/ domingo 6 de octubre de 2019

La vileza en su máxima expresión

En los últimos cincuenta años -quienes estamos entrados en años-, hemos podido ver y consentir como se ha deteriorado el medio ambiente y la sociedad, que es esta la responsable de tal degradación, que lamentablemente solamente la naturaleza está intentando recuperarse, haciendo lo propio, inclusive cobrando vidas que en la lucha por su restablecimiento ha tenido que rebatar.

Sin embargo, los seres humanos “pensantes”, vivimos una trágica realidad, que poco o nada hacemos, contrario a la naturaleza, pero que igual nos cuesta vidas todos los días por todas partes, de todas formas, bienes materiales, aunque importantes, son muy secundarios; lo trágico, pareciera que a la sociedad no le interesa o es indiferente, ya que cada día se van deteriorando nuestros valores y principios, lo que al acontecer ello, generan el sistema político que nos damos y la causa de socializar en comunidad, luego entonces, el político mexicano, que si en otras partes es igual o peor, bueno sería interesarnos por el nuestro, que se rige supuestamente por normas que la misma colectividad se ha generado a través de los años y por conducto de las instituciones depositadas en hombres y mujeres encargados de crearlas, aplicarlas e imponerlas.

Qué pena vivir y legar ahora, -los que ya vivimos más de cincuenta años-, unas instituciones públicas pensadas para vivir en paz, en orden, en crecimiento, en superación individual y colectivo; que de la forma más evidente y aberrante, se deja ver en nuestra realidad cómo es que la vida, se pierde de la forma más simple y absurda, por todo y por nada, que la impunidad se impuso y pareciera para quedarse, aunado a esto, ver cómo es que el servidor público o políticos -como usted les quiera llamar, amigo lector-, sin la más pírrica muestra de dignidad, honor, casta, respeto, a sí y a los suyos, -que al final hasta a ellos trasciende- se venden, crean leyes, ocupan puestos públicos personas que no reúnen el perfil, etcétera.

Con el único propósito de transigir y modificar nuestros valores, que en algunos caso solo se hace con el único propósito de seguir manteniendo el poder o un cargo público, que fue pensado y establecido como un instrumento que se depositaria en hombres virtuosos con esas cualidades, hoy tan ausentes, que es innegable que está por encima de todo el poder bastardo, que como ya se mencionó, es utilizado para medrar con él solamente y que en dos o tres décadas se ha acentuado, llevándonos a este estado de cosas tan dramáticas, de no tener seguridad, ni de la vida ni de la libertad, ni del patrimonio, ni de la familia y, nada de lo que se dice y supuestamente se hace, tiende a superar esta situación, que es demasiado urgente poner un hasta aquí, porque no merecen las nuevas generaciones, presentes y las que están por venir, seguir sufriendo y viviendo esta asquerosa realidad, que aunque a nadie conviene, permanece y parece prolongarse, pero que con el más elemental sentido de responsabilidad, desde la casa, el aula, el trabajo y el servicio público, desde ya, debemos, porque no es que debiéramos, sino que ya es obligado cambiar de actitudes, de forma de pensar, ser hombres y mujeres dignos, responsables, valerosos y formales, como lo exige el deber ser y no las ocurrencias banales o perversas, que solo nos enervan y que hasta hoy, tan solo rumeamos aislados.

Estoy cierto, que usted amable lector, me puede ponderar como enajenado ante lo antes dicho, pero no obstante ello, para usted, para los míos y para los que vienen, quisiera tener y legar un ambiente decoroso y digno, de hombres y mujeres mexicanos, que no podemos perdonarnos o consentir una realidad como la nuestra, en todos los sentidos y no irnos guardando una actitud cobarde o indiferente, del “porque nada se puede hacer”, la patria se ha hecho a costa de mucha sangre; si no de Jalisco, de muchos mexicanos de otras entidades, pero es hora de empezar a sembrar por lo menos un pensamiento y una actitud de gente digna.


Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG

locb15@hotmail.com


En los últimos cincuenta años -quienes estamos entrados en años-, hemos podido ver y consentir como se ha deteriorado el medio ambiente y la sociedad, que es esta la responsable de tal degradación, que lamentablemente solamente la naturaleza está intentando recuperarse, haciendo lo propio, inclusive cobrando vidas que en la lucha por su restablecimiento ha tenido que rebatar.

Sin embargo, los seres humanos “pensantes”, vivimos una trágica realidad, que poco o nada hacemos, contrario a la naturaleza, pero que igual nos cuesta vidas todos los días por todas partes, de todas formas, bienes materiales, aunque importantes, son muy secundarios; lo trágico, pareciera que a la sociedad no le interesa o es indiferente, ya que cada día se van deteriorando nuestros valores y principios, lo que al acontecer ello, generan el sistema político que nos damos y la causa de socializar en comunidad, luego entonces, el político mexicano, que si en otras partes es igual o peor, bueno sería interesarnos por el nuestro, que se rige supuestamente por normas que la misma colectividad se ha generado a través de los años y por conducto de las instituciones depositadas en hombres y mujeres encargados de crearlas, aplicarlas e imponerlas.

Qué pena vivir y legar ahora, -los que ya vivimos más de cincuenta años-, unas instituciones públicas pensadas para vivir en paz, en orden, en crecimiento, en superación individual y colectivo; que de la forma más evidente y aberrante, se deja ver en nuestra realidad cómo es que la vida, se pierde de la forma más simple y absurda, por todo y por nada, que la impunidad se impuso y pareciera para quedarse, aunado a esto, ver cómo es que el servidor público o políticos -como usted les quiera llamar, amigo lector-, sin la más pírrica muestra de dignidad, honor, casta, respeto, a sí y a los suyos, -que al final hasta a ellos trasciende- se venden, crean leyes, ocupan puestos públicos personas que no reúnen el perfil, etcétera.

Con el único propósito de transigir y modificar nuestros valores, que en algunos caso solo se hace con el único propósito de seguir manteniendo el poder o un cargo público, que fue pensado y establecido como un instrumento que se depositaria en hombres virtuosos con esas cualidades, hoy tan ausentes, que es innegable que está por encima de todo el poder bastardo, que como ya se mencionó, es utilizado para medrar con él solamente y que en dos o tres décadas se ha acentuado, llevándonos a este estado de cosas tan dramáticas, de no tener seguridad, ni de la vida ni de la libertad, ni del patrimonio, ni de la familia y, nada de lo que se dice y supuestamente se hace, tiende a superar esta situación, que es demasiado urgente poner un hasta aquí, porque no merecen las nuevas generaciones, presentes y las que están por venir, seguir sufriendo y viviendo esta asquerosa realidad, que aunque a nadie conviene, permanece y parece prolongarse, pero que con el más elemental sentido de responsabilidad, desde la casa, el aula, el trabajo y el servicio público, desde ya, debemos, porque no es que debiéramos, sino que ya es obligado cambiar de actitudes, de forma de pensar, ser hombres y mujeres dignos, responsables, valerosos y formales, como lo exige el deber ser y no las ocurrencias banales o perversas, que solo nos enervan y que hasta hoy, tan solo rumeamos aislados.

Estoy cierto, que usted amable lector, me puede ponderar como enajenado ante lo antes dicho, pero no obstante ello, para usted, para los míos y para los que vienen, quisiera tener y legar un ambiente decoroso y digno, de hombres y mujeres mexicanos, que no podemos perdonarnos o consentir una realidad como la nuestra, en todos los sentidos y no irnos guardando una actitud cobarde o indiferente, del “porque nada se puede hacer”, la patria se ha hecho a costa de mucha sangre; si no de Jalisco, de muchos mexicanos de otras entidades, pero es hora de empezar a sembrar por lo menos un pensamiento y una actitud de gente digna.


Profesor Investigador de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG

locb15@hotmail.com