/ miércoles 13 de abril de 2022

Los Hechos | Don Quijote y la Justicia Social

Independientemente de que Don Quijote se haya constituido en el máximo personaje de novela que dedicó su vida a remediar los problemas de los desvalidos, Miguel de Cervantes Saavedra sostiene firmemente el principio de que la literatura están llamada a ser un instrumento principal en la sempiterna búsqueda de la justicia social.

En este aspecto llama poderosamente la atención la manera expresa en que el gigantesco escritor español subraya el compromiso que los escritores -y desde luego los periodistas- tienen con estas causas. Y que consiste precisamente en orientar a la opinión publica e inclusive a la clase dirigente, respecto a su obligación de trabajar invariablemente por el equilibrio de la sociedad.

Sobre este particular podemos recordar -por segunda ocasión- una de nuestras columnas recientes, titulada “Millones de Mexicanos Felices”, en que dábamos parcialmente la razón a las versiones informativa propaladas ampliamente, en que se trata de imponer la versión de que en nuestros lares todo está bien y no hay nada que cambiar. Pero luego referíamos en este mismo campo, la idea de que la verdad nunca debe ser tergiversada y debe prevalecer sobre todas las cosas.

Incluimos por lo tanto, conceptos de Miguel de Cervantes expresados en el Quijote, donde sostiene que la historia escrita debe ser un reflejo exacto de lo que sucede. Y que a la hora de escribir, la razón debe prevalecer sobre los apetitos e intereses particulares. Los comunicadores tenemos el compromiso de exponer con claridad todo lo referente a las necesidades de las mayorías.

De la misma forma, en posterior columna, insistimos en el asunto con el tema “Un Mundo Maravilloso”, en que decíamos que la medicina moderna se ha constituido en un milagro mediante el cual es posible salvar la vida a millones de seres humanos. Y que esto nos abre las puertas a un mundo maravilloso. Aunque hacíamos la observación de que para que haya justicia, el beneficio de los medicamentos debe extenderse hacia las clases marginadas que sufren por la escasez de medicinas en instituciones públicas de salud, así como la insuficiente cobertura de estos servicios y el encarecimiento de la medicina privada.

Y aquí es donde cae como anillo al dedo, otro de los principios expresados por Cervantes Saavedra, cuando a través del Caballero de la Triste Figura, ensalza la función de la lucha material como la que realiza el desfacedor de entuertos; pero al mismo tiempo enfatiza la trascendencia de quienes defienden estas nobles causas con la palabra, señalando que “las letras humanas tienen como fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo; entender y hacer que las buenas leyes se guarden”.

O se que, la lucha por mantener incólume la historia escrita, no es de ahora, sino prácticamente desde siempre.

Ahí está Cervantes de testigo.

Todo nos dice pues que aunque sea de manera discreta y en la medida de lo posible, con todo el comedimiento que esté al alcance, la verdad debe seguir siendo la norma para la buena marcha del mundo y la buena salud de la sociedad.

Independientemente de que Don Quijote se haya constituido en el máximo personaje de novela que dedicó su vida a remediar los problemas de los desvalidos, Miguel de Cervantes Saavedra sostiene firmemente el principio de que la literatura están llamada a ser un instrumento principal en la sempiterna búsqueda de la justicia social.

En este aspecto llama poderosamente la atención la manera expresa en que el gigantesco escritor español subraya el compromiso que los escritores -y desde luego los periodistas- tienen con estas causas. Y que consiste precisamente en orientar a la opinión publica e inclusive a la clase dirigente, respecto a su obligación de trabajar invariablemente por el equilibrio de la sociedad.

Sobre este particular podemos recordar -por segunda ocasión- una de nuestras columnas recientes, titulada “Millones de Mexicanos Felices”, en que dábamos parcialmente la razón a las versiones informativa propaladas ampliamente, en que se trata de imponer la versión de que en nuestros lares todo está bien y no hay nada que cambiar. Pero luego referíamos en este mismo campo, la idea de que la verdad nunca debe ser tergiversada y debe prevalecer sobre todas las cosas.

Incluimos por lo tanto, conceptos de Miguel de Cervantes expresados en el Quijote, donde sostiene que la historia escrita debe ser un reflejo exacto de lo que sucede. Y que a la hora de escribir, la razón debe prevalecer sobre los apetitos e intereses particulares. Los comunicadores tenemos el compromiso de exponer con claridad todo lo referente a las necesidades de las mayorías.

De la misma forma, en posterior columna, insistimos en el asunto con el tema “Un Mundo Maravilloso”, en que decíamos que la medicina moderna se ha constituido en un milagro mediante el cual es posible salvar la vida a millones de seres humanos. Y que esto nos abre las puertas a un mundo maravilloso. Aunque hacíamos la observación de que para que haya justicia, el beneficio de los medicamentos debe extenderse hacia las clases marginadas que sufren por la escasez de medicinas en instituciones públicas de salud, así como la insuficiente cobertura de estos servicios y el encarecimiento de la medicina privada.

Y aquí es donde cae como anillo al dedo, otro de los principios expresados por Cervantes Saavedra, cuando a través del Caballero de la Triste Figura, ensalza la función de la lucha material como la que realiza el desfacedor de entuertos; pero al mismo tiempo enfatiza la trascendencia de quienes defienden estas nobles causas con la palabra, señalando que “las letras humanas tienen como fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo; entender y hacer que las buenas leyes se guarden”.

O se que, la lucha por mantener incólume la historia escrita, no es de ahora, sino prácticamente desde siempre.

Ahí está Cervantes de testigo.

Todo nos dice pues que aunque sea de manera discreta y en la medida de lo posible, con todo el comedimiento que esté al alcance, la verdad debe seguir siendo la norma para la buena marcha del mundo y la buena salud de la sociedad.