/ domingo 13 de marzo de 2022

Los hechos | Un Monumento al Taco II parte

Decíamos en nuestra columna anterior -donde presentamos la primera parte de la exposición sobre este tema-, que es una gran suerte para México tener al taco como el platillo más tradicional, precisamente por tratarse de un alimento de muy alto valor nutritivo. Y de bajo precio.

Hoy podemos hacer comentarios acerca de su evolución en el curso de los años y hasta de los Siglos, y de una iniciativa para que se construya en la Zona Metropolitana de Guadalajara un monumento alusivo a tan especial comida.

Resulta entonces que no solamente debemos estar orgullosos de contar entre nuestros haberes nacionales con un platillo tan especial, sino dar gracias al Cielo por lo arraigada que está entre los connacionales la costumbre de ingerirlo, lo cual representa un gran apoyo para mantener en muy buen lugar nuestro nivel nutricional.

Hasta valdría la pena realizar campañas de orientación y aleccionamiento para que se tome aún más en cuenta como parte de la dieta del mexicano. El lema sería algo así como “Consuma Tacos. Hágalo por su salud física y económica”.

Ahora bien, por lo que trata a la evolución de este alimento, el material es muy extenso, pero aquí vamos a incluir únicamente algunos comentarios que tenemos a la mano:

Para todos es conocido que indiscutiblemente el más humilde, pero posiblemente el más antiguo y extendido, es el taco de frijoles. Símbolo de pobreza, esta pieza plena de humildad no es por eso menos importante que otras. Hay de frijoles fritos y de la olla. Está igualmente el taco de sal, que con tortilla recién hecha, hasta se la hacen orejitas para cumplir con la costumbre de convertirlo en “machito”. Y el de chile de molcajete, de tremendo sabor, que nos deja la boca ardiendo, pero con un sabor incomparable.

Y sigue una lista interminable con los tacos de chorizo, requesón, carne con chile, la especial que se denomina al pastor, ubre, suadero, carnaza, labio, adobada, la singular tripita, hígado, moronga, panza, los de papa, bistec, arrachera, longaniza, chilaquiles, huevo con chile, y muchos, pero muchísimos sabores más.

Pero en eso estábamos cuando hace su aparición el taco de barbacoa, que ha establecido un imperio entre los demás, comunes y corrientes. Algo similar al arribo de sus majestades los tacos de pescado y de camarón, que junto a los de pulpo, también tienen sus campos bien mercados. Y está el taco dorado, básicamente hecho a base de picadillo, requesón o rajas, y que es parte integral del repertorio. Hay quienes hasta sueñan con los tacos dorados, crujientes y calientitos.

Sin olvidar a los tacos de cortes finos, que sin presumir de aristócratas, se han ganado un lugar de privilegio dentro del gusto de los consumidores. Y para no quedarse cortos, en el vecino país del Norte ya se han lanzado con sus versiones muy a su estilo de lo que es el taco mexicano original. El llamado “taco bell” es uno de los más conocidos entre los “primos”.

Nos despedimos por el momento con este tema, sin olvidar la propuesta para que se construya en nuestra ciudad un monumento al taco, que lo tiene muy merecido y que al mismo tiempo serviría de promoción en lo que trata a la superación nutricional. Las personas que pudieran estar interesadas en esta sugerencia, pueden tomar el contenido de estas dos columnas escritas sobre el particular, como una iniciativa para dar forma a un eventual proyecto. Muchas gracias.

Decíamos en nuestra columna anterior -donde presentamos la primera parte de la exposición sobre este tema-, que es una gran suerte para México tener al taco como el platillo más tradicional, precisamente por tratarse de un alimento de muy alto valor nutritivo. Y de bajo precio.

Hoy podemos hacer comentarios acerca de su evolución en el curso de los años y hasta de los Siglos, y de una iniciativa para que se construya en la Zona Metropolitana de Guadalajara un monumento alusivo a tan especial comida.

Resulta entonces que no solamente debemos estar orgullosos de contar entre nuestros haberes nacionales con un platillo tan especial, sino dar gracias al Cielo por lo arraigada que está entre los connacionales la costumbre de ingerirlo, lo cual representa un gran apoyo para mantener en muy buen lugar nuestro nivel nutricional.

Hasta valdría la pena realizar campañas de orientación y aleccionamiento para que se tome aún más en cuenta como parte de la dieta del mexicano. El lema sería algo así como “Consuma Tacos. Hágalo por su salud física y económica”.

Ahora bien, por lo que trata a la evolución de este alimento, el material es muy extenso, pero aquí vamos a incluir únicamente algunos comentarios que tenemos a la mano:

Para todos es conocido que indiscutiblemente el más humilde, pero posiblemente el más antiguo y extendido, es el taco de frijoles. Símbolo de pobreza, esta pieza plena de humildad no es por eso menos importante que otras. Hay de frijoles fritos y de la olla. Está igualmente el taco de sal, que con tortilla recién hecha, hasta se la hacen orejitas para cumplir con la costumbre de convertirlo en “machito”. Y el de chile de molcajete, de tremendo sabor, que nos deja la boca ardiendo, pero con un sabor incomparable.

Y sigue una lista interminable con los tacos de chorizo, requesón, carne con chile, la especial que se denomina al pastor, ubre, suadero, carnaza, labio, adobada, la singular tripita, hígado, moronga, panza, los de papa, bistec, arrachera, longaniza, chilaquiles, huevo con chile, y muchos, pero muchísimos sabores más.

Pero en eso estábamos cuando hace su aparición el taco de barbacoa, que ha establecido un imperio entre los demás, comunes y corrientes. Algo similar al arribo de sus majestades los tacos de pescado y de camarón, que junto a los de pulpo, también tienen sus campos bien mercados. Y está el taco dorado, básicamente hecho a base de picadillo, requesón o rajas, y que es parte integral del repertorio. Hay quienes hasta sueñan con los tacos dorados, crujientes y calientitos.

Sin olvidar a los tacos de cortes finos, que sin presumir de aristócratas, se han ganado un lugar de privilegio dentro del gusto de los consumidores. Y para no quedarse cortos, en el vecino país del Norte ya se han lanzado con sus versiones muy a su estilo de lo que es el taco mexicano original. El llamado “taco bell” es uno de los más conocidos entre los “primos”.

Nos despedimos por el momento con este tema, sin olvidar la propuesta para que se construya en nuestra ciudad un monumento al taco, que lo tiene muy merecido y que al mismo tiempo serviría de promoción en lo que trata a la superación nutricional. Las personas que pudieran estar interesadas en esta sugerencia, pueden tomar el contenido de estas dos columnas escritas sobre el particular, como una iniciativa para dar forma a un eventual proyecto. Muchas gracias.