/ viernes 18 de septiembre de 2020

La infertilidad masculina

El testículo es una glándula doble, exocrina (de secreción externa) y endocrina (de secreción interna), suspendida dentro del escroto. El tejido exocrino se localiza fundamentalmente en el interior de los tubos seminíferos (estructuras en las que se realiza la espermatogénesis o formación de los Espermatozoides, mientras que el componente endocrino se ubica externamente a dichos túbulos. (En total, existen unos 500 tubos seminíferos por testículo).

Entre los tubos seminíferos se localizan las células de Leydig o células intersticiales (constituyen el 20 % del total del testículo). Estas células producen andrógenos (Hormonas masculinas), principalmente Testosterona, bajo la acción de la LH (Hormona Luteinizante) secretada por la Glándula Hipófisis. Las células de Leydig, que son numerosas en el neonato y en el adulto, no existen prácticamente en los testículos durante la infancia, por lo que casi no se secreta testosterona durante esta etapa del ciclo vital.

En el interior del tubo seminífero se localiza el epitelio germinativo en el que se efectúa la espermatogénesis. En el seno del epitelio germinativo se pueden diferenciar dos grupos de células diferentes: Las células de Sertoli y las células sexuales (germinales) en distintas etapas de maduración.

Las células de Sertoli son células de apoyo de las células germinales. Se asientan en la superficie interna de la membrana del tubo seminífero Sobre ellas actúa la FSH (Hormona Foliculoestimulante hipofisiaria), para iniciar la espermatogénesis. No obstante, para que este proceso se complete es necesaria además la acción de la testosterona sintetizada en las células de Leydig. Las células de Sertoli producen también algunas hormonas como la inhibina o la Hormona de Regresión Mülleriana

Alteraciones a nivel de cada una de estas estructuras Testiculares, naturalmente pueden provocar esterilidad masculina.

Una de las principales preocupaciones de las parejas es saber hasta qué punto la situación creada por la pandemia puede deteriorar su estado de fertilidad. Según un otro estudio reciente, estos riesgos existen y pueden ser de diversa índole, como un efecto directo del virus sobre los órganos reproductores, efectos tóxicos de desinfectantes medioambientales, ansiedad causada por las condiciones de confinamiento y sobre todo, varios tratamientos antivirales.

En el caso de los hombres, aunque el virus no pueda atacar a los espermatozoides, las moléculas de ECA2 (Enzima convertidora de Angiotensina), están presentes en diferentes otros tipos de células testiculares que fomentan el desarrollo y la maduración de los espermatozoides. Consecuentemente, su infección puede afectar indirectamente la cantidad y la calidad de los espermatozoides de los testículos.

Los hombres jóvenes afectados por la COVID-19 deberían dejar evaluar su espermiograma (Examen microscópico de los Espermatozoides) y la integridad del ADN de los espermatozoides y en caso de un deterioro progresivo, congelar el esperma antes de que se produzcan daños más importantes. De hecho, “se registraron daños testiculares en una epidemia precedente con el virus SARS, íntimamente relacionado con el virus COVID-19.” Sin embargo, “no se detectó ningún deterioro importante de la función reproductiva de la mujer.”

Otros riesgos quizá más relevantes, son las consecuencias del estado de pánico provocado tanto por el miedo de enfermar como por ver peligrar el futuro económico y laboral. El estrés crónico causado por la pandemia, perturba el eje hormonal regulativo entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales, con posibles daños en los espermatozoides y los óvulos.

Médico jefe del Servicio de Endocrinología del Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”

Profesor Honorario de la Clínica de Endocrinología en la Carrera de Medicina del CUCS de la UDG

E-mail: hegovidrio@hotmail.com

El testículo es una glándula doble, exocrina (de secreción externa) y endocrina (de secreción interna), suspendida dentro del escroto. El tejido exocrino se localiza fundamentalmente en el interior de los tubos seminíferos (estructuras en las que se realiza la espermatogénesis o formación de los Espermatozoides, mientras que el componente endocrino se ubica externamente a dichos túbulos. (En total, existen unos 500 tubos seminíferos por testículo).

Entre los tubos seminíferos se localizan las células de Leydig o células intersticiales (constituyen el 20 % del total del testículo). Estas células producen andrógenos (Hormonas masculinas), principalmente Testosterona, bajo la acción de la LH (Hormona Luteinizante) secretada por la Glándula Hipófisis. Las células de Leydig, que son numerosas en el neonato y en el adulto, no existen prácticamente en los testículos durante la infancia, por lo que casi no se secreta testosterona durante esta etapa del ciclo vital.

En el interior del tubo seminífero se localiza el epitelio germinativo en el que se efectúa la espermatogénesis. En el seno del epitelio germinativo se pueden diferenciar dos grupos de células diferentes: Las células de Sertoli y las células sexuales (germinales) en distintas etapas de maduración.

Las células de Sertoli son células de apoyo de las células germinales. Se asientan en la superficie interna de la membrana del tubo seminífero Sobre ellas actúa la FSH (Hormona Foliculoestimulante hipofisiaria), para iniciar la espermatogénesis. No obstante, para que este proceso se complete es necesaria además la acción de la testosterona sintetizada en las células de Leydig. Las células de Sertoli producen también algunas hormonas como la inhibina o la Hormona de Regresión Mülleriana

Alteraciones a nivel de cada una de estas estructuras Testiculares, naturalmente pueden provocar esterilidad masculina.

Una de las principales preocupaciones de las parejas es saber hasta qué punto la situación creada por la pandemia puede deteriorar su estado de fertilidad. Según un otro estudio reciente, estos riesgos existen y pueden ser de diversa índole, como un efecto directo del virus sobre los órganos reproductores, efectos tóxicos de desinfectantes medioambientales, ansiedad causada por las condiciones de confinamiento y sobre todo, varios tratamientos antivirales.

En el caso de los hombres, aunque el virus no pueda atacar a los espermatozoides, las moléculas de ECA2 (Enzima convertidora de Angiotensina), están presentes en diferentes otros tipos de células testiculares que fomentan el desarrollo y la maduración de los espermatozoides. Consecuentemente, su infección puede afectar indirectamente la cantidad y la calidad de los espermatozoides de los testículos.

Los hombres jóvenes afectados por la COVID-19 deberían dejar evaluar su espermiograma (Examen microscópico de los Espermatozoides) y la integridad del ADN de los espermatozoides y en caso de un deterioro progresivo, congelar el esperma antes de que se produzcan daños más importantes. De hecho, “se registraron daños testiculares en una epidemia precedente con el virus SARS, íntimamente relacionado con el virus COVID-19.” Sin embargo, “no se detectó ningún deterioro importante de la función reproductiva de la mujer.”

Otros riesgos quizá más relevantes, son las consecuencias del estado de pánico provocado tanto por el miedo de enfermar como por ver peligrar el futuro económico y laboral. El estrés crónico causado por la pandemia, perturba el eje hormonal regulativo entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales, con posibles daños en los espermatozoides y los óvulos.

Médico jefe del Servicio de Endocrinología del Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”

Profesor Honorario de la Clínica de Endocrinología en la Carrera de Medicina del CUCS de la UDG

E-mail: hegovidrio@hotmail.com