/ miércoles 11 de agosto de 2021

Los JO: El Súmmum de la Buena Voluntad

En medio de la alegría y la satisfacción del mundo entero, acaban de celebrarse los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, que se han presentado una vez más como la máxima expresión de la buena voluntad que existe en el mundo entero. Buena voluntad que se da parcialmente, pero que siempre se encuentra presente.

Las Olimpíadas, son tal vez el único evento en que países con enormes diferencias históricas, económicas e ideológicas, se unen en santa paz, gracias a esa actividad tan hermosa que es el deporte.

Los Juegos Olímpicos se disfrutan básicamente de dos formas, o tal vez de todas las formas posibles. Las dos formas son desde luego, el entretenido y emotivo desarrollo de las competencias, en que al mismo tiempo que se espera el triunfo de los competidores de nuestro país, se admira la destreza y el valor de quienes están en la liza. Primero, la emoción de ganar una medalla para nuestros colores, o cuando menos un buen lugar. En seguida, la oportunidad de ser testigos de la habilidad y arrojo de los deportistas, sean de donde sean.

Las otras formas de disfrutarlo los juegos son diversas y se originan lógicamente en el estado de ánimo de los espectadores, que comparten el optimismo de los participantes directos. En esos días, todo lo que hacemos tiene buen sabor; porque el ambiente está impregnado de buena voluntad.

A los Juegos se les denomina competencia, pero honestamente hablando, creemos que se trata más bien de una convivencia. ¡Qué gusto tan grande saludar a hermanos de otras latitudes y departir con ellos en una justa plena de dignidad, de esfuerzo y de humanitarismo!

Un gran acierto de los organizadores fue la de incluir en la ceremonia de inauguración, la canción del inglés John Lennon denominada “Imagine”, en que se insta a quienes la escuchan, a imaginar un mundo donde no haya ninguna razón para enfrentarnos unos a otros y todos nos dediquemos a vivir de una manera pacífica y solidaria. Una letra parecida a la del Himno a la Alegría, con el que se sueña cantando y esperando el nuevo día “en que los hombres volverán a ser hermanos”.

Buena noticia es esta que nos dan los Juegos Olímpicos, que nos demuestra que la convivencia pacífica no es sólo un sueño, sino que se convierte en una hermosa realidad durante este evento. Ese mundo feliz ya no tenemos que soñarlo, porque la tenemos en nuestras manos. Y lo que ahora faltaría sería expandirla, tanto en tiempo como en espacio.

Resulta pues que observando estas vivencias de los Juegos Olímpicos, que se desarrollan en un lugar, pero que proyectan su magia sobre todo el mundo, nos damos cuenta de que la Humanidad no está perdida. No del todo.

Y que algo se puede lograr cuando no solamente los soñadores, sino los seres humanos todos, tenemos la oportunidad de seguir buscando ese ideal. Al cual podríamos acercarnos felizmente, si nos decidimos a realizar esa marcha tomados de la mano.

Que los queridos lectores tengan feliz día, feliz mes, feliz año, feliz vida.

En medio de la alegría y la satisfacción del mundo entero, acaban de celebrarse los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, que se han presentado una vez más como la máxima expresión de la buena voluntad que existe en el mundo entero. Buena voluntad que se da parcialmente, pero que siempre se encuentra presente.

Las Olimpíadas, son tal vez el único evento en que países con enormes diferencias históricas, económicas e ideológicas, se unen en santa paz, gracias a esa actividad tan hermosa que es el deporte.

Los Juegos Olímpicos se disfrutan básicamente de dos formas, o tal vez de todas las formas posibles. Las dos formas son desde luego, el entretenido y emotivo desarrollo de las competencias, en que al mismo tiempo que se espera el triunfo de los competidores de nuestro país, se admira la destreza y el valor de quienes están en la liza. Primero, la emoción de ganar una medalla para nuestros colores, o cuando menos un buen lugar. En seguida, la oportunidad de ser testigos de la habilidad y arrojo de los deportistas, sean de donde sean.

Las otras formas de disfrutarlo los juegos son diversas y se originan lógicamente en el estado de ánimo de los espectadores, que comparten el optimismo de los participantes directos. En esos días, todo lo que hacemos tiene buen sabor; porque el ambiente está impregnado de buena voluntad.

A los Juegos se les denomina competencia, pero honestamente hablando, creemos que se trata más bien de una convivencia. ¡Qué gusto tan grande saludar a hermanos de otras latitudes y departir con ellos en una justa plena de dignidad, de esfuerzo y de humanitarismo!

Un gran acierto de los organizadores fue la de incluir en la ceremonia de inauguración, la canción del inglés John Lennon denominada “Imagine”, en que se insta a quienes la escuchan, a imaginar un mundo donde no haya ninguna razón para enfrentarnos unos a otros y todos nos dediquemos a vivir de una manera pacífica y solidaria. Una letra parecida a la del Himno a la Alegría, con el que se sueña cantando y esperando el nuevo día “en que los hombres volverán a ser hermanos”.

Buena noticia es esta que nos dan los Juegos Olímpicos, que nos demuestra que la convivencia pacífica no es sólo un sueño, sino que se convierte en una hermosa realidad durante este evento. Ese mundo feliz ya no tenemos que soñarlo, porque la tenemos en nuestras manos. Y lo que ahora faltaría sería expandirla, tanto en tiempo como en espacio.

Resulta pues que observando estas vivencias de los Juegos Olímpicos, que se desarrollan en un lugar, pero que proyectan su magia sobre todo el mundo, nos damos cuenta de que la Humanidad no está perdida. No del todo.

Y que algo se puede lograr cuando no solamente los soñadores, sino los seres humanos todos, tenemos la oportunidad de seguir buscando ese ideal. Al cual podríamos acercarnos felizmente, si nos decidimos a realizar esa marcha tomados de la mano.

Que los queridos lectores tengan feliz día, feliz mes, feliz año, feliz vida.