/ domingo 25 de julio de 2021

Vuelta a clases en la UdeG

Gobernar implica tomar decisiones, en ocasiones jalar la cobija hacia un lado descubriendo otro. Eso ha pasado durante la pandemia, los que menos tienen se están quedando sin cobija, así como las y los estudiantes.

El IMCO reporta que en México durante la pandemia los jóvenes estudiantes perdieron, en promedio, dos años de escolaridad. Es decir, volvemos a niveles del año 2000, un retroceso de 21 años. Somos una generación que actualmente enfrenta muchos retos, la falta de acceso a la educación, la imposibilidad de continuar estudiando ante un modelo virtual, la ansiedad, estrés y problemas de salud mental que se han acentuado con la pandemia, entre tantos otros de desigualdad. Ante este panorama que continúa complicándose, recibimos con decepción la noticia de que las y los estudiantes de la UdeG vamos a continuar con clases 100% online, al menos hasta el 15 de septiembre.

Es un hecho que la mayoría de los estudiantes deseamos volver a las aulas, ansiamos pisar de nuevo nuestros centros universitarios y escuelas preparatorias, y es que sentimos que no estamos aprendiendo lo que deberíamos y experimentamos agobio frente al futuro panorama laboral por la marca que deje la pandemia en nuestra educación. Sentimos tristeza de ver pasar lo que debería ser la mejor etapa de nuestras vidas sin poder hacer nuevos amigos, sin la convivencia en los campus, sin poder conocer a esas personas significativas que recordaríamos para siempre. Se está perdiendo el vínculo humano, los lazos de fraternidad, apoyo y amor que se tejen en la universidad.

Por todo lo anterior es evidente la urgencia de volver a las clases presenciales. ¿Cómo hacerlo si aún no estamos libres de la pandemia? ¿Qué tiene que hacer la universidad? Por un lado un sistema híbrido donde se pueda alternar la presencialidad de las y los estudiantes en las clases y a su vez garantizar a los profesores no hacer doble trabajo, es decir que no tengan que dar doble clase. Esto solo se logrará si la universidad avanza a un sistema híbrido, donde el contenido dado en clases presenciales pueda transmitirse a la par en las plataformas. Se debe apostar por una estrategia donde se optimice el tiempo de clase del profesor con la flexibilidad de poder participar de forma presencial. La Universidad de Guadalajara aún no lo ha gestionado pero de hacerlo sería ejemplo de un modelo de educación innovador a nivel nacional. En materia de infraestructura, además de los protocolos básicos, es necesario tener el sistema de filtrado de aire especializado. La propia comunidad estudiantil puede innovar en ellos y sería muy interesante darles la oportunidad y motivación de crear algo en beneficio de todas y todos, como ocurrió en el pasado con las cabinas covid.

Si hoy las estadísticas no permiten regresar a clases presenciales es porque el gobierno no tomó las medidas preventivas necesarias, durante estos más de 14 meses se ha privilegiado el interés económico por encima del derecho a la educación, lo cual lamentamos. Es ilógico creer que haciendo las mismas cosas, tendremos resultados diferentes. Y el hecho no cambia, las medidas hasta hoy utilizadas nos tienen fuera de las aulas. Mientras las escuelas siguen cerradas, los lugares de esparcimiento no indispensables y que significan un foco de riesgo de contagio como antros, bares, viajes y fiestas sí están abiertos y es ahí donde muchos jóvenes están presentes. ¿Dónde queremos que estén las y los estudiantes, en las aulas o en los bares?

Es momento de reflexionar, mientras nosotros como jóvenes no entendamos que es preferible dejar de asistir a los bares para poder asistir a la escuela y mientras el gobierno en todos sus niveles no se fajen para establecer medidas adecuadas para que pronto regresemos a las clases, quienes terminamos pagando los platos rojos somos las y los estudiantes del estado y de todo el país.

Redes sociales: Twitter @JavierArmentaMX

Facebook.: Javier Armenta @JArmentaMX

Gobernar implica tomar decisiones, en ocasiones jalar la cobija hacia un lado descubriendo otro. Eso ha pasado durante la pandemia, los que menos tienen se están quedando sin cobija, así como las y los estudiantes.

El IMCO reporta que en México durante la pandemia los jóvenes estudiantes perdieron, en promedio, dos años de escolaridad. Es decir, volvemos a niveles del año 2000, un retroceso de 21 años. Somos una generación que actualmente enfrenta muchos retos, la falta de acceso a la educación, la imposibilidad de continuar estudiando ante un modelo virtual, la ansiedad, estrés y problemas de salud mental que se han acentuado con la pandemia, entre tantos otros de desigualdad. Ante este panorama que continúa complicándose, recibimos con decepción la noticia de que las y los estudiantes de la UdeG vamos a continuar con clases 100% online, al menos hasta el 15 de septiembre.

Es un hecho que la mayoría de los estudiantes deseamos volver a las aulas, ansiamos pisar de nuevo nuestros centros universitarios y escuelas preparatorias, y es que sentimos que no estamos aprendiendo lo que deberíamos y experimentamos agobio frente al futuro panorama laboral por la marca que deje la pandemia en nuestra educación. Sentimos tristeza de ver pasar lo que debería ser la mejor etapa de nuestras vidas sin poder hacer nuevos amigos, sin la convivencia en los campus, sin poder conocer a esas personas significativas que recordaríamos para siempre. Se está perdiendo el vínculo humano, los lazos de fraternidad, apoyo y amor que se tejen en la universidad.

Por todo lo anterior es evidente la urgencia de volver a las clases presenciales. ¿Cómo hacerlo si aún no estamos libres de la pandemia? ¿Qué tiene que hacer la universidad? Por un lado un sistema híbrido donde se pueda alternar la presencialidad de las y los estudiantes en las clases y a su vez garantizar a los profesores no hacer doble trabajo, es decir que no tengan que dar doble clase. Esto solo se logrará si la universidad avanza a un sistema híbrido, donde el contenido dado en clases presenciales pueda transmitirse a la par en las plataformas. Se debe apostar por una estrategia donde se optimice el tiempo de clase del profesor con la flexibilidad de poder participar de forma presencial. La Universidad de Guadalajara aún no lo ha gestionado pero de hacerlo sería ejemplo de un modelo de educación innovador a nivel nacional. En materia de infraestructura, además de los protocolos básicos, es necesario tener el sistema de filtrado de aire especializado. La propia comunidad estudiantil puede innovar en ellos y sería muy interesante darles la oportunidad y motivación de crear algo en beneficio de todas y todos, como ocurrió en el pasado con las cabinas covid.

Si hoy las estadísticas no permiten regresar a clases presenciales es porque el gobierno no tomó las medidas preventivas necesarias, durante estos más de 14 meses se ha privilegiado el interés económico por encima del derecho a la educación, lo cual lamentamos. Es ilógico creer que haciendo las mismas cosas, tendremos resultados diferentes. Y el hecho no cambia, las medidas hasta hoy utilizadas nos tienen fuera de las aulas. Mientras las escuelas siguen cerradas, los lugares de esparcimiento no indispensables y que significan un foco de riesgo de contagio como antros, bares, viajes y fiestas sí están abiertos y es ahí donde muchos jóvenes están presentes. ¿Dónde queremos que estén las y los estudiantes, en las aulas o en los bares?

Es momento de reflexionar, mientras nosotros como jóvenes no entendamos que es preferible dejar de asistir a los bares para poder asistir a la escuela y mientras el gobierno en todos sus niveles no se fajen para establecer medidas adecuadas para que pronto regresemos a las clases, quienes terminamos pagando los platos rojos somos las y los estudiantes del estado y de todo el país.

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