/ martes 11 de diciembre de 2018

La traición ronda en el ambiente

Carlos A. Anguiano Zamudio


La crisis ideológica, la crisis de identidad y la crisis de credibilidad y confianza que imperan en nuestra sociedad, no sólo afecta la relación entre gobernados y gobernantes, sino también las relaciones entre sí mismos.

Estamos presenciando niveles de agotamiento y ruptura que generan la imagen de un futuro incierto. El reacomodo de fuerzas y el surgimiento de nuevos factores de poder ponen en entredicho el peso político de los tradicionales poderes facticos en el estado.

El inicio del sexenio de Enrique Alfaro Ramírez como Gobernador de Jalisco, implica desarrollar mucho más que a una elite administrativa altamente profesional. El reto es gobernar haciendo política, congregando, conciliando, abanderando, acompañando a la sociedad, fomentando el impulso a los deseos y satisfaciendo las necesidades priorizadas de la población. En medio del ejercicio del poder, los amigos, socios, correligionarios, partidarios, aliados y todos quienes coadyuvaron para alcanzarlo, intentan involucrarse y envestirse como medios de acción social organizada para la realización de metas compartidas... y propias.

En el panorama político siempre ha habido, hay y habrá personas que controlan mucho, con demasiada frecuencia o cuando en realidad no es necesario ejercer ningún control. Todos ellos parecen destinados y decididos a salirse con la suya a cualquier precio y parecen más que dispuestos a sacrificar la felicidad y la paz de espíritu de los demás con tal de mantener las suyas.

Antes como antes, y ahora como ahora, la traición ronda en el ambiente. La hegemonía en el poder justifica lo que ni siquiera Maquiavelo hizo: traicionar a los aliados. Códigos morales y códigos de conducta se encuentran amenazados por la intención de acumular mayor poder, además de la intención de cosechar beneficios y privilegios. Los poderes fácticos, los grupos de presión política, los personajes que conservan porciones grandes de poder y que no están dispuestos a perderlo, lucharon con él hoy gobernador para obtener el poder y esperan acompañarlo a disfrutarlo. Pero de no ser así, o considerar que les escatiman la valía, moverán sus fuerzas, pues no petrificaron su apoyo. Quien traiciona una vez, lo volverá a hacer.

Raúl Padilla López y Enrique Alfaro Ramírez escenifican un agudo dilema de búsqueda, retención y supervivencia en el poder. Ambos conquistaron las mieles del poder que ya les eran conocidas. Ambos en simbiosis han avanzado y llegaron a la meta pactada. Renovar esa y otras múltiples alianzas con políticos y detentadores del poder, son aduanas riesgosas para el gobernador de Jalisco. Fuentes potenciales de conflicto en cualquier momento, los factores reales de poder en el estado, pueden desgajar al mejor plan y emerger en situación imponderable que derribe, frustre o descarrile el futuro político y afecte el desempeño del gobierno.

Algunos regañan, amenazan, interfieren o intimidan, dejando muy pocas dudas acerca de sus intenciones. Otros ejercen control en forma velada, apelando a un talento verdaderamente ingenioso para la manipulación. Sus dobles vínculos, mensajes confusos y artilugios pueden ser tan sutiles que uno ni siquiera se da cuenta de que lo están manipulando hasta después de ocurrido el hecho. La única forma de retener en política es con la mano abierta. Mantener el equilibrio entre controlar y soltar es una lucha difícil e interminable.

Se debe recordar que existen alternativas más allá de ceder o pelear, controlar o ser controlado. Dejar de lado la idea de que el Gobierno es tuyo y asentir en conducir el esfuerzo colectivo en la dirección conveniente y oportuna de acuerdo a la circunstancia. Al igual que en su relación con el gobierno federal, la colaboración es el único escenario donde ganan todos, donde ganar beneficia a la ciudadanía. Bienvenido Gobernador Enrique Alfaro Ramírez. Jalisco necesita apremiantemente conducción política acertada, búsqueda de consensos y un gobierno que tenga y retenga con la mano abierta, con sensibilidad, que recupere credibilidad y legitime sus actos a cada momento.

Twitter @carlosanguianoz

Carlos A. Anguiano Zamudio


La crisis ideológica, la crisis de identidad y la crisis de credibilidad y confianza que imperan en nuestra sociedad, no sólo afecta la relación entre gobernados y gobernantes, sino también las relaciones entre sí mismos.

Estamos presenciando niveles de agotamiento y ruptura que generan la imagen de un futuro incierto. El reacomodo de fuerzas y el surgimiento de nuevos factores de poder ponen en entredicho el peso político de los tradicionales poderes facticos en el estado.

El inicio del sexenio de Enrique Alfaro Ramírez como Gobernador de Jalisco, implica desarrollar mucho más que a una elite administrativa altamente profesional. El reto es gobernar haciendo política, congregando, conciliando, abanderando, acompañando a la sociedad, fomentando el impulso a los deseos y satisfaciendo las necesidades priorizadas de la población. En medio del ejercicio del poder, los amigos, socios, correligionarios, partidarios, aliados y todos quienes coadyuvaron para alcanzarlo, intentan involucrarse y envestirse como medios de acción social organizada para la realización de metas compartidas... y propias.

En el panorama político siempre ha habido, hay y habrá personas que controlan mucho, con demasiada frecuencia o cuando en realidad no es necesario ejercer ningún control. Todos ellos parecen destinados y decididos a salirse con la suya a cualquier precio y parecen más que dispuestos a sacrificar la felicidad y la paz de espíritu de los demás con tal de mantener las suyas.

Antes como antes, y ahora como ahora, la traición ronda en el ambiente. La hegemonía en el poder justifica lo que ni siquiera Maquiavelo hizo: traicionar a los aliados. Códigos morales y códigos de conducta se encuentran amenazados por la intención de acumular mayor poder, además de la intención de cosechar beneficios y privilegios. Los poderes fácticos, los grupos de presión política, los personajes que conservan porciones grandes de poder y que no están dispuestos a perderlo, lucharon con él hoy gobernador para obtener el poder y esperan acompañarlo a disfrutarlo. Pero de no ser así, o considerar que les escatiman la valía, moverán sus fuerzas, pues no petrificaron su apoyo. Quien traiciona una vez, lo volverá a hacer.

Raúl Padilla López y Enrique Alfaro Ramírez escenifican un agudo dilema de búsqueda, retención y supervivencia en el poder. Ambos conquistaron las mieles del poder que ya les eran conocidas. Ambos en simbiosis han avanzado y llegaron a la meta pactada. Renovar esa y otras múltiples alianzas con políticos y detentadores del poder, son aduanas riesgosas para el gobernador de Jalisco. Fuentes potenciales de conflicto en cualquier momento, los factores reales de poder en el estado, pueden desgajar al mejor plan y emerger en situación imponderable que derribe, frustre o descarrile el futuro político y afecte el desempeño del gobierno.

Algunos regañan, amenazan, interfieren o intimidan, dejando muy pocas dudas acerca de sus intenciones. Otros ejercen control en forma velada, apelando a un talento verdaderamente ingenioso para la manipulación. Sus dobles vínculos, mensajes confusos y artilugios pueden ser tan sutiles que uno ni siquiera se da cuenta de que lo están manipulando hasta después de ocurrido el hecho. La única forma de retener en política es con la mano abierta. Mantener el equilibrio entre controlar y soltar es una lucha difícil e interminable.

Se debe recordar que existen alternativas más allá de ceder o pelear, controlar o ser controlado. Dejar de lado la idea de que el Gobierno es tuyo y asentir en conducir el esfuerzo colectivo en la dirección conveniente y oportuna de acuerdo a la circunstancia. Al igual que en su relación con el gobierno federal, la colaboración es el único escenario donde ganan todos, donde ganar beneficia a la ciudadanía. Bienvenido Gobernador Enrique Alfaro Ramírez. Jalisco necesita apremiantemente conducción política acertada, búsqueda de consensos y un gobierno que tenga y retenga con la mano abierta, con sensibilidad, que recupere credibilidad y legitime sus actos a cada momento.

Twitter @carlosanguianoz