/ domingo 21 de marzo de 2021

La realidad de México

Es preocupante que la sociedad mexicana no pueda enfrentar una situación tan dolorosa y tan terrible como lo es la ingobernabilidad.

La impunidad más que evidente de los gobernantes, frente a una realidad indiscutible, pues todos los días corroboramos la manera en que el crimen tiene rebasado a los gobiernos de los tres niveles.

La nuestra es una política pulverizada, dado el número de partidos sin ideales auténticos, ciertos, razonables y legítimos, los cuales conlleven para todo ciudadano, la fortaleza que hoy por hoy nos urge, la que indiscutiblemente está perversamente manipulada por quienes dirigen los partidos políticos y peor aún, por los gobernantes, quienes lejos de actuar en pos del bien común, sólo buscan la fortaleza de sus organizaciones, propiciando la división de la sociedad y en la que, los intelectuales por serlo, operan a su favor y a favor de unos cuantos, orientando a los que accedieron al poder para que éstos se perpetúen y confrontando a los que gozan de las mieles del poder con aquella mayoría, esa que solamente padece los latrocinios de los poderosos en un comunismo y socialismo mal entendido.

Los políticos de hoy se atreven a ponderar a los más, haciendo uso de ellos como simples mascotas, quienes como a la gallina desplumada, después que sufrió esa agresión tan dolorosa va tras su agresor si éste le arroja el maíz, ella va tras él con la esperanza de que le siga arrojando sus miserias y de esa manera es que vuelve a las manos de aquel agresor, todo por unos cuantos granos de maíz.

Es muy lamentable ver a las generaciones que ya alcanzamos la tercera edad, una poca más o una poca menos, quienes lejos de hacer lo propio y exigir a las autoridades revertir nuestra realidad social en escenarios tan lastimosos como el de las desapariciones, los homicidios, la pobreza, los servicios de salud, etc. nos volvimos espectadores de quienes se dicen redentores o al menos su postura así lo demuestra y seguimos recibiendo sus migajas que, no es otra cosa que el producto del esfuerzo de todos; es decir, es el patrimonio de la sociedad, conformado de diferentes maneras, pero en el que todos contribuimos.

Debemos tener claro que el político en turno disfruta de la complacencia que le provoca la tibieza y el divisionismo en que estamos inmersos todos los mexicanos, al grado tal que el presidente de la república se atreve a confrontar irracionalmente a los otros dos poderes, haciendo alarde de su soberbia, su arrogancia ante la mirada y el conformismo de los encumbrados en el poder, quienes le celebran y le aplauden cobardemente.

Es urgente que el Poder Judicial cumpla con su responsabilidad constitucional de cumplir y hacer cumplir la Constitución, sin regateos, aún a costa de la vida y la posible destitución de su cargo, pues es insostenible una actitud dictatorial, actitud que hoy por hoy está respaldada por un nuevo ejército, ese que se conformó por y para beneplácito del ejecutivo federal, que dicho sea de paso, no ha representado beneficio alguno para la sociedad. La anterior expresión es tan cierta como que el gobierno del crimen en Culiacán y en el resto del país, ejercen su poder de tal manera que, en el actual proceso electoral han impuesto a sus candidatos que los que no lo son, los han dejado fuera del proceso privándolos de la vida.

Tanta sabiduría y conocimiento que deriva de académicos, de intelectuales en todas las ciencias y artes, de profesionistas, así como el conocimiento que deriva de las organizaciones gremiales tan numerosas y sometidas, de nada nos sirve sino se enarbolan los intereses de la patria, fortaleciendo las instituciones y exigiendo el cumplimiento del deber del gobierno que, como reza la Constitución, dimana del pueblo.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.

Es preocupante que la sociedad mexicana no pueda enfrentar una situación tan dolorosa y tan terrible como lo es la ingobernabilidad.

La impunidad más que evidente de los gobernantes, frente a una realidad indiscutible, pues todos los días corroboramos la manera en que el crimen tiene rebasado a los gobiernos de los tres niveles.

La nuestra es una política pulverizada, dado el número de partidos sin ideales auténticos, ciertos, razonables y legítimos, los cuales conlleven para todo ciudadano, la fortaleza que hoy por hoy nos urge, la que indiscutiblemente está perversamente manipulada por quienes dirigen los partidos políticos y peor aún, por los gobernantes, quienes lejos de actuar en pos del bien común, sólo buscan la fortaleza de sus organizaciones, propiciando la división de la sociedad y en la que, los intelectuales por serlo, operan a su favor y a favor de unos cuantos, orientando a los que accedieron al poder para que éstos se perpetúen y confrontando a los que gozan de las mieles del poder con aquella mayoría, esa que solamente padece los latrocinios de los poderosos en un comunismo y socialismo mal entendido.

Los políticos de hoy se atreven a ponderar a los más, haciendo uso de ellos como simples mascotas, quienes como a la gallina desplumada, después que sufrió esa agresión tan dolorosa va tras su agresor si éste le arroja el maíz, ella va tras él con la esperanza de que le siga arrojando sus miserias y de esa manera es que vuelve a las manos de aquel agresor, todo por unos cuantos granos de maíz.

Es muy lamentable ver a las generaciones que ya alcanzamos la tercera edad, una poca más o una poca menos, quienes lejos de hacer lo propio y exigir a las autoridades revertir nuestra realidad social en escenarios tan lastimosos como el de las desapariciones, los homicidios, la pobreza, los servicios de salud, etc. nos volvimos espectadores de quienes se dicen redentores o al menos su postura así lo demuestra y seguimos recibiendo sus migajas que, no es otra cosa que el producto del esfuerzo de todos; es decir, es el patrimonio de la sociedad, conformado de diferentes maneras, pero en el que todos contribuimos.

Debemos tener claro que el político en turno disfruta de la complacencia que le provoca la tibieza y el divisionismo en que estamos inmersos todos los mexicanos, al grado tal que el presidente de la república se atreve a confrontar irracionalmente a los otros dos poderes, haciendo alarde de su soberbia, su arrogancia ante la mirada y el conformismo de los encumbrados en el poder, quienes le celebran y le aplauden cobardemente.

Es urgente que el Poder Judicial cumpla con su responsabilidad constitucional de cumplir y hacer cumplir la Constitución, sin regateos, aún a costa de la vida y la posible destitución de su cargo, pues es insostenible una actitud dictatorial, actitud que hoy por hoy está respaldada por un nuevo ejército, ese que se conformó por y para beneplácito del ejecutivo federal, que dicho sea de paso, no ha representado beneficio alguno para la sociedad. La anterior expresión es tan cierta como que el gobierno del crimen en Culiacán y en el resto del país, ejercen su poder de tal manera que, en el actual proceso electoral han impuesto a sus candidatos que los que no lo son, los han dejado fuera del proceso privándolos de la vida.

Tanta sabiduría y conocimiento que deriva de académicos, de intelectuales en todas las ciencias y artes, de profesionistas, así como el conocimiento que deriva de las organizaciones gremiales tan numerosas y sometidas, de nada nos sirve sino se enarbolan los intereses de la patria, fortaleciendo las instituciones y exigiendo el cumplimiento del deber del gobierno que, como reza la Constitución, dimana del pueblo.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.