/ martes 18 de enero de 2022

Los excesos de la discriminación

A pesar de las medidas encaminadas a eliminar las diferentes formas de discriminación, este fenómeno social sigue presente en todos los ámbitos de la vida y en todos los países del mundo. En el caso específico de México, las estadísticas sobre discriminación indican que 16 millones de mexicanos han sido discriminados (Enadis, 2017), lo que demuestra que no hemos logrado la formación de una sociedad que sea consciente de la riqueza que representa la diversidad.

Hemos llegado a esto no por falta de leyes, pues debemos de reconocer que contamos con una legislación que, aunque perfectible, es bastante buena en materia de prevención de la discriminación. El problema es que estas leyes no han logrado evitar que los grupos particulares sigan siendo discriminados por razón de su raza, género, etnia, religión, nacionalidad, lengua, estado de salud, edad, etcétera.

Mencionaré dos avances legislativos de gran importancia en el combate a la discriminación en México: en 2011, la no discriminación se contempló constitucionalmente como un derecho humano que el Estado mexicano debe garantizar. Antes de esta reforma constitucional, el 11 de junio de 2003 para ser exacto, se promulgó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, que tiene por objeto prevenir y eliminar todas las formas de discriminación que se ejerzan contra cualquier persona en los términos del Artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como promover la igualdad de oportunidades y de trato.

Aparte de las leyes nacionales contra la discriminación, en el plano internacional se han creado diversos tratados internacionales para protegernos de este penoso mal; el principal de ellos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a partir de la cual se han aprobado diversos tratados y acuerdos internacionales de derechos humanos. Todos los países del mundo, entre ellos México, “han ratificado al menos uno de estos tratados, y muchos países han ratificado la mayoría”, señala un texto publicado en la web de la UNICEF.

Es importante recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos surge después del genocidio perpetrado por los nazis en los campos de exterminio, esto durante la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo se cometieron crímenes de odio que desearíamos que nunca hubieran acontecido. Lo que comenzó como discurso de odio en contra del pueblo judío, al poco tiempo se convirtió en crímenes de odio que horrorizaron a la humanidad.

La historia del mundo está llena de este tipo de crímenes, cometidos por personas cuyo racismo las convenció de que lo que hicieron era lo que “se tenía que hacer”. Cada uno de estos atropellos se tradujo en su momento en sufrimiento humano de tal magnitud que rebasa el límite de lo imaginable y de lo soportable.

La mayoría de estos actos inhumanos han sido perpetrados por personas y grupos que exaltan su raza, sus creencias e ideas por encima de las de los demás. El equivocado concepto de quienes discriminan es que aquellos que no son como ellos no tienen derecho a vivir, y en ese pensamiento encuentran la justificación para sus excesos.

El racismo extremo del nazismo es uno de los ejemplos más ilustrativos de los estragos que la discriminación ha ocasionado en el mundo. Este trato cruel e inhumano contra la raza judía culminó en el genocidio perpetrado por los alemanes entre 1933 y 1945, poniendo de manifiesto una de las aberraciones más aberrantes que el ser humano puede generar. Por algo este genocidio, que acabó con la vida de más de seis millones de judíos, es considerado como “la más grave violación de los derechos humanos que es posible realizar”.

Antes de este genocidio, se cometió otro en agravio de los armenios, el cual dejó más de un millón de víctimas entre 1915 y 1923. Aunque Turquía ha negado en más de una ocasión que las autoridades otomanas hayan intentado eliminar al pueblo armenio, lo cierto es que este crimen colectivo ocurrió, y ha pasado a la historia como uno de los más grandes genocidios de todos los tiempos.

Por los excesos que la discriminación ha generado a través de los tiempos, conviene que los seres humanos de hoy tomemos conciencia de la importancia de respetar la diversidad para poner fin a cualquier forma de discriminación, un mal que, además de vulnerar la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas, puede transitar a la perpetración de acciones criminales como las ocurridas en el régimen nazi.


Twitter: @armayacastro


A pesar de las medidas encaminadas a eliminar las diferentes formas de discriminación, este fenómeno social sigue presente en todos los ámbitos de la vida y en todos los países del mundo. En el caso específico de México, las estadísticas sobre discriminación indican que 16 millones de mexicanos han sido discriminados (Enadis, 2017), lo que demuestra que no hemos logrado la formación de una sociedad que sea consciente de la riqueza que representa la diversidad.

Hemos llegado a esto no por falta de leyes, pues debemos de reconocer que contamos con una legislación que, aunque perfectible, es bastante buena en materia de prevención de la discriminación. El problema es que estas leyes no han logrado evitar que los grupos particulares sigan siendo discriminados por razón de su raza, género, etnia, religión, nacionalidad, lengua, estado de salud, edad, etcétera.

Mencionaré dos avances legislativos de gran importancia en el combate a la discriminación en México: en 2011, la no discriminación se contempló constitucionalmente como un derecho humano que el Estado mexicano debe garantizar. Antes de esta reforma constitucional, el 11 de junio de 2003 para ser exacto, se promulgó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, que tiene por objeto prevenir y eliminar todas las formas de discriminación que se ejerzan contra cualquier persona en los términos del Artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como promover la igualdad de oportunidades y de trato.

Aparte de las leyes nacionales contra la discriminación, en el plano internacional se han creado diversos tratados internacionales para protegernos de este penoso mal; el principal de ellos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a partir de la cual se han aprobado diversos tratados y acuerdos internacionales de derechos humanos. Todos los países del mundo, entre ellos México, “han ratificado al menos uno de estos tratados, y muchos países han ratificado la mayoría”, señala un texto publicado en la web de la UNICEF.

Es importante recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos surge después del genocidio perpetrado por los nazis en los campos de exterminio, esto durante la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo se cometieron crímenes de odio que desearíamos que nunca hubieran acontecido. Lo que comenzó como discurso de odio en contra del pueblo judío, al poco tiempo se convirtió en crímenes de odio que horrorizaron a la humanidad.

La historia del mundo está llena de este tipo de crímenes, cometidos por personas cuyo racismo las convenció de que lo que hicieron era lo que “se tenía que hacer”. Cada uno de estos atropellos se tradujo en su momento en sufrimiento humano de tal magnitud que rebasa el límite de lo imaginable y de lo soportable.

La mayoría de estos actos inhumanos han sido perpetrados por personas y grupos que exaltan su raza, sus creencias e ideas por encima de las de los demás. El equivocado concepto de quienes discriminan es que aquellos que no son como ellos no tienen derecho a vivir, y en ese pensamiento encuentran la justificación para sus excesos.

El racismo extremo del nazismo es uno de los ejemplos más ilustrativos de los estragos que la discriminación ha ocasionado en el mundo. Este trato cruel e inhumano contra la raza judía culminó en el genocidio perpetrado por los alemanes entre 1933 y 1945, poniendo de manifiesto una de las aberraciones más aberrantes que el ser humano puede generar. Por algo este genocidio, que acabó con la vida de más de seis millones de judíos, es considerado como “la más grave violación de los derechos humanos que es posible realizar”.

Antes de este genocidio, se cometió otro en agravio de los armenios, el cual dejó más de un millón de víctimas entre 1915 y 1923. Aunque Turquía ha negado en más de una ocasión que las autoridades otomanas hayan intentado eliminar al pueblo armenio, lo cierto es que este crimen colectivo ocurrió, y ha pasado a la historia como uno de los más grandes genocidios de todos los tiempos.

Por los excesos que la discriminación ha generado a través de los tiempos, conviene que los seres humanos de hoy tomemos conciencia de la importancia de respetar la diversidad para poner fin a cualquier forma de discriminación, un mal que, además de vulnerar la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas, puede transitar a la perpetración de acciones criminales como las ocurridas en el régimen nazi.


Twitter: @armayacastro