/ miércoles 29 de junio de 2022

Los Hechos | La Sucesión, Morena y “el Cambio de Siempre”

La partidocracia que padecemos, el neoliberalismo que contra viento y marea se mantiene de moda, y la supuesta política de “cambios”, hacen que la sucesión presidencial que viene, adquiera matices por demás interesantes.

De manera especial, el panorama se ve atractivo para los analistas, por la coyuntura que se presenta ante la posibilidad de que un candidato del partido Morena se siente por 6 años más en la silla presidencial y en consecuencia, el período de la 4-T se extienda por 12 años. O en caso contrario, se recurra al “cambio de siempre” y se lleve a la primera magistratura a un aspirante de la alianza que han formado PRI, PAN y PRD, considerados ahora como un bloque de oposición.

Sobre la primera posibilidad, debe tomarse en cuenta que la gente se pregunta ¿cómo podría extenderse por otro sexenio el programa de Morena, ya sea con Ebrard, la Sheinbaum o Dante, si todo el tiempo ha existido una polémica sobre los resultados que hemos tenido con las acciones de izquierda moderada, impulsadas por el gobierno “transformador” de Andrés Manuel López Obrador?

Aparte de que los ataques al grupo gobernante han sido sistemáticos y se realizan por todos los medios que los opositores tienen a su alcance, llámense partidos políticos, alguna posición del Poder Judicial, otra similar del INE, y desde luego parte del sector empresarial. Sin olvidar algunas opiniones de sectores políticos, diplomáticos o económicos del mundo occidental, que preferirían en la Presidencia a alguien que actuara totalmente de acuerdo con su modo de pensar.

Serían aparentemente muchos los obstáculos que se tendrían que librar por parte de Claudia, Marcelo o Dante, si alguno de ellos fuera el escogido como candidato.

Sin embargo, esto no se vería tan complicado, si echamos una mirada hacia atrás y recordamos que el “sistema” ha sido capaz de sostener durante dos o más administraciones, a partidos de la misma corriente, sin que por ello se tengan resultados especiales.

Haciendo un recuento, podemos empezar con los presidentes priistas post-revolucionarios, que fueron varios, como Avila Camacho, Alemán, Ruiz Cortines, etc.; posteriormente tuvimos tres mandatarios tecnócratas, que fueron Salinas, Zedillo y de la Madrid. Enseguida, el “sistema” aguantó a 2 mandatarios del PAN, que fueron Fox y Calderón. Mientras que de un “PRI empanizado” se sostuvo a uno, que fue Peña Nieto. Entonces, siendo esto así, nada tendría de extraño que se permitieran gobiernos morenistas por 2 sexenios seguidos.

Pues bien, esto se presenta así, tal como lo exponemos. Aunque la otra salida sería que se optara una vez más por “la renovación” y tratando de evitar que la trayectoria nacional fuera calificada como gatopardista (o sea un lugar donde “se cambia todo” para que “todo sigan igual”) se tomara la determinación de ungir a un presidente producto de una alianza opositora, con lo cual se presentaría públicamente algo así como una novedad.

O sea que en resumen, los caminos hasta el momento son dos: La continuación del estilo lópez-obradorista por un sexenio más, o la unción de un candidato de la “oposición”, en lo que -pese a todo- los críticos agudos entenderían como “el cambio de siempre”.

La partidocracia que padecemos, el neoliberalismo que contra viento y marea se mantiene de moda, y la supuesta política de “cambios”, hacen que la sucesión presidencial que viene, adquiera matices por demás interesantes.

De manera especial, el panorama se ve atractivo para los analistas, por la coyuntura que se presenta ante la posibilidad de que un candidato del partido Morena se siente por 6 años más en la silla presidencial y en consecuencia, el período de la 4-T se extienda por 12 años. O en caso contrario, se recurra al “cambio de siempre” y se lleve a la primera magistratura a un aspirante de la alianza que han formado PRI, PAN y PRD, considerados ahora como un bloque de oposición.

Sobre la primera posibilidad, debe tomarse en cuenta que la gente se pregunta ¿cómo podría extenderse por otro sexenio el programa de Morena, ya sea con Ebrard, la Sheinbaum o Dante, si todo el tiempo ha existido una polémica sobre los resultados que hemos tenido con las acciones de izquierda moderada, impulsadas por el gobierno “transformador” de Andrés Manuel López Obrador?

Aparte de que los ataques al grupo gobernante han sido sistemáticos y se realizan por todos los medios que los opositores tienen a su alcance, llámense partidos políticos, alguna posición del Poder Judicial, otra similar del INE, y desde luego parte del sector empresarial. Sin olvidar algunas opiniones de sectores políticos, diplomáticos o económicos del mundo occidental, que preferirían en la Presidencia a alguien que actuara totalmente de acuerdo con su modo de pensar.

Serían aparentemente muchos los obstáculos que se tendrían que librar por parte de Claudia, Marcelo o Dante, si alguno de ellos fuera el escogido como candidato.

Sin embargo, esto no se vería tan complicado, si echamos una mirada hacia atrás y recordamos que el “sistema” ha sido capaz de sostener durante dos o más administraciones, a partidos de la misma corriente, sin que por ello se tengan resultados especiales.

Haciendo un recuento, podemos empezar con los presidentes priistas post-revolucionarios, que fueron varios, como Avila Camacho, Alemán, Ruiz Cortines, etc.; posteriormente tuvimos tres mandatarios tecnócratas, que fueron Salinas, Zedillo y de la Madrid. Enseguida, el “sistema” aguantó a 2 mandatarios del PAN, que fueron Fox y Calderón. Mientras que de un “PRI empanizado” se sostuvo a uno, que fue Peña Nieto. Entonces, siendo esto así, nada tendría de extraño que se permitieran gobiernos morenistas por 2 sexenios seguidos.

Pues bien, esto se presenta así, tal como lo exponemos. Aunque la otra salida sería que se optara una vez más por “la renovación” y tratando de evitar que la trayectoria nacional fuera calificada como gatopardista (o sea un lugar donde “se cambia todo” para que “todo sigan igual”) se tomara la determinación de ungir a un presidente producto de una alianza opositora, con lo cual se presentaría públicamente algo así como una novedad.

O sea que en resumen, los caminos hasta el momento son dos: La continuación del estilo lópez-obradorista por un sexenio más, o la unción de un candidato de la “oposición”, en lo que -pese a todo- los críticos agudos entenderían como “el cambio de siempre”.