/ miércoles 7 de julio de 2021

Los Hechos | No pienso… luego no existo

La máxima del filósofo francés René Descartes, que dice “pienso, luego existo” nos viene en la actual situación como anillo al dedo, puesto que con sólo usarla a la inversa, nos explica que un pueblo metido en la ignorancia, ve reducida su voluntad a cero y por lo tanto puede ser sujeto de todos los abusos que se puedan cometer en su contra. O sea que si pienso, existo, pero si no pienso, pues de plano resulta que no cuento para nada.

De la misma forma puede tomarse para ilustrar este problema de la conciencia social perdida, la exposición hecha por George Orwell en su incomparable obra titulada “1984” en la cual de manera supuestamente fantasiosa, dibuja un maquiavélico sistema de espionaje y desinformación, mediante el cual los que están en el poder, pueden conseguir el control masivo de las mentes de los ciudadanos, y por lo tanto, de civilizaciones enteras.

Orwell imagina un sofisticado plan de sometimiento social que tomando como base la fecha en que escribió su libro, podría darse a futuro, o sea en 1984, en alguna parte del mundo.

Hay quienes consideran que originalmente “1984” describe el mencionado control de las mentes y las voluntades como parte de un mega plan totalitario, acreditable a un supuesto sistema político. Aunque los analistas no descartan que el totalitarismo pueda darse en diferentes sistemas de gobierno, pero siempre con el mismo propósito de control.

Pasando a un campo diferente, pero en el mismo contexto, podemos recordar que en fecha reciente, nos referíamos en esta columna a los planes dados a conocer por las actuales autoridades mexicanas, que de acuerdo con su lema, pretenden llevar adelante una nueva transformación. Y en esa misma columna, se hacía la pregunta de que si la situación social existente pretende modificarse, entonces “¿dónde están los transformers?”. O sea, saber si hay el recurso humano necesario para alcanzar el mencionado propósito de cambio. Se estima que para toda obra de gran envergadura debe contarse con el apoyo masivo de la población.

También en días pasados citamos en este espacio unos renglones de la obra “Pedro Páramo”, del eximio Juan Rulfo, donde el cacique de aquel nombre, no solamente dudaba de la voluntad popular, sino que afirmaba que la gente descontenta que pudiera protestar contra los abusos por él cometidos, prácticamente “no existe”.

Pues casos como éste y otros que se han presentado en diferentes épocas y en distintos lugares, tratan de probar que la voluntad popular es el elemento principal para llevar a buen éxito los planes que pueda haber para el mejoramiento social. Y que para el fortalecimiento de esa conciencia social, es definitivamente indispensable que la buena información fluya con fuerza en favor de las todas las clases sociales. Esta es la conclusión a que se llega después de esta serie de razonamientos.

He aquí que la labor de cumplen los diferentes medios informativos, es básica para conseguir lo que tanto se anhela, o sea una sociedad justa, pacífica e inteligente, que permita a sus integrantes una vida digna y el logro de las metas mínimas que se pueda fijar. Publicar información justa, honrada y orientadora, es la misión histórica de la prensa.

Estar bien informado -y no al contrario- es un derecho de los ciudadanos, que los medios informativos estamos obligados a proteger y a impulsar.

Claro, cada uno lo hacemos conforme a nuestras particulares posibilidades, pero invariablemente pensando en el bien común.

La máxima del filósofo francés René Descartes, que dice “pienso, luego existo” nos viene en la actual situación como anillo al dedo, puesto que con sólo usarla a la inversa, nos explica que un pueblo metido en la ignorancia, ve reducida su voluntad a cero y por lo tanto puede ser sujeto de todos los abusos que se puedan cometer en su contra. O sea que si pienso, existo, pero si no pienso, pues de plano resulta que no cuento para nada.

De la misma forma puede tomarse para ilustrar este problema de la conciencia social perdida, la exposición hecha por George Orwell en su incomparable obra titulada “1984” en la cual de manera supuestamente fantasiosa, dibuja un maquiavélico sistema de espionaje y desinformación, mediante el cual los que están en el poder, pueden conseguir el control masivo de las mentes de los ciudadanos, y por lo tanto, de civilizaciones enteras.

Orwell imagina un sofisticado plan de sometimiento social que tomando como base la fecha en que escribió su libro, podría darse a futuro, o sea en 1984, en alguna parte del mundo.

Hay quienes consideran que originalmente “1984” describe el mencionado control de las mentes y las voluntades como parte de un mega plan totalitario, acreditable a un supuesto sistema político. Aunque los analistas no descartan que el totalitarismo pueda darse en diferentes sistemas de gobierno, pero siempre con el mismo propósito de control.

Pasando a un campo diferente, pero en el mismo contexto, podemos recordar que en fecha reciente, nos referíamos en esta columna a los planes dados a conocer por las actuales autoridades mexicanas, que de acuerdo con su lema, pretenden llevar adelante una nueva transformación. Y en esa misma columna, se hacía la pregunta de que si la situación social existente pretende modificarse, entonces “¿dónde están los transformers?”. O sea, saber si hay el recurso humano necesario para alcanzar el mencionado propósito de cambio. Se estima que para toda obra de gran envergadura debe contarse con el apoyo masivo de la población.

También en días pasados citamos en este espacio unos renglones de la obra “Pedro Páramo”, del eximio Juan Rulfo, donde el cacique de aquel nombre, no solamente dudaba de la voluntad popular, sino que afirmaba que la gente descontenta que pudiera protestar contra los abusos por él cometidos, prácticamente “no existe”.

Pues casos como éste y otros que se han presentado en diferentes épocas y en distintos lugares, tratan de probar que la voluntad popular es el elemento principal para llevar a buen éxito los planes que pueda haber para el mejoramiento social. Y que para el fortalecimiento de esa conciencia social, es definitivamente indispensable que la buena información fluya con fuerza en favor de las todas las clases sociales. Esta es la conclusión a que se llega después de esta serie de razonamientos.

He aquí que la labor de cumplen los diferentes medios informativos, es básica para conseguir lo que tanto se anhela, o sea una sociedad justa, pacífica e inteligente, que permita a sus integrantes una vida digna y el logro de las metas mínimas que se pueda fijar. Publicar información justa, honrada y orientadora, es la misión histórica de la prensa.

Estar bien informado -y no al contrario- es un derecho de los ciudadanos, que los medios informativos estamos obligados a proteger y a impulsar.

Claro, cada uno lo hacemos conforme a nuestras particulares posibilidades, pero invariablemente pensando en el bien común.