/ domingo 9 de junio de 2019

La migración son personas, los países también

Vivimos un conflicto fruto de una agresión. El presidente de Estados Unidos ha declarado unilateralmente que nos ordena “resolver” su problema de migración. Si no lo hacemos, dice, nos castigará duramente incrementando los impuestos que pagan los productos mexicanos que van para EE.UU.

Siendo nuestro socio comercial más grande, este castigo no solamente es económico, amenaza con destruir empresas y empleos.

Esto es lo superficial, obedece a una lógica de campaña.

Trump quiere reelegirse. Al cierre de esta edición, su interés electoral baratero era obvio: accedió a no castigar a México a cambio de una lista de acciones a las cuales se comprometió la delegación mexicana que negociaba en Washington.

Veremos si se cumple el acuerdo, Trump es famoso por no tener palabra.

Sin embargo, el problema de fondo es otro: La migración y qué hace México con ella. ¿Qué son las caravanas migrantes?

Grupos de personas que esperan encontrar algo de protección siendo muchos.

Se protegen ante el narco, el tráfico de personas y los criminales que les quitan sus pertenencias en sus viajes.

Estas caravanas no son algo menor, de octubre del 2018 a abril de este año se han realizado alrededor de seis caravanas de migrantes que tienen como objetivo llegar a Estados Unidos.

La primera fue de 1600 migrantes y salió de Honduras, al cruzar la frontera entre Guatemala y México, ascendió a 7,000 migrantes.

El 21 de octubre, partió una segunda de alrededor de 1000 hondureños.

El 2 de noviembre, alrededor de 1500 salvadoreños iniciaron una tercera, llegaron a Mexicali y se les ofreció asilo.

Actualmente en México permanecen más de 5800 extranjeros en tránsito por diversos estados, principalmente en Chiapas. Como muestran las cifras, éste es un problema grande.

Desde la visión de derechos humanos y paz, se entiende que un grupo grande de extranjeros entrando a un país puede causar un “problema” pero hay que entenderlo como un conflicto de identidades.

Las caravanas son personas buscando una vida mejor; por el contrario, la base electoral antinmigrante de Trump son personas que sienten que su vida ha empeorado por la migración y los mexicanos que rechazan las caravanas son personas que sienten su identidad y su país amenazado por personas ajenas a su cultura.

Todos ellos juegan un rol en este conflicto. González Navarro nos dice claramente que es necesario que “la pluralidad sea la pieza central de los cambios”.

Para ello, lanzaré una serie de preguntas que como sociedad debemos de responder: México es un país de migrantes que vienen y van. Tenemos una tradición de décadas.

¿Qué hemos aprendido de ella?

¿Existen realmente diferencias culturales entre los mexicanos y centroamericanos?

¿Qué aprendizajes de tolerancia y solidaridad han aprendido nuestros paisanos en Estados Unidos que podamos traer a México para que las caravanas sean recibidas de la mejor forma?

Por último, ¿Vamos a dejar que un presidente agresivo y racista de otro país diga cómo México va a tratar a ciudadanos propios y ajenos que se encuentran en su territorio?

Siendo México la Nación grande y generosa que es, debe de recuperar del teórico de paz Giorgi una sabia sentencia: jamás dejar que la vida sea despojada de su soporte humano, que son nuestras formas de vida. México es tolerante y solidario. Seamos el soporte humano que Norteamérica y Centroamérica necesita en este tiempo de tuits incendiarios y escandalosos que vienen desde EE.UU.

* Secretario General PAN Guadalajara

Vivimos un conflicto fruto de una agresión. El presidente de Estados Unidos ha declarado unilateralmente que nos ordena “resolver” su problema de migración. Si no lo hacemos, dice, nos castigará duramente incrementando los impuestos que pagan los productos mexicanos que van para EE.UU.

Siendo nuestro socio comercial más grande, este castigo no solamente es económico, amenaza con destruir empresas y empleos.

Esto es lo superficial, obedece a una lógica de campaña.

Trump quiere reelegirse. Al cierre de esta edición, su interés electoral baratero era obvio: accedió a no castigar a México a cambio de una lista de acciones a las cuales se comprometió la delegación mexicana que negociaba en Washington.

Veremos si se cumple el acuerdo, Trump es famoso por no tener palabra.

Sin embargo, el problema de fondo es otro: La migración y qué hace México con ella. ¿Qué son las caravanas migrantes?

Grupos de personas que esperan encontrar algo de protección siendo muchos.

Se protegen ante el narco, el tráfico de personas y los criminales que les quitan sus pertenencias en sus viajes.

Estas caravanas no son algo menor, de octubre del 2018 a abril de este año se han realizado alrededor de seis caravanas de migrantes que tienen como objetivo llegar a Estados Unidos.

La primera fue de 1600 migrantes y salió de Honduras, al cruzar la frontera entre Guatemala y México, ascendió a 7,000 migrantes.

El 21 de octubre, partió una segunda de alrededor de 1000 hondureños.

El 2 de noviembre, alrededor de 1500 salvadoreños iniciaron una tercera, llegaron a Mexicali y se les ofreció asilo.

Actualmente en México permanecen más de 5800 extranjeros en tránsito por diversos estados, principalmente en Chiapas. Como muestran las cifras, éste es un problema grande.

Desde la visión de derechos humanos y paz, se entiende que un grupo grande de extranjeros entrando a un país puede causar un “problema” pero hay que entenderlo como un conflicto de identidades.

Las caravanas son personas buscando una vida mejor; por el contrario, la base electoral antinmigrante de Trump son personas que sienten que su vida ha empeorado por la migración y los mexicanos que rechazan las caravanas son personas que sienten su identidad y su país amenazado por personas ajenas a su cultura.

Todos ellos juegan un rol en este conflicto. González Navarro nos dice claramente que es necesario que “la pluralidad sea la pieza central de los cambios”.

Para ello, lanzaré una serie de preguntas que como sociedad debemos de responder: México es un país de migrantes que vienen y van. Tenemos una tradición de décadas.

¿Qué hemos aprendido de ella?

¿Existen realmente diferencias culturales entre los mexicanos y centroamericanos?

¿Qué aprendizajes de tolerancia y solidaridad han aprendido nuestros paisanos en Estados Unidos que podamos traer a México para que las caravanas sean recibidas de la mejor forma?

Por último, ¿Vamos a dejar que un presidente agresivo y racista de otro país diga cómo México va a tratar a ciudadanos propios y ajenos que se encuentran en su territorio?

Siendo México la Nación grande y generosa que es, debe de recuperar del teórico de paz Giorgi una sabia sentencia: jamás dejar que la vida sea despojada de su soporte humano, que son nuestras formas de vida. México es tolerante y solidario. Seamos el soporte humano que Norteamérica y Centroamérica necesita en este tiempo de tuits incendiarios y escandalosos que vienen desde EE.UU.

* Secretario General PAN Guadalajara