/ jueves 11 de agosto de 2022

Los hechos | Los presidentes en la historia

Observando el panorama a la distancia, la historia de los presidentes de la república en México y los Estados Unidos, se ve un poco diferente a como se percibe cuando la observación se hace durante los días que corren.

Y el curso de los acontecimientos no deja de ser por demás curioso y digno de consideraciones particulares.

Para empezar, podemos recordar que ya en una de nuestras columnas anteriores, dimos un repaso a la forma en que se fueron sucediendo en nuestro país, los mandatarios que cuando menos en forma aparente, eran de distintos partidos y obedecían a diferentes tendencias.

Empezamos con los post-revolucionarios como Manuel Avila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, Adolfo López Mateos y otros, que no dejaron de mostrar aires justicieros, con todo y que sus regímenes se inscribieron en las políticas económicas “modernas”. Con excepción de Lázaro Cárdenas, que ese sí realizó abiertamente un gobierno que se ha calificado como nacionalista. Y luego Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo, que se cuecen aparte por la polémica que despertaron y porque les tocó la época de los supuestos intentos de penetración socialista, con todas sus complicaciones.

Después de esto vinieron Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Miguel de la Madrid, que reconocidos como tecnócratas (¿apolíticos y sólo administradores?) pusieron “las cosas en paz” y fueron seguidos por los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, que acabaron de pacificar nuestra tierra, echando al arcón los lemas y las metas revolucionarias, para consolidar la marcha por “el desarrollo de la economía”.

Hizo su aparición enseguida el neopriismo (ni siquiera polvo de aquellos lodos) con Enrique Peña Nieto, que no dio mucho de qué hablar, salvo las críticas que originó por su errático rumbo. Y siguiendo con la actual administración de Andrés Manuel López Obrador, que con estilo pragmático ha tratado de sacar raja de su idealismo, remando contra la corriente.

Y ahora, por el otro lado, echando una ojeada hacia el Norte, nos encontramos con que los “primos” no cantan tan mal las rancheras y también como México, han escrito una historia de “cambios” que finalmente y a juicio de los observadores, no han cambiado que digamos mucho, la trayectoria económica y social de ese país. Ha habido de todo, pero sin daño al equilibrio de poder.

Los críticos comentan la puntada de haber electo como presidentes a dos miembros de la familia Bush, el papá y el hijo, que ocuparon el mismo cargo con diferencia de unos años; los hermanos John y Robert Kennedy, que tuvieron final trágico; el actor Ronald Reagan, que de los sets cinematográficos, se trasladó a la Casa Blanca, el teatral Donald Trump, que sin ser actor profesional mostró muy buenos dotes en la materia; el popular Barack Obama, que protagonizó el momento de lujo en que se decidió el empoderamiento de un hombre de color -ahora se dice afroamericano- en el puesto político más importante del continente americano.

Y así sucesivamente, la historia política, económica y social, se ha venido escribiendo en diferentes colores, ofreciendo un horizonte digno no solamente de uno, sino de un sinfín de análisis. Los cuales por cierto, podrían llevarnos a conclusiones tal vez inesperadas.

*Periodista

Observando el panorama a la distancia, la historia de los presidentes de la república en México y los Estados Unidos, se ve un poco diferente a como se percibe cuando la observación se hace durante los días que corren.

Y el curso de los acontecimientos no deja de ser por demás curioso y digno de consideraciones particulares.

Para empezar, podemos recordar que ya en una de nuestras columnas anteriores, dimos un repaso a la forma en que se fueron sucediendo en nuestro país, los mandatarios que cuando menos en forma aparente, eran de distintos partidos y obedecían a diferentes tendencias.

Empezamos con los post-revolucionarios como Manuel Avila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, Adolfo López Mateos y otros, que no dejaron de mostrar aires justicieros, con todo y que sus regímenes se inscribieron en las políticas económicas “modernas”. Con excepción de Lázaro Cárdenas, que ese sí realizó abiertamente un gobierno que se ha calificado como nacionalista. Y luego Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo, que se cuecen aparte por la polémica que despertaron y porque les tocó la época de los supuestos intentos de penetración socialista, con todas sus complicaciones.

Después de esto vinieron Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Miguel de la Madrid, que reconocidos como tecnócratas (¿apolíticos y sólo administradores?) pusieron “las cosas en paz” y fueron seguidos por los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, que acabaron de pacificar nuestra tierra, echando al arcón los lemas y las metas revolucionarias, para consolidar la marcha por “el desarrollo de la economía”.

Hizo su aparición enseguida el neopriismo (ni siquiera polvo de aquellos lodos) con Enrique Peña Nieto, que no dio mucho de qué hablar, salvo las críticas que originó por su errático rumbo. Y siguiendo con la actual administración de Andrés Manuel López Obrador, que con estilo pragmático ha tratado de sacar raja de su idealismo, remando contra la corriente.

Y ahora, por el otro lado, echando una ojeada hacia el Norte, nos encontramos con que los “primos” no cantan tan mal las rancheras y también como México, han escrito una historia de “cambios” que finalmente y a juicio de los observadores, no han cambiado que digamos mucho, la trayectoria económica y social de ese país. Ha habido de todo, pero sin daño al equilibrio de poder.

Los críticos comentan la puntada de haber electo como presidentes a dos miembros de la familia Bush, el papá y el hijo, que ocuparon el mismo cargo con diferencia de unos años; los hermanos John y Robert Kennedy, que tuvieron final trágico; el actor Ronald Reagan, que de los sets cinematográficos, se trasladó a la Casa Blanca, el teatral Donald Trump, que sin ser actor profesional mostró muy buenos dotes en la materia; el popular Barack Obama, que protagonizó el momento de lujo en que se decidió el empoderamiento de un hombre de color -ahora se dice afroamericano- en el puesto político más importante del continente americano.

Y así sucesivamente, la historia política, económica y social, se ha venido escribiendo en diferentes colores, ofreciendo un horizonte digno no solamente de uno, sino de un sinfín de análisis. Los cuales por cierto, podrían llevarnos a conclusiones tal vez inesperadas.

*Periodista