/ miércoles 6 de abril de 2022

Los Hechos | Un mundo maravilloso

¡Qué maravilla tan grande es la medicina! exclamamos para nuestros adentros y ahora lo hacemos hacia el público, después de haber experimentado en carne propia los increíbles efectos curativos de los medicamentos.

Se trata de productos que consiguen el milagro de recuperar el equilibrio orgánico, tras de que éste fue dañado por algún accidente, por la ingesta de productos nocivos, por prácticas cotidianas incorrectas, o por el deterioro físico que inevitablemente provocan los años.

Ciertamente Jesús curaba a los enfermos y esos milagros maravillaron a sus contemporáneos y sigue maravillando a los que actualmente están con el cristianismo. Y cierto es que seguramente el mismo Nazareno heredó de alguna manera tales facultades a los científicos de los tiempos siguientes, pues ellos han conseguido fórmulas médicas para realizar curas, que no son otra cosa que milagros.

La gente sana después de haber sufrido alguna o algunas enfermedades que la mantenían postrada. Y ese es un gran logro que de vez en cuando, deberíamos darnos tiempo de valorar.

Por cierto que no hace mucho, escribimos una columna con el título de “Millones de Mexicanos Felices”, en la que apuntábamos que efectivamente en nuestro país, plagado de problemas e injusticias, hay un gran segmento de la población que disfruta de ventajas indiscutibles. Pero aclarábamos enseguida que ese no es el caso a discutir, sino que el problema está en la mala distribución que hay de esos beneficios. Reiterábamos que efectivamente, suman grandes cantidades de ciudadanos los que dan gracias al Cielo por todo lo que tienen. Pero al lado de ellos -más bien dicho debajo de ellos, lejos de ellos- están millones de marginados que no han podido alcanzar los favores de una sociedad más equilibrada.

Pues al parecer esto así pasa y lo mismo sucede en el caso de la medicina. Para unos es la llave a un mundo maravilloso, pero para muchos más sólo constituye un beneficio que no alcanzan plenamente a alcanzar. Ejemplos de estas carencias hay muchos, y la escasez de medicamentos es sólo una de ellas; otra sería la insuficiente cobertura de la medicina social y el encarecimiento de la medicina privada.

Desde luego que no todo es malo, ya que últimamente hemos sido testigos de notables esfuerzos de la autoridad por remediar las deficiencias, cubrir los huecos existentes y extender la cobertura en lo que trata a la atención médica y hospitalaria.

Nada menos ayer se dio la noticia de que parte del dinero correspondiente al presupuesto del Gobierno Federal para publicidad, se va a dedicar a atender la salud de periodistas. Y también se avanza en el propósito de dotar de seguro social a las empleadas domésticas.

Aquí en Jalisco tenemos igualmente ejemplos importantes de estas políticas de profundo contenido social, ya que no han faltad las muestras de reconocimiento a médicos, enfermeras y demás personal del área, por el invaluable esfuerzo que han realizado en los programas anti-covid. Al mismo tiempo que se han realizado notables mejoras a hospitales, y se construyen otros nuevos.

No queda más, por lo tanto, que alentar a nuestras autoridades y apoyarlas en todo lo posible, en las acciones tendientes a llevar las maravillas de la medicina a la gente que más la necesita. A las personas que carecen casi de todo y que merecen disfrutar las ventajas de este mundo maravilloso. Muchos mexicanos vivimos de la esperanza. Es justo que se eleve el nivel de nuestra esperanza de vida.


¡Qué maravilla tan grande es la medicina! exclamamos para nuestros adentros y ahora lo hacemos hacia el público, después de haber experimentado en carne propia los increíbles efectos curativos de los medicamentos.

Se trata de productos que consiguen el milagro de recuperar el equilibrio orgánico, tras de que éste fue dañado por algún accidente, por la ingesta de productos nocivos, por prácticas cotidianas incorrectas, o por el deterioro físico que inevitablemente provocan los años.

Ciertamente Jesús curaba a los enfermos y esos milagros maravillaron a sus contemporáneos y sigue maravillando a los que actualmente están con el cristianismo. Y cierto es que seguramente el mismo Nazareno heredó de alguna manera tales facultades a los científicos de los tiempos siguientes, pues ellos han conseguido fórmulas médicas para realizar curas, que no son otra cosa que milagros.

La gente sana después de haber sufrido alguna o algunas enfermedades que la mantenían postrada. Y ese es un gran logro que de vez en cuando, deberíamos darnos tiempo de valorar.

Por cierto que no hace mucho, escribimos una columna con el título de “Millones de Mexicanos Felices”, en la que apuntábamos que efectivamente en nuestro país, plagado de problemas e injusticias, hay un gran segmento de la población que disfruta de ventajas indiscutibles. Pero aclarábamos enseguida que ese no es el caso a discutir, sino que el problema está en la mala distribución que hay de esos beneficios. Reiterábamos que efectivamente, suman grandes cantidades de ciudadanos los que dan gracias al Cielo por todo lo que tienen. Pero al lado de ellos -más bien dicho debajo de ellos, lejos de ellos- están millones de marginados que no han podido alcanzar los favores de una sociedad más equilibrada.

Pues al parecer esto así pasa y lo mismo sucede en el caso de la medicina. Para unos es la llave a un mundo maravilloso, pero para muchos más sólo constituye un beneficio que no alcanzan plenamente a alcanzar. Ejemplos de estas carencias hay muchos, y la escasez de medicamentos es sólo una de ellas; otra sería la insuficiente cobertura de la medicina social y el encarecimiento de la medicina privada.

Desde luego que no todo es malo, ya que últimamente hemos sido testigos de notables esfuerzos de la autoridad por remediar las deficiencias, cubrir los huecos existentes y extender la cobertura en lo que trata a la atención médica y hospitalaria.

Nada menos ayer se dio la noticia de que parte del dinero correspondiente al presupuesto del Gobierno Federal para publicidad, se va a dedicar a atender la salud de periodistas. Y también se avanza en el propósito de dotar de seguro social a las empleadas domésticas.

Aquí en Jalisco tenemos igualmente ejemplos importantes de estas políticas de profundo contenido social, ya que no han faltad las muestras de reconocimiento a médicos, enfermeras y demás personal del área, por el invaluable esfuerzo que han realizado en los programas anti-covid. Al mismo tiempo que se han realizado notables mejoras a hospitales, y se construyen otros nuevos.

No queda más, por lo tanto, que alentar a nuestras autoridades y apoyarlas en todo lo posible, en las acciones tendientes a llevar las maravillas de la medicina a la gente que más la necesita. A las personas que carecen casi de todo y que merecen disfrutar las ventajas de este mundo maravilloso. Muchos mexicanos vivimos de la esperanza. Es justo que se eleve el nivel de nuestra esperanza de vida.