/ martes 19 de marzo de 2019

La importancia de una política editorial

Cuando hablamos de política editorial de un medio de comunicación, reflejo de la posición ideológica de éste, nos referimos al conjunto de valores y criterios que convergen en una redacción para hacer frente a los temas actuales, ciñéndose a principios básicos tales como veracidad, precisión, equilibrio, rectitud y ponderación.

Contribuyen a definir dicha política editorial la jerarquización de la noticia, el ángulo, el punto de vista y el tono que se elige para presentar la información a las audiencias, todo con el propósito de dar voz a la pluralidad existente en nuestro país.

La línea editorial permite, entre otras cosas, que se aborden los temas con ética periodística, y que los trabajadores de un medio de comunicación conozcan y respeten los derechos de las audiencias, algo que es importante si queremos evitar que, en nombre de la libertad de expresión, se atropelle la dignidad de las personas.

Cada medio de comunicación establece la política editorial mediante acciones de autorregulación, que no es otra cosa que un equilibrio entre responsabilidad y libertad informativa, evitando que el Estado caiga en la tentación de regular las actividades periodísticas de las casas editoriales, lo que constituiría un lamentable atentado a la libertad de expresión.

La importancia de las políticas editoriales es del conocimiento de todos los medios de comunicación, así como de los hombres y mujeres que ejercen el periodismo en redes sociales, medios digitales, redacciones de diarios, revistas, radioemisoras o canales de televisión. También es del conocimiento de la sociedad, que espera ser informada siempre de manera veraz y oportuna, sin que de parte de los medios de comunicación exista el propósito de deformar, falsear, alterar o tergiversar la información.

Sin embargo, para nadie es un secreto que existen líneas editoriales que se ciñen a criterios políticos, económicos e ideológicos, así como a determinadas corrientes de pensamiento, lo que resulta altamente lesivo para la libre expresión, una conquista irrenunciable que forma parte de nuestra democracia, motivo por el cual debe ser preservada y defendida de todo y por todos.

Este tipo de criterios han ocasionado que algunos sectores de la sociedad, con sobrada razón, tengan el concepto de que los medios de comunicación están subordinados a los intereses de los grupos dominantes, sean estos políticos, religiosos o empresariales.

La aspiración de toda nación democrática es contar con medios de comunicación cuyas salas de redacción realicen su trabajo colocando el interés general por encima de los intereses antes mencionados, y que su actuación sea con independencia editorial, más allá de sus predilecciones, simpatías y afectos.

Soy un convencido de que no sólo el Estado puede coartar la libertad de prensa y el derecho a la información de las personas, sino también los que trabajamos al amparo de ella, por lo que conviene estar siempre alertas y no olvidar que la libre expresión debe estar no al servicio de los intereses de los grupos fácticos, sino del bienestar social y del interés público.

Para el logro de esto último, los medios de comunicación necesitan políticas editoriales sólidas, que sean capaces de autorregular su quehacer periodístico, con el interés de que la autorregulación en comento les permita crear contenidos de calidad con base en los lineamientos éticos.

Los medios digitales, cuya aparición vino a revolucionar la forma de comunicar los acontecimientos, requieren también de políticas editoriales. Esto les permitirá, entre otras cosas, no ceder a la presión de publicar informaciones fuera de contexto antes que los demás. Tengamos presente siempre que una historia que se cuenta a la ligera puede destruir en vez de informar.


Twitter: @armayacastro



Cuando hablamos de política editorial de un medio de comunicación, reflejo de la posición ideológica de éste, nos referimos al conjunto de valores y criterios que convergen en una redacción para hacer frente a los temas actuales, ciñéndose a principios básicos tales como veracidad, precisión, equilibrio, rectitud y ponderación.

Contribuyen a definir dicha política editorial la jerarquización de la noticia, el ángulo, el punto de vista y el tono que se elige para presentar la información a las audiencias, todo con el propósito de dar voz a la pluralidad existente en nuestro país.

La línea editorial permite, entre otras cosas, que se aborden los temas con ética periodística, y que los trabajadores de un medio de comunicación conozcan y respeten los derechos de las audiencias, algo que es importante si queremos evitar que, en nombre de la libertad de expresión, se atropelle la dignidad de las personas.

Cada medio de comunicación establece la política editorial mediante acciones de autorregulación, que no es otra cosa que un equilibrio entre responsabilidad y libertad informativa, evitando que el Estado caiga en la tentación de regular las actividades periodísticas de las casas editoriales, lo que constituiría un lamentable atentado a la libertad de expresión.

La importancia de las políticas editoriales es del conocimiento de todos los medios de comunicación, así como de los hombres y mujeres que ejercen el periodismo en redes sociales, medios digitales, redacciones de diarios, revistas, radioemisoras o canales de televisión. También es del conocimiento de la sociedad, que espera ser informada siempre de manera veraz y oportuna, sin que de parte de los medios de comunicación exista el propósito de deformar, falsear, alterar o tergiversar la información.

Sin embargo, para nadie es un secreto que existen líneas editoriales que se ciñen a criterios políticos, económicos e ideológicos, así como a determinadas corrientes de pensamiento, lo que resulta altamente lesivo para la libre expresión, una conquista irrenunciable que forma parte de nuestra democracia, motivo por el cual debe ser preservada y defendida de todo y por todos.

Este tipo de criterios han ocasionado que algunos sectores de la sociedad, con sobrada razón, tengan el concepto de que los medios de comunicación están subordinados a los intereses de los grupos dominantes, sean estos políticos, religiosos o empresariales.

La aspiración de toda nación democrática es contar con medios de comunicación cuyas salas de redacción realicen su trabajo colocando el interés general por encima de los intereses antes mencionados, y que su actuación sea con independencia editorial, más allá de sus predilecciones, simpatías y afectos.

Soy un convencido de que no sólo el Estado puede coartar la libertad de prensa y el derecho a la información de las personas, sino también los que trabajamos al amparo de ella, por lo que conviene estar siempre alertas y no olvidar que la libre expresión debe estar no al servicio de los intereses de los grupos fácticos, sino del bienestar social y del interés público.

Para el logro de esto último, los medios de comunicación necesitan políticas editoriales sólidas, que sean capaces de autorregular su quehacer periodístico, con el interés de que la autorregulación en comento les permita crear contenidos de calidad con base en los lineamientos éticos.

Los medios digitales, cuya aparición vino a revolucionar la forma de comunicar los acontecimientos, requieren también de políticas editoriales. Esto les permitirá, entre otras cosas, no ceder a la presión de publicar informaciones fuera de contexto antes que los demás. Tengamos presente siempre que una historia que se cuenta a la ligera puede destruir en vez de informar.


Twitter: @armayacastro