/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Linchamientos 

En los últimos cuatro meses se han registrado tres linchamientos en igual número de municipios que conforman la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). De acuerdo con una nota periodística, publicada este 22 de septiembre en conocido diario tapatío, estos casos se registraron en los siguientes lugares: Lomas de Polanco (Guadalajara), Juanacatlán y Tlaquepaque.

La nota en cuestión recoge la declaración de Rogelio Barba Álvarez, experto en criminología de la UdeG, quien considera que estos casos muestran el hartazgo de los ciudadanos por la falta de castigo y las fallas en el sistema de justicia.

“Como no hay respuesta de las dependencias, es una involución que surge de la sociedad, harta por no ser escuchada por las instituciones”, señala Barba Álvarez, quien agrega que, en los casos de linchamientos, la gente aprueba y aplaude este tipo de hechos, “y con ello todos nos volvemos más criminales que los otros criminales”.

Este fenómeno es muy común en otros estados de la República Mexicana, por ejemplo, en el Estado de México, donde los ciudadanos han colocado mantas de advertencia a los amantes de lo ajeno, tales como: “Alto, delincuente” o “Te estamos vigilando: vecinos unidos”. Están también las mantas más extremas que advierten: “Ratero, si te agarramos te linchamos”.

Aparte de la entidad antes mencionada, se han registrado también eventos de esta naturaleza en los estados de Puebla, Tabasco e Hidalgo. Estas acciones ilícitas responden regularmente a una crisis de seguridad, aunque en ocasiones influyen otros factores. Lo digo por lo ocurrido el 14 de septiembre de 1968 en la localidad de San Miguel Canoa, junta auxiliar del municipio de Puebla, ubicado en las faldas del volcán de la Malinche. En ese lugar, cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla fueron linchados por una muchedumbre armada con palos, piedras y machetes, luego de ser acusados de ateos y promotores del comunismo por el cura Enrique Meza. De las cinco personas que el párroco acusó sin fundamento alguno, sólo tres sobrevivieron.

Los linchamientos son una forma de violencia social que evidencia el alto grado de erosión de las instituciones y la ausencia de autoridad. Es por ello que la gente, sin estar capacitada ni facultada para ello, decide tomar la “justicia” en sus manos. Entrecomillo el término justicia porque no se le puede dar ese nombre a la ejecución sin proceso de un presunto criminal.

Sin embargo, la gente que ignora que la ley prohíbe que las personas se hagan justicia por propia mano, cree que el linchamiento es un acto de justicia, de ahí que el número de linchamientos vaya en aumento, y que ahora el fenómeno haga acto de presencia en estados en los que antes no se registraban este tipo de eventos.

Para lograr la disminución de estas acciones fuera de la ley, es necesario que se empiece a trabajar en el fortalecimiento de las instituciones, algo que se logrará sólo si la autoridad competente empieza a cumplir las funciones para las cuales fue investida. Urge que la gente vuelva a confiar en las autoridades e instituciones, y que el trabajo y eficiencia de los aparatos de justicia contribuyan a poner fin a la percepción de que éstos han dejado de operar.

Se requiere, además, informar a la sociedad sobre la importancia de respetar y obedecer la ley, a fin de que ésta sepa que el fin no justifica los medios. Si el gobierno y la sociedad no realizan un trabajo de calidad en esa dirección, la gente seguirá actuando al margen de las instituciones, lo que podría ocasionar el incremento del número de linchamientos en detrimento de los valores de la ciudadanía.

Twitter: @armayacastro

En los últimos cuatro meses se han registrado tres linchamientos en igual número de municipios que conforman la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). De acuerdo con una nota periodística, publicada este 22 de septiembre en conocido diario tapatío, estos casos se registraron en los siguientes lugares: Lomas de Polanco (Guadalajara), Juanacatlán y Tlaquepaque.

La nota en cuestión recoge la declaración de Rogelio Barba Álvarez, experto en criminología de la UdeG, quien considera que estos casos muestran el hartazgo de los ciudadanos por la falta de castigo y las fallas en el sistema de justicia.

“Como no hay respuesta de las dependencias, es una involución que surge de la sociedad, harta por no ser escuchada por las instituciones”, señala Barba Álvarez, quien agrega que, en los casos de linchamientos, la gente aprueba y aplaude este tipo de hechos, “y con ello todos nos volvemos más criminales que los otros criminales”.

Este fenómeno es muy común en otros estados de la República Mexicana, por ejemplo, en el Estado de México, donde los ciudadanos han colocado mantas de advertencia a los amantes de lo ajeno, tales como: “Alto, delincuente” o “Te estamos vigilando: vecinos unidos”. Están también las mantas más extremas que advierten: “Ratero, si te agarramos te linchamos”.

Aparte de la entidad antes mencionada, se han registrado también eventos de esta naturaleza en los estados de Puebla, Tabasco e Hidalgo. Estas acciones ilícitas responden regularmente a una crisis de seguridad, aunque en ocasiones influyen otros factores. Lo digo por lo ocurrido el 14 de septiembre de 1968 en la localidad de San Miguel Canoa, junta auxiliar del municipio de Puebla, ubicado en las faldas del volcán de la Malinche. En ese lugar, cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla fueron linchados por una muchedumbre armada con palos, piedras y machetes, luego de ser acusados de ateos y promotores del comunismo por el cura Enrique Meza. De las cinco personas que el párroco acusó sin fundamento alguno, sólo tres sobrevivieron.

Los linchamientos son una forma de violencia social que evidencia el alto grado de erosión de las instituciones y la ausencia de autoridad. Es por ello que la gente, sin estar capacitada ni facultada para ello, decide tomar la “justicia” en sus manos. Entrecomillo el término justicia porque no se le puede dar ese nombre a la ejecución sin proceso de un presunto criminal.

Sin embargo, la gente que ignora que la ley prohíbe que las personas se hagan justicia por propia mano, cree que el linchamiento es un acto de justicia, de ahí que el número de linchamientos vaya en aumento, y que ahora el fenómeno haga acto de presencia en estados en los que antes no se registraban este tipo de eventos.

Para lograr la disminución de estas acciones fuera de la ley, es necesario que se empiece a trabajar en el fortalecimiento de las instituciones, algo que se logrará sólo si la autoridad competente empieza a cumplir las funciones para las cuales fue investida. Urge que la gente vuelva a confiar en las autoridades e instituciones, y que el trabajo y eficiencia de los aparatos de justicia contribuyan a poner fin a la percepción de que éstos han dejado de operar.

Se requiere, además, informar a la sociedad sobre la importancia de respetar y obedecer la ley, a fin de que ésta sepa que el fin no justifica los medios. Si el gobierno y la sociedad no realizan un trabajo de calidad en esa dirección, la gente seguirá actuando al margen de las instituciones, lo que podría ocasionar el incremento del número de linchamientos en detrimento de los valores de la ciudadanía.

Twitter: @armayacastro