/ lunes 21 de septiembre de 2020

Las voces que faltan | La peste que vive en mi universidad

Marifer Salas Garciabada


La Universidad de Guadalajara es una entidad sobresaliente que a la vez cuenta con retos igual de grandes. Uno de ellos es la deuda histórica con nosotras, las mujeres. Hoy en particular quiero hablar de un virus violento, y no, no me refiero al Covid-19 sino de un virus que se propaga bajo las mesas, butacas, pasillos y ahora también a través de las redes sociales, los chats, videos, fotos y conversaciones que una persona toma sin descanso ni tregua para perjudicar a otra. Este virus se llama ACOSO.

Sabemos que nuestra realidad con la pandemia de frente ha cambiado, se ha propiciado que nuestras interacciones personales y académicas sean virtuales. Se podría pensar que las despreciables prácticas de acoso y hostigamiento se detendrían, pero no fue así; el acoso mutó y dio paso al ciberacoso y la violencia digital.

El acoso es una enfermedad que genera una peste invisible. Los doctores (autoridades) les piden a las víctimas evidencias para analizarlo con microscopio y diagnosticar si existe un tratamiento adecuado, pero esta peste no deja rastro a su paso; la mirada lasciva, el comentario insinuante, el chantaje por una calificación, el tacto superficial “no mal intencionado”, contaminan los espacios de interacción digital, y a la hora de buscar una cura para la enfermedad, los doctores cierran el expediente al decir que “solo se trataba de una interpretación exagerada por parte de las víctimas”.

¿Qué podemos hacer las y los alumnos para echar fuera esta peste y alcanzar los espacios seguros que tanto anhelamos? Primero se requiere un tratamiento correctivo y preventivo para acabar con la impunidad, mostrar un rechazo firme ante las burlas y ataques, ofrecer espacios de comunicación seguros, reportar conductas de riesgo y exigir protocolos veraces.

Si hay un lugar que puede ser la esperanza para convertirse realmente en un espacio 100% libre de acoso y hostigamiento son las universidades, a través de mecanismos que aseguren una interacción basada en el máximo respeto entre las personas de la comunidad universitaria.

Es momento de poner un alto al acoso y el hostigamiento, de prevenirlo tanto en las aulas físicas como virtuales y vacunar con cultura de paz nuestros espacios, por ello de cara para este semestre que acaba de comenzar es necesario actuar de manera preventiva. Es urgente cerrarle la puerta a este virus, debemos de poner reglas, lineamientos y procedimientos claros de actuación para prevenir y sancionar este tipo de violencia en las clases virtuales.

Por todo lo anterior y actuando para que este virus no se extienda más, en días pasados la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) solicitó a las autoridades universitarias la creación de un reglamento que especifique cómo debe conducirse la comunidad universitaria incluyendo docentes y alumnos, para que se garantice la privacidad y seguridad de las personas. De manera particular desde que llegué al Consejo General Universitario (CGU) no me he cansado de recordar que es urgente resolver el reglamento para sancionar, y el protocolo para conducirnos ante casos de acoso y hostigamiento.

La convivencia digital es parte ya de nuestra realidad, sabemos que esta realidad puede ser compleja pero no dejaremos que otro virus vuelva a robarnos la paz.


Redes sociales: twitter @Maferoo1219 Facebook: @mafer1219UdG

Marifer Salas Garciabada


La Universidad de Guadalajara es una entidad sobresaliente que a la vez cuenta con retos igual de grandes. Uno de ellos es la deuda histórica con nosotras, las mujeres. Hoy en particular quiero hablar de un virus violento, y no, no me refiero al Covid-19 sino de un virus que se propaga bajo las mesas, butacas, pasillos y ahora también a través de las redes sociales, los chats, videos, fotos y conversaciones que una persona toma sin descanso ni tregua para perjudicar a otra. Este virus se llama ACOSO.

Sabemos que nuestra realidad con la pandemia de frente ha cambiado, se ha propiciado que nuestras interacciones personales y académicas sean virtuales. Se podría pensar que las despreciables prácticas de acoso y hostigamiento se detendrían, pero no fue así; el acoso mutó y dio paso al ciberacoso y la violencia digital.

El acoso es una enfermedad que genera una peste invisible. Los doctores (autoridades) les piden a las víctimas evidencias para analizarlo con microscopio y diagnosticar si existe un tratamiento adecuado, pero esta peste no deja rastro a su paso; la mirada lasciva, el comentario insinuante, el chantaje por una calificación, el tacto superficial “no mal intencionado”, contaminan los espacios de interacción digital, y a la hora de buscar una cura para la enfermedad, los doctores cierran el expediente al decir que “solo se trataba de una interpretación exagerada por parte de las víctimas”.

¿Qué podemos hacer las y los alumnos para echar fuera esta peste y alcanzar los espacios seguros que tanto anhelamos? Primero se requiere un tratamiento correctivo y preventivo para acabar con la impunidad, mostrar un rechazo firme ante las burlas y ataques, ofrecer espacios de comunicación seguros, reportar conductas de riesgo y exigir protocolos veraces.

Si hay un lugar que puede ser la esperanza para convertirse realmente en un espacio 100% libre de acoso y hostigamiento son las universidades, a través de mecanismos que aseguren una interacción basada en el máximo respeto entre las personas de la comunidad universitaria.

Es momento de poner un alto al acoso y el hostigamiento, de prevenirlo tanto en las aulas físicas como virtuales y vacunar con cultura de paz nuestros espacios, por ello de cara para este semestre que acaba de comenzar es necesario actuar de manera preventiva. Es urgente cerrarle la puerta a este virus, debemos de poner reglas, lineamientos y procedimientos claros de actuación para prevenir y sancionar este tipo de violencia en las clases virtuales.

Por todo lo anterior y actuando para que este virus no se extienda más, en días pasados la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) solicitó a las autoridades universitarias la creación de un reglamento que especifique cómo debe conducirse la comunidad universitaria incluyendo docentes y alumnos, para que se garantice la privacidad y seguridad de las personas. De manera particular desde que llegué al Consejo General Universitario (CGU) no me he cansado de recordar que es urgente resolver el reglamento para sancionar, y el protocolo para conducirnos ante casos de acoso y hostigamiento.

La convivencia digital es parte ya de nuestra realidad, sabemos que esta realidad puede ser compleja pero no dejaremos que otro virus vuelva a robarnos la paz.


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