos. Un gobierno republicano real, democrático, no como el que tenemos. Del que podamos sentirnos orgullosos y apoyar sus decisiones por el bien de los mexicanos.